Desde este tiempo y mi territorio, el que habito y transformo, la vida me ha llevado a reconocer mi herida colonial.
En este camino escogí mirar con amor y responsabilidad aquello que la historia, hasta hoy, se niega a ver, se niega a reparar. La bondad de mis ancestrxs me hizo ver que también en mi historia está el colonizador: injusto, caprichoso, ciego y también inútil a su tiempo y a su corazón.
Hoy, honrando a mi linaje paterno y materno, agradezco su poder y sabiduría. Su muerte ha juntado mis sangres, me ha hecho ver por qué escogí mirar y hacer lo que hago. Ahora me han hecho aprender a entender que solita no puedo: ni borrar la historia, ni cambiar o revivir a nuestrxs muertxs. O hacer ver el dolor, las injusticias en torno al biopoder. No puedo. Y eso me ha costado mucho dolor y me ha llevado a caer en la oscuridad, en las noches oscuras del alma.
Gracias al amor de mis ancestrxs, ahora escojo hacerlo mejor. Me permito y les pido permisividad para hacerlo mejor. Para reconocer que nada es más importante que la vida, que sabernos en vida. Saber que nadie puede definir quién y bajo qué méritos nos quedamos vivxs (aunque nos lo hayan hecho creer así). Que hay quienes estaban primero en la vida, en la tierra, según la armonía del universo, y su historia merece ser honrada. De verdad.
No celebro a la cultura de la muerte o la victoria del opresor, no celebro mirar por encima, castigar el fuego, la confianza y el amor que se han otorgado y traicionado. No celebro el sistema de condena por ser y pensar diferente a las hegemonías. Tampoco celebro el extractivismo, la matanza.
Decido vivir sabiéndome de ambos lados, pero escogiendo mirar con respeto a mi sangre, nombrando y honrando el camino de mi corazón. Nuestra historia necesita incomodarse y reconocer que perpetuar símbolos, hegemonías y sistemas manchados de sangre injusticiada no sanan ni abren nuevos caminos de unión.
La herida colonial no basta con un “supéralo”. ¿Acaso nunca han presenciado un trabajo de tejido? Cuando hay una falla, se busca minuciosamente, sin miedo se desteje, se llega al error y aunque frustre, incomode y te aconsejen “dejarlo así nomas” vuelves a tejer. Vuelves a unir con atención y armonía cada punto, para tener un abrigo fuerte. Ese al que todos acudimos cuando somos wawas asustadas.
Me preguntaron por qué así, de “esa forma”. Lo hago por mi sangre herida, lo hago por las mujeres que viven en mí y fueron masacradas. Por las que nunca han podido quemar ni colonizar, lo hago por los colonizadores de las que mi sangre también viene. Porque ellos tal vez no vivieron en la oportunidad de mirar diferente. Lo hago porque quiero vivir tejiendo mejores colores para lxs que estaban, lxs que estamos y lxs que estarán.
Lo hago por amor a vivir mi vida.
¡Jallalla nuestra memoria y vida!
¡Wañuchun al sistema opresor y de muerte!