El derrame de 13 mil toneladas de residuos tóxicos mineros en afluentes que desembocan en el río internacional Pilcomayo es la cuarta tragedia de este tipo de la que se tiene registro desde 1996.
A un mes del hecho, las autoridades no garantizan planes de contingencia y niegan el daño pese a que en 2014 se reportaron al menos ocho diques de colas de alto riesgo en la zona.
“¿De qué vamos a vivir? Sin el Pilcomayo moriríamos de hambre”, dice Francisco Pérez Nasario. Él es presidente del Comité de Defensa del Río Pilcomayo en Villa Montes y comunario indígena Weenhayek.
La comunidad indígena Weenhayek es una de las más de 600 comunidades que viven dentro los límites de la cuenca del río Pilcomayo. El pueblo weenhayek está desplegado en los municipios de Villa Montes, Yacuiba y Crevaux del departamento de Tarija, Bolivia. Se alimentan del Pilcomayo a través de la pesca y su comercio.
El miércoles (17.08.22), la Gobernación de Tarija confirmó que el agua del Pilcomayo no es apta para consumo humano, luego del derrame minero causado por el colapso de un dique desechos mineros en la comunidad de Agua Dulce, Potosí.
El derrame minero en Agua Dulce
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Este nuevo desastre ambiental se suma a otras amenazas que contaminan las aguas de uno de los ríos más indomables y peculiares de América del Sur.
El 23 de julio el dique de colas en Agua Dulce colapsó y vertió 13 mil toneladas de residuos de minería altamente contaminantes en la quebrada de Jayasmayu. Esta quebrada, a través del río Tarapaya, se conecta con el río Pilcomayo.
Hace unos días, la Gobernación de Potosí retiró la denuncia que había presentado en contra la Federación de Cooperativas Mineras (Fedecomin) Potosí por la contaminación del río Pilcomayo.
Medios argentinos aseguraron que un informe de laboratorio menciona que las muestras recolectadas en zonas aledañas son de clase C, con base en los límites permitidos establecidos en la Ley de Medio Ambiente 1333 de Bolivia.
La Ley de Medio Ambiente afirma que las aguas de clase C son “aguas de utilidad general, que para ser habilitadas para consumo humano requieren tratamiento físico-químico completo y desinfección bacteriológica”.
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Gobierno niega contaminación
El año 2019 un diagnóstico evaluó la calidad ecológica de 38 ríos de la Cuenca Andina del Pilcomayo. Los resultados muestran que algo más del 50% de estos ambientes presentan una condición entre “dudosa” y “muy crítica».
Los ríos de categoría dudosa hasta muy crítica siempre se encuentran cerca de centros mineros, afirma el diagnóstico de la calidad ecológica de los ríos en la Cuenca Pilcomayo.
El documento concluye que la calidad general del medio ambiente en el Pilcomayo es un riesgo para el ser humano y los ecosistemas.
Sin embargo, el viceministro de Medio Ambiente y Agua, Magín Herrera, negó la contaminación de las aguas del Pilcomayo. Ayer (19.08.22), la autoridad aseguró que las muestras de metales exponen la presencia de “cantidades bajísimas» de hierro, plomo, cadmio, plata y zinc.
«La contaminación es nula, no hay afectación a sistemas de vida», dijo Magin Herrera.
El riesgo ambiental
Las familias indígenas del pueblo Weenhayek de la Región del Chaco, en el departamento de Tarija, piden la declaratoria de emergencia en el municipio de Villa Montes.
Francisco Pérez dice que las aguas del Pilcomayo sustentan su forma de vida. Las comunidades se ven afectadas por la contaminación y no descartan acciones legales y medidas de presión por la lenta respuesta de las autoridades frente al derrame.
Antes de este incidente, en 2014, una publicación de la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Río Pilcomayo identificó 45 diques de colas en la Alta Cuenca del río Pilcomayo. Ocho de estos fueron catalogados de “mayor riesgo». Ninguno de ellos es el dique colapsado en Agua Dulce.
Las colas son los residuos de la actividad minera durante la etapa de procesamiento de los minerales. En la comunidad de Agua Dulce hay otros cuatro, además del que cedió recientemente.
Este tipo de reportes son publicados desde hace al menos 20 años. Un informe de 2003 advierte que «todos los ingenios vierten sus colas a los ríos o quebradas, donde ocasionan una contaminación muy severa. La composición de estas colas contienen SS (sólidos en suspensión) y aguas alcalinas».
Antecedentes de derrames mineros en el Pilcomayo
Existen al menos tres antecedentes de incidentes de fallas en los diques de colas mineros en la Alta Cuenca del Pilcomayo.
El 29 de agosto de 1996 se produjo el primer gran desastre. Sucedió con la falla del dique de Porco. En el hecho se descargaron lodos tóxicos hacia la subcuenca del río Pilaya.
El 2 de agosto de 2000 se produjo un derrame desde el dique de colas de Itos, debido a la perforación de una membrana. Afectó un área de alrededor de tres kilómetros, llegando hasta el sector de Iroco.
El último desastre ambiental sucedió el año 2014. Tuvo lugar un incidente de falla de un dique de colas perteneciente a la Empresa Minera Santiago Apóstol, ubicado en la localidad potosina de Canutillos.
En ese caso los desechos se descargaron al río Colavi, afluente del Pilcomayo.
Ese mismo año, las aguas de la cuenca alta del río Pilcomayo estaban contaminadas con 68.8% más de lo permitido de cadmio y 340% de antimonio, según el reporte documentado de IGEMA.
El año 2016 el director de la Oficina Técnica Nacional de los Ríos Pilcomayo y Bermejo (OTN), Pablo Canedo, informó a los medios de 1,800 puntos de contaminación ambiental por causas diversas en las cabeceras del río Pilcomayo en Potosí.
600 comunidades de Chuquisaca, Potosí y Tarija en las cuencas del río Pilcomayo fueron afectadas por la contaminación minera en ese entonces.
Indígenas Weenhayek denuncian afectaciones
Francisco Pérez denuncia que las autoridades no responden a su pedido de información respecto a la situación del río Pilcomayo.
“Nos hemos enterado por las redes sociales sobre la contaminación (en Agua Dulce)”, agrega.
Muy Waso solicitó información sobre la calidad del agua a la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Río Pilcomayo. En su respuesta, la Comisión explica que, por una decisión del directorio, la delegación de Bolivia debía autorizar el acceso a los datos. Hasta el momento de esta publicación no se obtuvo respuesta.
Del otro lado de la frontera, en Argentina, las autoridades de la provincia de Salta recomendaron no bañarse, no pescar ni consumir agua del río Pilcomayo a la espera de los estudios realizados en la provincia norteña. Los resultados serán entregados a fin de mes.
Francisco admite que la venta de pescado bajó, pero que las familias Weenhayek continúan utilizando las aguas del río.
“La gente va a seguir consumiendo el pescado porque no tiene más para comer. La comunidad indígena Weenhayek vive de la pesca”, explica Francisco.
Un río impredecible
El Pilcomayo no es un río cualquiera. El “indomable río de América del Sur” es impredecible en su curso. También, se destaca por tener la mayor cantidad de transporte de sedimentos en el mundo. Su tasa media anual es de 125 millones de toneladas.
Este fenómeno, muchas veces, afecta su propio caudal, causando sequías e inundaciones.
El río Pilcomayo atraviesa los territorios de Bolivia (31%), Argentina (25%) y Paraguay (44%) en un recorrido de más de dos mil kilómetros.
Pese a su naturaleza incontrolable, diversas investigaciones demuestran que la cuenca Pilcomayo está en constante amenaza por la contaminación minera, la deforestación y el cambio climático, ante la mirada pasiva de los gobiernos y sus autoridades.
Paradójicamente, Bolivia fue el segundo país en el mundo en reconocer los derechos de la Madre Tierra.
¿Y los derechos de los ríos?
Pero los ríos no parecen ser reconocidos como sujetos de derechos. Se ejerce violencia contra ellos, sus ecosistemas y las comunidades indígenas, campesinas y urbanas que las habitan.
Muchas de las normas medioambientales en Bolivia son “simbólicas”. La Ley 071 de derechos de la Madre Tierra está vigente en Bolivia desde el año 2010. La Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral Para Vivir Bien desde el 2012.
Representan grandes avances históricos y discursivos, pero son ignorados en la práctica.
En Bolivia, la cuenca del Pilcomayo ocupa una superficie de 113,080 kilómetros cuadrados, lo que representa el 10.3% de la superficie del país, asegura un estudio del 2019.
En la cuenca Pilcomayo se desarrollan muchas actividades económicas para Bolivia. La minería en las zonas altas de los departamentos de Oruro y Potosí. Agricultura en los valles interandinos, y actividad petrolífera y pesca en los ríos subandinos.
Sin embargo, muchas de ellas atentan contra el futuro y la vida de sus habitantes, ecosistemas y biodiversidad.