Fronteras invisibles
Una discriminación que Glenda siente en una ciudad que, según describe, tiene fronteras que separan a la gente.
—En la ciudad de La Paz hay una línea invisible, pero existente, que está por la San Francisco. Allí se corta el abajo del arriba. Entonces, aquí, arriba, yo feliz entro, salgo, “¡Comadre!”, “hola” (ruidos de besos), ¿no? Voy bajando y ya en el centro es otra cosa, ya siento otras miradas. Bajo más y es distinto…
El sur de La Paz o el “abajo” determinado por su ubicación en la topografía de la ciudad, está identificado en el imaginario colectivo como el lugar propio de los jailones, asociándolo a menudo con las condiciones de vida y el nivel de consumo más elevados de la ciudad.
Así lo explica el trabajo impulsado por el Programa de Investigación Estratégica de Bolivia (PIEB), Jailones. En torno a la identidad cultural de los jóvenes de la élite paceña. Una investigación acerca de la zona sur, con San Miguel como el barrio más emblemático.
Para Glenda, en ese espacio, a pesar de que no existen muros alrededor, hay sutiles barreras.
—Si bien la gente ya está económicamente mucho mejor, no puede pues irse a vivir a la zona sur. ¿Y por qué? Porque a veces no tenemos esa… no sé, esa valentía. Deberíamos poder ir y decir: ya, por último, qué me importa si no me hablan, yo vivo aquí porque quiero.
Glenda es madre de Analiz, Luciana y Santiago, quienes asisten a uno de los colegios más caros de la ciudad.
—Yo tengo mis hijos que estudian en la zona sur. Antes de que los papás se enteraran de que yo vestía de pollera —porque yo iba de vestido— todo estaba bien. Ahora no me hablan. Es triste. Cuando hay una actividad, soy como invisible… De más de sesenta papás, con esta mano puedo contar cuántos me saludan.
Pareciera ser que la pollera puede ser muy bonita… o no. Dependiendo de quién la usa.
—Que esa cantante la use (Valeria Milligan) no me molesta. Me molesta que la gente que va a verla no me vea de la misma manera. Porque es como te decía, al final de cuentas, ella es mujer, yo soy mujer, ella tiene plata, yo tengo plata. Y eso es lo que realmente, de fondo, me molesta: que la gente que va a verla a ella y la admira y la trata re bien, no me pueda tratar a mí igual”.