El poder de las chicas en el liderazgo: Jhovana tiene 23 años y mucho conocimiento para compartir. Ya sea con información técnica sobre sus cultivos, estrategias de mercadotecnia o impulsando capacitaciones, Jhovana lidera a las niñas y jóvenes de su comunidad hacia su autonomía política y económica.
Pese a que solo se encuentra a una hora desde la ciudad de La Paz, el camino de entrada a su comunidad es de ripio. Está lleno de subidas y bajadas, muchas curvas y unos pocos charcos.
Alrededor solo se ven montañas, rocas, arena. Entre tanta aridez apenas se alcanzan a ver unos cuantos manojos de paja brava brotando con esfuerzo. En medio de este paisaje, Jhovana, junto a toda su familia, construyó un verdadero oasis.
En sus carpas solares, Jhovana produce arveja china, acelga, apio, albahaca y rúcula. También tiene lechuga señorita, lechuga crespa, unas dos variedades de espinaca y la lista podría continuar.
“Soy una emprendedora”, dice Jhovana con orgullo, a sus 23 años, al mostrar la variedad de su producción.
En Bolivia, según un estudio de 2021, la agricultura familiar provee el 87.6% de la producción de cultivos alimentarios en el país. Personas como Jhovana producen casi la totalidad de los alimentos de la canasta básica.
Además, en medio de sus parcelas e invernaderos, ella y su familia crían animales pequeños (gallinas, cerdos y ovejas) para su propio consumo.
Las transformaciones y los sueños
Pero no siempre fue así. Cuando tenía cinco o seis años, Jhovana recuerda que en su comunidad no solían producir verduras. Sus padres debían caminar tres o cuatro horas hasta la feria más cercana para conseguirlas.
Los datos del censo 2012, cuando Jhovanna aún era una adolescente, muestran que ocho de cada diez personas en su municipio vivían en la pobreza. Solo el 2.7% tenía sus necesidades básicas satisfechas.
“Antes la comunidad era dispersa. Las casas solo se construían de adobe y paja”, recuerda Jhovana, sobre algunas de las carencias del lugar.
Aunque las cosas se han transformado, gracias a la organización comunal y la colaboración, Jhovana todavía tiene grandes planes.
“Poco a poco necesitamos escalar para llegar a comercializar (nuestros productos), con nuestro propio marketing y logotipo, a nivel nacional. Ese es mi objetivo como emprendedora”, dice convencida del potencial de su proyecto y la calidad de sus productos.
Cuando habla de sus sueños, Jhovana siempre usa el plural. Piensa en las niñas y jóvenes de su comunidad. “Quiero apoyar a los que vienen, mi hermanito, mi hermanita”, explica.
“Las niñas y las jóvenes que vienen pueden emprender, desde la solidaridad y la colaboración. La unión hace la fuerza”, asegura Jhovana.
Jhovana frente a la crisis climática
“Nosotras cuidamos la tierra”, dice Jhovana. Aclara que el terreno es fundamental para su sustento económico. Pero su intención también es proteger el medioambiente.
En sus cultivos, Jhovana y su familia no utilizan fertilizantes químicos y evitan usar semillas transgénicas. En cambio, buscan otro tipo de estrategias para mejorar su producción y cuidar la naturaleza.
“Antes teníamos desventaja. La producción a campo abierto, por el cambio climático, no tenía rendimiento. Cualquier momento la helada, la granizada o la sequía nos afectaba”, explica.
Esto provocaba graves dificultades económicas para las familias de la zona. Incluida la de Jhovana.
Por eso optaron por la instalación de carpas solares con ambientes atemperados que favorecen la producción de ciertas hortalizas. Gracias a ellas tienen producción “año redondo” y no por temporadas.
“Producimos ecológicamente”, dice Jhovana. Luego ofrece una gran cantidad de detalles técnicos sobre fases fenológicas, porcentajes de germinación, rotación de cultivos y controles etológicos.
Jhovana también tiene composteras llenas de lombrices californianas, donde aprovecha todos los desechos orgánicos de su emprendimiento. Además, habilitó un centro de procesamiento donde lava, embolsa, pesa y empaqueta sus productos.
El conocimiento de las chicas
Jhovana es una lideresa muy querida entre las niñas, adolescentes y jóvenes de su comunidad. “He tenido la oportunidad de capacitarme y dirigir a otras compañeras. Por eso me considero líder”, admite entre sonrisas.
Las recomendaciones de Jhovana siempre están orientadas a la capacitación constante, a la autoestima y al autocuidado. Ella cree firmemente en la colaboración y el trabajo en equipo.
“Nosotras somos capaces, tenemos la inteligencia de poder emprender. Sí, tal vez el hombre nos puede ganar en la fuerza, pero no en el conocimiento”, sostiene Jhovana.
Según las proyecciones de población del INE para el 2020, la mitad de las pobladoras del municipio de Jhovana son mujeres.
Las amigas, vecinas y compañeras de Jhovana están muy agradecidas con su liderazgo y sus consejos. “Nosotras ahora te vamos a seguir, viéndote y con tu ejemplo”, le dicen habitualmente.
“Yo siempre les animo a que estudien, a que sean personas con conocimiento y que puedan ser autónomas de sus propias vidas”, resalta.
Talleres y capacitaciones junto a Plan International
Para ella, la autonomía económica y política de las mujeres es clave para transformar su comunidad y la vida de sus compañeras.
Son ideas y conceptos que fue asentando a través de su experiencia de vida y gracias a capacitaciones brindadas por Plan International en su zona.
Jhovana se acercó a estas reflexiones a través del proyecto Folife (Formación de Liderazgos Feministas), que promueve la autonomía social y económica de adolescentes y jóvenes en zonas rurales del altiplano.
Su principal objetivo es romper los círculos de dependencia que desencadenan violencia y desigualdad contra las mujeres.
El proyecto Folife es implementado en los municipios de Calamarca y Jesús de Machaca en La Paz, además de Betanzos en Potosí. E
En Folife, Plan International trabaja con unas 1,800 personas jóvenes, la mayoría mujeres. Además, participan del proyecto unas ocho mil mujeres y unos seis mil varones mayores de 24 años.
“Antes no estaba muy informada. Desde que Plan International llega y apoya en temas de equidad de género o la ley municipal de juventud, las niñas, adolescentes y jóvenes tuvimos la oportunidad de capacitarnos”, cuenta Jhovana.
El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe revela que aún existe una brecha de más del 20% en la tasa de participación económica entre mujeres y hombres que viven en zonas rurales de Bolivia.
Intercambio de experiencias
Además de formarse en liderazgo feminista, Jhovana también participó de cursos y talleres para mujeres emprendedoras. Estos programas le permitieron viajar y conocer a compañeras de otras regiones del país en su misma situación.
“En Rurrenabaque, Beni, conocí que formaron una red de jóvenes en acción. Estaban organizados en temas (de emprendimiento) turístico y restaurantes. Estos jóvenes trabajan mutuamente”, recuerda Jhovana y lo que más rescata de la experiencia es, precisamente, ese trabajo colaborativo.
Jhovana también compartió experiencia y conocimiento con mujeres empresarias de la ciudad de La Paz. Así pudo acercarse a negocios que llevan más tiempo que el suyo y conocer las estrategias que usaron para crecer.
“Mi sueño es poder tecnificar mucho más mi emprendimiento y mejorar mi producción en diferentes variedades”, comenta Jhovana, que también quiere que sus productos lleven la sigla de su nombre en el empaque.
“Quiero comercializar de la productora al consumidor en los supermercados y ferias, a nivel departamental y nacional. Y también buscar nuevos mercados a través del marketing”, dice Jhovana completamente segura de sus objetivos.