“Hacemos un triple trabajo”. Con esa frase, Nelly Salgueiro dice que las mujeres bolivianas deben hacer un triple esfuerzo para seguir una carrera sindical. Es decir, deben cuidar a sus hijos y realizar los trabajos del hogar, asistir a su fuente laboral y luchar activamente por los derechos de sus compañeras.
Sin embargo, no parece ser suficiente. Aunque hacen de todo para cumplir con todas estas tareas, explica Nelly, están imposibilitadas de ejercer su autonomía sindical a plenitud. Existen dos grandes obstáculos: la presión familiar y la falta de recursos económicos.
Isabel Escobar, también como lideresa sindical, agrega que una mujer, para representar a su sector, debe lidiar con el machismo y el patriarcado predominantes en el sindicalismo boliviano.
Nardys Aponte Melgar añade que otra barrera para las sindicalistas es el miedo al qué dirá “el otro”, o qué dirá el esposo o la familia.
Nelly, Isabel y Nardys forman parte de la Red de Mujeres Trabajadoras Sindicalistas de Bolivia, una organización que cumple 20 años de vida este 2023. Desde 2009, la Red publica un boletín llamado Germina con el que es posible acercarse a su historia y sus perspectivas de reivindicación.
Aunque no existe un censo oficial de cuántas mujeres componen la red, se estima que hay alrededor de 200 lideresas en todo el país.
A lo largo de su trayectoria, esta institución se ha convertido en un pilar importante para impulsar la carrera sindical de las mujeres trabajadoras.
Las triples jornadas de trabajo
“En la actualidad, cuando una mujer es elegida en una cartera sindical, lo primero que se le viene a la cabeza es pensar: ‘¿ahora qué será de mi familia y de mis hijos?’, ‘¿recibiré el apoyo de mi esposo o de mi familia?’ A veces son las mamás las que les dicen ‘qué haces metida ahí si tienes una obligación con tu hogar y tu esposo’”, lamenta Isabel.
Una mujer, en vez de celebrar su nuevo puesto sindical —como ocurre con los varones—, experimenta un gran conflicto por la imposición de los trabajos de cuidado y otras tareas del hogar.
“Pese a preparar los alimentos, muchas mujeres salen de casa sin desayunar por falta de tiempo. Empiezan muy temprano su jornada laboral. Van al trabajo, vuelven a casa y deben hacerse cargo de los niños. En algunos casos también se encargan de cuidar a sus padres o hermanos”, detalla Isabel.
Nelly reitera que las mujeres sindicalistas “hacen un triple trabajo” y deben romper el miedo para ejercer un cargo sindical.
“Para una mujer es muy difícil decir ‘me han nombrado dirigenta y ahora me voy a trasladar a La Paz porque la central de la Federación está en esa ciudad’. Debe pensar (en) qué será de su familia, de sus hijos y hasta de sus mascotas”, comenta.
“El trabajo del cuidado que se hace en la casa, el trabajo que se tiene que hacer en su fuente laboral y el trabajo de la dirigencia sindical son tres jornadas. No hay cuerpo que aguante”, dice Nelly.
Ella es vendedora de mercados y forma parte de la Red desde el 2010.
Otros obstáculos para las mujeres sindicalistas en Bolivia
Una mujer sindicalista también debe enfrentar las barreras económicas.
En gran parte de los casos, el dinero que ganan no lo destinan al 100% para ellas, deben distribuir sus ingresos para los gastos familiares. Y en muchos casos ya no cuentan con recursos para transporte y viáticos a la hora de asistir a congresos, reuniones o asambleas.
Ya en la plena carrera sindical, las mujeres deben lidiar también con sus compañeros, quienes en muchos casos son reacios a su participación. Creen que ellas no tienen la capacidad de gestionar, proponer o hacer contribuciones.
“Aún hay espacios donde no dejan ingresar a las mujeres. El tema del machismo sigue presente. Por eso mismo, la lucha continúa. Las propuestas, la incidencia y la participación deben seguir adelante”, reivindica Isabel.
“Las presiones de las bases también se convierten en un conflicto”, agrega Nardys y recomienda que es importante hacer cumplir los estatutos.
Ella es educadora y abogada. Es exdirigente de la Federación Departamental de Maestros Rurales de Beni.
Otra barrera es la edad. Cuando una mujer es joven, tiene más dificultades de ejercer a plenitud su autonomía sindical porque tiene niños más pequeños y debe asumir el rol del cuidado.
Pese a todas las dificultades, Nelly, Isabel y Nardys coindicen en decir que —para las mujeres trabajadoras y sindicalistas— rendirse no es una opción. El objetivo principal es conseguir una autonomía sindical plena.
“No hay autonomía sindical plena porque la mujer tiene que sopesar (sus tareas) como esposa y madre. Desde mi opinión, sería mentir si decimos que ya tenemos una autonomía plena porque todavía está limitada. Pero por eso trabajamos en la red, para agrandar esa conciencia y hacer uso de nuestro derecho a la autonomía”, dice Nardys.
La importancia de la Red de Mujeres Sindicalistas
Isabel trabaja en el sector del transporte pesado. Tiene tres hijos y forma parte de la Red desde hace cinco años.
Para ella, como para otras de sus compañeras, la Red es el espacio ideal para identificarse. Allí cuentan sus problemas cotidianos y definen estrategias para superarlos.
“En mi caso puedo decir que mi carrera sindical se la debo a la Red de Mujeres Trabajadoras”, dice agradecida.
“La Red siempre ha dejado una semilla para que nosotras podamos emitir una voz dentro de nuestros sindicatos. Además, podemos defender los derechos de las mujeres y pelear por más espacios de participación”, añade.
Fue un camino difícil y de muchas caídas, así define Isabel su inicio en el mundo sindical. Sin embargo, existen avances que son conseguidos a través de una lucha constante.
“Hay leyes que hablan de la participación de las mujeres en el espacio (político), pero no son específicas a la hora de hablar de espacios sindicales”, apunta Isabel y señala hacia posibles nuevas conquistas.
Una ratificación urgente
Uno de los principales retos de las mujeres trabajadoras y sindicalistas bolivianas es la ratificación del Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Nelly dice que impulsan este propósito y destaca que, en este acuerdo, se habla de que “en el mundo del trabajo no se debería sufrir violencia”.
“Mayoritariamente las mujeres sufrimos de acoso laboral y acoso sexual en el trabajo. (Además) de diferentes tipos de violencia”, denuncia Nelly.
La Red —en alianza con otras instituciones— impulsa la ratificación de este convenio a través de campañas y sociabilización a diferentes sectores.
“Es un tema de interés nacional, pero no se visibiliza la necesidad de ratificar este convenio”, insiste Nelly. Asimismo, explica que este acuerdo a abarca a todos los sectores. Por ejemplo, a las trabajadoras independientes y quienes realizan pasantías.
¿Cuáles son las características del convenio 190?
Este acuerdo promueve un entorno laboral libre de violencia y acoso, asegurando que todos los trabajadores gocen de un ambiente seguro y respetuoso.
Además, brinda apoyo a quienes buscan empleo, garantizando que sus derechos sean protegidos desde el primer día de su búsqueda.
Nelly asegura que, en la actualidad, las trabajadoras que denuncian acoso laboral deben enfrentar un proceso complicado.
Muchas veces, quienes cometen este tipo de violencia se excusan con el argumento de que se trata de un “derecho de piso” o con que no existen pruebas.
En el Magisterio y en otros sectores, se asume como “natural el derecho de piso”. Esto implica que una trabajadora que está empezando una carrera debe “hacer más”: quedarse más horas, más tareas de las que le corresponden o aguantar otras injusticias.
“En el ámbito político tenemos casos muy dramáticos de mujeres que han sido acosadas, que incluso han perdido la vida”, dice Isabel y asegura que con el convenio 190 se incide en frenar el acoso y la violencia laboral.
Al hablar del convenio 190, Nardys evoca una vivencia personal. Recuerda que, en 2007 y 2010, cuatro mujeres formaban parte de un comité ejecutivo compuesto por 17 personas. Ella estaba a cargo de la cartera de Hacienda y recibía mucha presión.
“Los varones pretendían que, a la orden de ellos, una tenía que tomar decisiones. Debía ceder a sus exigencias de los manejos económicos no transparentes y esto me acarreó muchos problemas. Pero pude salir bien”, dice Nardys.
Sin embargo, no siempre es así. Nardys comenta que muchas lideresas se vieron obligadas a ceder a las presiones de los varones, luego fueron vetadas y al final truncaron sus carreras sindicales. Todo a causa del acoso laboral y sindical.
20 años de lucha de las mujeres sindicalistas en Bolivia
La Red de Mujeres Trabajadoras Sindicalistas de Bolivia tiene una cobertura a nivel nacional, aglutina a diferentes sindicatos y llega a muchas mujeres que quieren seguir la carrera sindical, pero no cuentan con las herramientas para emprender este camino.
Nelly destaca que la Red se ha conformado de forma externa a la Central Obrera Boliviana (COB), porque allí las mujeres no encuentran un espacio para su voz.
En las filas de la Red se ha tenido a destacadas mujeres sindicalistas. Una de ellas fue Basilia Catari, representante histórica de las trabajadoras del hogar.
En la actualidad, la Red aglutina a mujeres del sector del magisterio urbano y rural, de seguros universitarios, mercados, trabajadoras del hogar, periodistas, trabajadoras municipales, de cooperativas telefónicas, constructoras, zafreras y transportistas, entre otras.
Para Isabel, la Red tuvo un crecimiento importante en estos 20 años. Pero cree que no es suficiente.
“Tenemos un documento político, el cual propone que la mujer tenga mayor participación en los espacios de decisión en los sindicatos. Es muy difícil el acceso. Hay que recordar el sindicalismo está netamente relacionado con la COB y resulta que a la fecha no hay una sola mujer que haya sido ejecutiva principal”, explica.
La COB tiene una estructura difícil de resquebrajar, pero, según Isabel, las mujeres trabajadoras y sindicalistas tienen el desafío de luchar para cambiar esos esquemas.
“Tenemos mucho para dar”, dice.
Nelly agrega que los dirigentes varones no toman en cuenta las demandas específicas de las mujeres, pese a que ellas suelen ser mayoría en muchos gremios y organizaciones.
Optimismo hacia el futuro
Nardys es optimista. Califica como un gran avance los espacios que se ganaron en la COB, entidad que siempre se ha caracterizado por ser cerrada.
“Ya tenemos puestos que son ocupados por mujeres líderes, ellas han nacido y forman parte de la Red. Desde mi visión personal veo que ya nos hacemos sentir. Ya somos más visibilizadas y ya no somos un relleno. Hubo un despertar en diferentes federaciones departamentales”.
No obstante, estos son solo algunos avances. La autonomía sindical plena aún está pendiente. Es decir, muchos de los mandatos, acciones y propuestas de las mujeres sindicalistas aún están supeditadas a las de organizaciones mixtas o de varones.
La educadora explica que la Red es un nexo que actualiza a las mujeres de diferentes sectores y estratos sociales sobre temáticas y reivindicaciones laborales. Destaca que realiza un trabajo a nivel nacional y llega a las mujeres que viven en lugares alejados, fuera del eje del país.
“Un ejemplo claro es mi caso. Yo soy del Beni y muchas veces no nos llega información (…) La Red nos ayuda a crecer como mujeres y líderes de forma activa”, dice Nardys.
Formación constante e investigación desde las bases
¿Cómo romper todos los obstáculos o barreras para ejercer con plenitud una carrera sindical?
La clave, coinciden todas, es trabajar unidas, escuchar sus voces y reunirse para plantear ideas o acciones conjuntas.
La capacitación constante es otro eje. Recientemente, las mujeres de la Red iniciaron un proceso de aprendizaje sobre herramientas de investigación feminista.
Este proyecto es un trabajo conjunto entre la red, el Centro de Estudios Populares (CEESP), con el apoyo del Fondo de Mujeres Bolivia Apthapi Jopueti.
Tuvo dos fases, una más orientada a la formación y otra dedicada a la puesta en práctica de recursos de investigación entre las mujeres de la Red.
En esta segunda fase, las participantes se hicieron entrevistas a sí mismas y a sus compañeras. Con esos insumos elaboraron ideas alrededor de la autonomía; desde las mujeres sindicalistas, desde las vivencias cotidianas.
“Hemos apostado por una investigación explícitamente feminista, es decir, una investigación situada, donde reconocemos quiénes somos y dónde nos ubicamos”, se lee en la cartilla que resultó del proyecto.
El documento explica que la investigación feminista busca abordar las maneras en que el “conocimiento construido” identifica las relaciones de poder que excluyen, minimizan o silencian a ciertos grupos en cada sociedad.
“A través de este curso hemos visto la importancia de escribir e investigar sobre nosotras”, explica Isabel.
Nardys asegura que el taller se convirtió en un espacio de intercambio y aprendizaje de nuevas técnicas de investigación.
Para todas, estos espacios de formación son de gran ayuda para documentar y escribir su historia. De esa manera, dicen, podrán dejar un testimonio para que las futuras generaciones conozcan y valoren el camino ya avanzado.