La historia de Marcelina Tapia refleja los impactos de la minería en los territorios comunitarios, las deficiencias en la normativa boliviana y la lucha constante de las mujeres en Potosí contra las injusticias socioeconómicas y ambientales.
Este texto recibió el Tercer Lugar del Premio Nacional de Periodismo Feminista 2023 organizado por Muy Waso.
La mañana del 19 de octubre del 2022, entre aplausos y conferencias de prensa, entre mixtura y flores, doña Marcelina Tapia recibió una condecoración del Concejo Municipal de Potosí. Junto a ella fueron convocadas otras 36 mujeres, con solo 24 horas de antelación, para ser declaradas como “mujeres potosinas destacadas”.
El reconocimiento está impreso en cartulina hilada y lleva la firma de todos los concejales. En él se lee: Condecoración “CNL. AMALIA VILLA DE LA TAPIA”.
Marcelina Tapia obtuvo la distinción por su trayectoria en la defensa de su territorio.
Luego de las fotografías oficiales y la solemnidad, Marcelina Tapia apura el paso hacia la salida. Debe marcharse a una reunión en su comunidad, debido a los problemas que atraviesa su Ayllu.
Antes de su partida, me acerco para saludarla y darle un abrazo. Le pregunto cómo se siente luego de la condecoración. Marcelina responde con una sonrisa esforzada.
—Bien, me encuentro bien nomás. Pero me encontraría mucho más contenta si las autoridades fueran a tomar el agua de los ríos de mi comunidad…
El territorio
El Ayllu Jesús de Machaca está ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Potosí. Detrás del Cerro Rico y hacia la carretera Potosí-Tarija. Está conformado por seis comunidades (Ollerias, Huanuni, Lakachaca, Chalviri Alta, Chalviri Baja y Villa Concepción).
El Ayllu Jesús de Machaca está saneado bajo la modalidad de las TCO (Tierras de Origen Comunitario). El saneamiento es un procedimiento técnico jurídico destinado para regularizar y perfeccionar el derecho de propiedad agraria.
En 2009, luego de la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado, el Ayllu Jesús de Machaca consolidó su saneamiento con una superficie aproximada de 10.000 hectáreas. Antes de este proceso, su jurisdicción conformaba gran parte de la zona alta de la ciudad de Potosí, incluyendo parte del Cerro Rico o Sumaj Orcko.
Marcelina Tapia
Tiene 58 años y su primera lengua es el quechua. Vive en la comunidad de Chalviri Baja, sección Alcko Tambo, del Ayllu Jesús de Machaca.
Desde sus 14 años, Marcelina Tapia participa de todas las actividades que tienen que ver con el progreso y el bienestar de todas las personas con las que comparte territorio. Lleva más de cuatro décadas dedicadas a su comunidad.
Entre 2021 y 2022, Marcelina Tapia revolucionó el sistema de representación de los pueblos indígenas originarios en su región. Ella fue la primera mujer elegida como autoridad máxima de su territorio, Alcko Tambo.
Hasta ese entonces, el rol de mujeres se limitaba al de acompañantes de los representantes principales. Varones, siempre varones.
Desde su adolescencia, Marcelina tenía una habilidad notable para organizar a la gente. Entonces tenía muchos deseos de educarse y asistir a la escuela, pero en Chalviri Baja no existía ninguna. Trasladarse hasta la ciudad no era una opción.
El liderazgo y las luchas de Marcelina
Años después, cuando su esposo fue elegido autoridad máxima de su comunidad, Marcelina tuvo que acompañarlo.
Sin embargo, como su esposo no podía dedicarle mucho tiempo al cargo, ella comenzó a organizar todas las actividades necesarias para cumplir con la responsabilidad. No fue fácil. Además de todas las tareas dedicadas a la comunidad, ella también debía cuidar de su hogar y de sus hijos.
Marcelina recuerda que hubo muchas ocasiones en las que pensó rendirse. Principalmente por la discriminación que sufría de parte de otras autoridades del Ayllu, quienes no la tomaban en cuenta solo por ser mujer.
Pero ella organizó a su comunidad y con ese apoyo logró sobreponerse al abuso de los demás líderes del Ayllu. Marcelina hizo respetar su opinión y sus decisiones.
Por todo este trabajo y su fortaleza, y como “castigo” a su esposo, en noviembre de 2021 fue elegida alcaldesa de Alcko Tambo, a través de una Asamblea General. Así se convirtió en la primera mujer en liderar la representación de esta comunidad.
Desde entonces, Marcelina, con el apoyo de su comunidad, comenzó a visibilizar y denunciar todos los actos de contaminación que realizan los ingenios mineros dentro de su territorio.
¿Progreso?
Numerosas investigaciones se enfocan en la explotación y abuso del Cerro Rico en la ciudad de Potosí. Es ampliamente conocido que el Sumaq Orcko (Gran Cerro) es un pilar económico fundamental para Bolivia desde hace varios siglos.
No solo a través de sus vetas de plata en la época colonial, sino también mediante la extracción actual de complejos de minerales por parte de cooperativas mineras y empresas privadas, que obtienen concesiones a través de contratos con el Estado y la delimitación de áreas de explotación minera.
Los complejos de minerales engloban materiales que albergan diversos minerales de gran valor económico. Los más explotados y comercializados son aquellos que contienen plomo, plata y zinc. Estos minerales, luego de ser extraídos de las minas, deben someterse a un proceso de separación y purificación. Una especie de tratamiento industrial que resulta en concentrados de zinc-plata o plomo-plata.
Estos concentrados mineros se convierten en materias primas vendidas a empresas transnacionales como Trafigura, Glencore, Altamira, Mufftrading, Penford y Traxis, muchas de las cuales operan en el territorio boliviano sin una constitución legal adecuada.
Minería y pueblos originarios
Un aspecto fundamental, muchas veces olvidado al discutir la minería en Bolivia, es el impacto de esta explotación en las comunidades de pueblos indígenas originarios cercanas al Cerro Rico.
Además de la explotación de su tierra y territorio, sufren el saqueo de sus recursos naturales y la contaminación del aire, suelo y agua. La experiencia del Ayllu Jesús de Machaca es un ejemplo.
Allí, a través de múltiples estrategias de presión, permitieron la instalación de ingenios mineros que son propiedad de varios «empresarios privados». Quienes persuadieron a las autoridades indígenas originarias de la zona para arrendar sus tierras con el fin de construir los ingenios.
Los ingenios y sus diques de colas en Potosí
Los diques de colas son una de las principales estructuras en los ingenios. Se trata de estructuras donde se depositan los residuos de minerales resultantes del tratamiento químico de los complejos de minerales.
En la mayoría de los casos, estos depósitos, pese a ser altamente contaminantes, no cumplen con las autorizaciones mínimas ni con licencias ambientales, según contó Marcelina Tapia durante una inspección realizada en colaboración con la Jefatura de Medio Ambiente del Gobierno Autónomo Municipal de Potosí en agosto de 2022.
Las regulaciones medioambientales, exigidas por la Secretaría de Madre Tierra dependiente del Gobierno Autónomo Municipal de Potosí, en cumplimiento de la ley 1333, incluyen requisitos como el manejo adecuado de los desechos de los diques de colas.
La infracción de esta normativa conlleva graves consecuencias ambientales, hasta la fecha sin acciones efectivas por parte de las autoridades para mitigarlas.
En 2022, el colapso de un dique de colas en Agua Dulce, Potosí, derramó 13 mil toneladas de residuos tóxicos mineros en afluentes que desembocan en el río internacional Pilcomayo.
Durante décadas, estos ingenios mineros han contaminado las tierras de la comunidades aledañas, cuyas actividades principales son la agricultura y la ganadería de bovinos y camélidos.
Arrastrados a la minería
Marcelina Tapia cuenta que, en los últimos años, los animales mueren debido a la contaminación causada por los ingenios mineros. Los pastizales están saturados de sustancias tóxicas, el agua está contaminada y los habitantes sufren constantemente la exposición a polvaredas de residuos minerales mal gestionados.
Así, el terreno se hizo infértil y obliga a las comunidades a buscar otras formas de subsistencia.
Marcelina dice que, a los habitantes de la zona, prácticamente los obligaron a convertirse en mineros, dejando atrás su tradicional actividad agrícola y ganadera.
«Antes sembrábamos papa, haba y las llamas y ovejas pastaban con tranquilidad en los pastizales. Pero desde que los ingenios se instalaron, los animales mueren y sus crías nacen deformes debido a la presencia de sustancias tóxicas en sus intestinos. El agua ya no es apta para el consumo y nuestros cultivos ya no producen. Nos han forzado a convertirnos en mineros…»
N. del E. Esta cita fue traducida del quechua por la autora de la crónica.
El negocio minero en Potosí
Los empresarios mineros, mediante prácticas opacas que suelen involucrar a algunas autoridades indígenas originarias, logran arrendar tierras para la explotación minera a precios irrisorios.
Su “inversión” ronda entre los 300 y 500 dólares mensuales (por alrededor de 12 a 14 hectáreas). Estas cifras no compensan el grave daño causado al territorio ni los efectos nocivos en la salud y vida de sus habitantes.
En contraste, los ingenios mineros cobran entre 30 y 35 dólares por cada tonelada de mineral procesada. Dependiendo de la capacidad de sus molinos, los ingenios varían en su capacidad de procesamiento.
Los más grandes son capaces de procesar entre 300 y 500 toneladas diarias. Sus ingresos rondan los 15 a 17 mil dólares americanos por día, equivalentes a unos seis millones de dólares anuales (sin considerar los gastos de instalación y funcionamiento de la maquinaria).
Los ingenios de mayor envergadura tienen capacidades de procesamiento de mineral que oscilan entre las 300 y las 500 toneladas por día.
Los ingenios mineros, por lo común, excavan diques de colas de manera precaria, priorizando la rentabilidad, sin cumplir con las normas ambientales mínimas.
La mayoría de estos depósitos no cuentan con proyectos de construcción ni con geomembranas que prevengan que los desechos químicos penetren las capas de tierra y alcancen las fuentes de agua de la comunidad.
Rompiendo el silencio
Doña Marcelina, respaldada por su comunidad, denunció estas vulneraciones a la norma y la contaminación resultante durante los meses de junio y julio de 2022.
Acudió al INRA, Alcaldía, Gobernación, Secretarías de Medio Ambiente, Ministerio Público y el Ministerio de Medio Ambiente. Pero ninguna de las instituciones le ofreció soluciones concretas.
Ante la urgencia de proteger su territorio, doña Marcelina decidió bloquear al Ingenio Minero La Estrella S.R.L., el cual es el principal causante de la contaminación en su área.
Sin embargo, esta estrategia de protesta fue abruptamente interrumpida por una acción legal emprendida por el representante legal de La Estrella, quien acusó a los comunarios de atentar contra el derecho al trabajo.
Este proceso, dado el poder económico y la influencia minera en la región, avanzó más rápido que las denuncias por daño medioambiental presentadas por doña Marcelina.
La burocracia se impone con una serie de inspecciones e informes tediosos que alimentan la inacción. Mientras, la contaminación del territorio de la comunidad Alcko Tambo continúa avanzando.
Epílogo
Este contexto agrava una situación en la que las comunidades de Potosí no pueden tomar medidas directas para defender su territorio. La Justicia y la normativa se inclinan hacia el beneficio económico y empresarial, relegando el derecho a la vida y a un medioambiente saludable de toda una comunidad.
La explotación y la contaminación del territorio de estas comunidades no solo representan una degradación del medioambiente, sino también una forma de violencia en contra de las mujeres.
Son ellas quienes sufren las consecuencias junto a las personas ancianas, quienes en su mayoría dependen de la agricultura y la ganadería como fuente de ingresos.
En cambio, muchos dirigentes varones, en calidad de autoridades e impulsados por intereses personales, permitieron la instalación de estos ingenios mineros en el territorio de Alcko Tambo.
Actualmente, Marcelina Tapia no ejerce ningún cargo dentro de su comunidad. Pero sigue apoyando y motivando a las actuales autoridades en la lucha contra la contaminación y la explotación minera.
Doña Marcelina desafió el silencio en su comunidad, se enfrentó a grandes empresas e interpeló la negligencia de las autoridades con la esperanza de algún día volver a ver los pastizales donde solía jugar y pastorear a sus llamas cuando era niña.