Ā”Reabrimos nuestra Tribuna Libre! Compartimos los apuntes de Quya Reyna, integrante del Grupo Jichha, sobre el protagonismo de las mujeres aymaras y alteƱas en la Gran Marcha contra la retardaciĆ³n de justicia y la violencia machista.
Ayer por la maƱana (31.01.22) se desarrollĆ³, en la ciudad de El Alto y La Paz, una marcha denunciando la retardaciĆ³n de justicia, la impunidad otorgada por la instituciĆ³n judicial a feminicidas y violadores.
TambiĆ©n se solicitĆ³ justicia por el feminicidio de Iris y Lucy, menores de edad que fueron asesinadas por Richard Choque Flores. Este feminicida fue liberado por el juez Rafael AlcĆ³n, a pesar de tener una sentencia de 30 aƱos por otro asesinato cometido en 2013.
Estos feminicidios ocurrieron en la ciudad de El Alto. Son casos que preocuparon a las familias alteƱas, mĆ”s que todo a las mujeres. La marcha se concentrĆ³ en la zona BalliviĆ”n de El Alto y se dirigiĆ³ al Tribunal de Justicia Departamental en la ciudad de La Paz.
Mujeres alteƱas, las protagonistas
MĆ”s allĆ” de la convocatoria iniciada por Mujeres Creando, me voy a concentrar en el protagonismo que ejercieron las mujeres aymaras y mujeres alteƱas. Lastimosamente, su protagonismo en la marcha fue opacado, segĆŗn percibĆ, por el de MarĆa Galindo.
Era necesario con urgencia visibilizar a las mujeres alteƱas y sus peticiones. Esta fue la primera gran marcha contra feminicidios en las que mujeres gremiales, aymaras y alteƱas participaron de forma voluntaria y sin ejercer ningĆŗn activismo.
Es decir, los casos de feminicidios y violencia machista han hecho que estas mujeres hayan tenido la necesidad de salir a las calles a protestar. Lamentablemente, una marcha tan necesaria para que ellas surjan como lĆderes de estas denuncias, otra vez deben estar a merced de lo que hace y dice MarĆa Galindo, sin involucrarlas realmente.
Yendo al punto. AsistĆ a la marcha para hacer una transmisiĆ³n junto con mi compaƱero, parte del Grupo Jichha, Wilmer Machaca. El objetivo fue, desde un inicio, que se muestre a la marcha como un medio de denuncia de mujeres aymaras. AsĆ lo hicimos.
Las mujeres a las que entrevistamos, de forma breve, evidentemente tienen un discurso polĆtico antimachista desde su condiciĆ³n de madres. Muchas veces se basaban en la preocupaciĆ³n por sus hijas, debido a que los feminicidios recientes fueron cometidos contra dos adolescentes.
Muchas de ellas expresaron que ya han pasado por denuncias en las cuales el procedimiento ha durado y sigue durando aƱos y que no se resuelven debido a jueces, fiscales e incluso abogados corruptos (ĀæQuiĆ©n regula la Ć©tica profesional de los abogados? ĀæHay alguna instancia? Si la hay, Āæfunciona?).
La pena de muerte y el Estado ausente
Algunas tĆas, en aymara, solicitaban al Estado que se encierre a los violadores y los feminicidas y que nunca mĆ”s vuelvan a salir. Es decir, que las instancias correspondientes puedan someter a los culpables a cadena perpetua.
Una condiciĆ³n para asistir a la marcha desde la convocatoria de Mujeres Creando fue que no se pida la pena de muerte, como parte de las medidas que deberĆa tomar el Estado. Obviamente, esto iba a ser imposible tratĆ”ndose de mujeres y hombres aymaras que, desde sus contextos, han usado la violencia para frenar la delincuencia, debido al Estado ausente.
Mujeres y hombres que han tenido que enfrentar durante aƱos esta desprotecciĆ³n. MĆ”s ahora, que es mucho mĆ”s evidente que la PolicĆa, las autoridades municipales y las instituciones del Estado no generan acciones eficaces para que esto pueda solucionarse.
En este caso, hubo muchas personas, entre hombres y mujeres, que solicitaron la pena de muerte. ĀæSon unos fascistas? No. Son personas, como todas, ya cansadas de tener que percibir injusticias en sus condiciones (como ciudad estigmatizada, de informalidad laboral, etc.). Solo que el entendimiento de justicia que ellas y ellos tienen es a partir de que el Estado elimine a estos sujetos.
Se podrĆa debatir mĆ”s sobre si estĆ” bien o mal, pero esto fue parte de las peticiones de gente alteƱa y aymara. Creo que hubiese sido importante escuchar sus justificaciones de forma amplia, antes de condicionarles a no expresarlas, cuando sĆ es importante.
Ā«No hay justicia para los pobresĀ»
Otra de las observaciones que hicieron las tĆas, las mujeres aymaras, es que la justicia no considera la situaciĆ³n econĆ³mica de las mujeres pobres. Puedes llegar a obtener justicia, pero esto solo sucede si les pagas a las autoridades y funcionarios por un TRABAJO QUE ES SU OBLIGACIĆN ejercer.
O sea, para tener Ā«justiciaĀ», hay que pagar coimas.
āNo hay justicia para los pobresā, fue una de las frases que escuchamos durante la marcha. Y es evidente que, en El Alto, donde mucha gente debe prestarse dinero del banco y debe trabajar al dĆa, la falta de ingresos es un obstĆ”culo para acceder a la justicia.
He asistido a varias marchas del 8 de marzo, que es la fecha en que varias plataformas y organizaciones feministas salen a protestar contra la violencia machista. AsĆ que puedo afirmar que esta fue la mĆ”s importante, histĆ³ricamente.
Fue la primera marcha a nivel nacional en la que mujeres aymaras adultas han asistido, autoconvocĆ”ndose, dejando de lado sus labores cotidianas. Muchas a las que entrevistamos son comerciantes y ganan al dĆa.
Salir a marchar y hacer activismo es un privilegio de clase. Un privilegio que tiene MarĆa Galindo y muchas activistas feministas. Es un privilegio generacional tambiĆ©n, porque varias jĆ³venes aymaras, como yo, gozamos de mayor libertad a comparaciĆ³n de nuestras madres.
Muchas mujeres no pueden dejar sus fuentes laborales o sus roles de madres (incluso habĆa mujeres que caminaron con sus hijos cargados en awayo), debido a que simplemente sus condiciones de sobrevivencia no se lo permiten. Aun asĆ, lo han hecho y eso le da mayor peso a su participaciĆ³n antes que a cualquiera que conformase la marcha.
Yo quiero reconocer eso ahora, darle el mayor protagonismo a algo que se ha invisibilizado durante este evento.
Poder escuchar a estas mujeres ha sido realmente emotivo.
De la lucha anticolonial a la lucha antimachista
La constante lucha contra el racismo colonial y contra los gobiernos racistas de turno āque se ha percibido en marchas y protestas como la del 2003 o la de 2019, protagonizadas por El Altoā, se han transformado, desde sus mujeres, en denuncias contra el machismo que las aymaras vivimos dĆa a dĆa en una ciudad que cada vez crece mĆ”s. Una ciudad tan grande que no le cabe en el cerebro a ninguna autoridad.
La alcaldesa de El Alto, Eva Copa, que deberĆa haber estado en la marcha representando las denuncias de las mujeres alteƱas y aymaras, no se presentĆ³.
Esta era la oportunidad para que una alteƱa pueda estar al lado de las mujeres escuchando y entendiendo sus denuncias (desde su contexto), para poderlas llevar al Gobierno y enfrentarse a Ʃl y sus autoridades como ya varias veces ha hecho.
No se es valiente cuando una quiera o para un discurso ya trillado, se es valiente cuando la gente que te ha llevado al poder te exige que lo seas porque muchas mujeres corren riesgo de morir.
En fin, Eva era esencial para que las alteƱas se hagan oĆr, pero parece que poco o nada le importa la relevancia que tuvo esta marcha gracias a las mujeres de El Alto.
CorrupciĆ³n judicial estructural
El rol del Estado es tambiĆ©n reprochable. Si las mujeres violadas y asesinadas no hubieran sido encontradas en la casa de Richard Choque, nunca hubiĆ©ramos sabido de la existencia de este hombre. Ni de todas las acciones delictuosas que cometiĆ³ ni del juez que lo liberĆ³.
El Estado no tiene la capacidad de evaluar a su Ćrgano de Justicia y sus instituciones, para poder ejercer control sobre Ć©l y determinar sanciones prudentes a quienes cometan delitos como funcionarios.
Tienen que morir mujeres para que reciĆ©n actĆŗen. Y luego detienen al feminicida y al juez, jactĆ”ndose de haber cumplido su labor. En realizad, es obvio que esto es estructural. Es parte de un sistema que no les interesa resolver porque se benefician de Ć©l.
Es urgente, realmente urgente, que desde la AlcaldĆa de El Alto, a la cabeza de Eva Copa (porque no tenemos otra mujer de mayor relevancia en el municipio), se pueda generar una agenda de lucha contra el machismo. Desde mujeres alteƱas y aymaras, porque los problemas sociales que viven las mujeres en la ciudad de El Alto, como aymaras y como migrantes del Ć”rea rural, son totalmente distintos a los que pueden percibir los movimientos feministas desde sus agendas.
ĀæCĆ³mo se puede entender que muchas mujeres jĆ³venes del campo caigan hasta el dĆa de hoy en manos de violadores o de gente que las prostituye?
Los problemas irresueltos
La migraciĆ³n de mujeres del campo (a la ciudad) es un asunto de gran importancia. Es obvio que hay una necesidad de adolescentes y jĆ³venes de trabajar y generar ingresos. Esto las lleva a buscar trabajos que pueden acabar en violencia y feminicidios. ĀæQuiĆ©n las protege?
Esta es una de todas las realidades que viven muchas mujeres en El Alto. Una realidad que vivimos muchas mujeres, mƔs allƔ de la delincuencia, que es otro problema no resuelto y que provoca indiferencia.
Comercio informal, ausencia de las madres en la crianza de sus hijos, porque deben ir a vender. Violaciones y secuestro desde movilidades que transitan libremente. Embarazos adolescentes de menores de edad que quieren salir de sus hogares por violencia intrafamiliar. Adolescentes que estudian y trabajan. Migrantes, prostituciĆ³n de menores de edadā¦
Estos problemas deben ser resueltos, inmediatamente, por una comisiĆ³n que represente todas las necesidades y las denuncias de alteƱas y aymaras.
Ā”Jallalla hermanas aymaras y alteƱas! Han hecho un esfuerzo por presentarse en la marcha y solicitar justicia, ustedes son la representaciĆ³n que se necesita en El Alto.