Este texto recibiĆ³ la Tercera MenciĆ³n honrosa del Premio Nacional de Periodismo Feminista 2023 organizado por Muy Waso.
Parte de lo que entiendo por rebeldĆa es seguir escribiendo nuestra historia, nuestras historias. Escuchar a quienes sostienen la vida es lo que alimenta esta lucha. Visibilizar los rostros de quienes resisten desde el territorio es imprescindible. Para recuperar nuestras memoria, es necesario hablar desde la experiencia de vida.
Miriam pone sobre la mesa un debate, por momentos, incĆ³modo:
āTus problemas, tus necesidades y tus prioridades como ācarayanaā (mujer blanca), no son las mismas que las mĆas como mujer indĆgenaā.
Miriam tuvo que salir de San JosĆ© de Uchupiamonas a los 15 aƱos. Necesitaba trabajar para mantener a sus siete hermanos menores. Luego atravesĆ³ una situaciĆ³n de violencia familiar que la obligĆ³ a hacerse cargo de sus hijos sola. Estas vivencias la condujeron a plantearse un activismo con la convicciĆ³n de luchar por los derechos y las reivindicaciones de las mujeres.
Pero su lucha fue mĆ”s allĆ” cuando retorno. Al volver, Miriam se encontrĆ³ con la devastadora explotaciĆ³n de madera que estaba acabando con la mara, una especie botĆ”nica nativa de la zona intertropical americana.
Ya con una mirada mĆ”s colectiva, Miriam se propuso alzar la voz y defender los derechos de los y las indĆgenas, resistiendo y poniendo el cuerpo desde el territorio.
Las luchas por el territorio
A lo largo de la historia nos hemos percatado de cientos de desigualdades, las hemos sentido en el cuerpo, en mayor o menor medida, desde nuestros territorios y desde nuestras realidades. La perpetraciĆ³n de violencias sobre las mujeres ha provocado diferentes respuestas que marcaron hitos en la conquista de nuestros derechos.
Esto nos hace entender nuestros diferentes enfoques de lucha, planteados como respuesta a las amenazas que encaramos desde nuestros territorios. AsĆ, resulta imprescindible visibilizar el habitar los territorios como un acto de resistencia de las mujeres que sostienen la vida. Ellas, las que ponen el cuerpo por un bien comĆŗn y la preservaciĆ³n de la Madre Tierra.
āPara mĆ el territorio es como mi cuerpo. Tengo que cuidarlo y protegerlo de cualquier amenaza. Todos los dĆas. Porque si no cuido yo mi cuerpo, ĀæquiĆ©n me lo va a cuidar? Por eso nosotras, las mujeres lĆderes indĆgenas, siempre vamos a proteger nuestra tierra. Porque es defender la vida, defender nuestro cuerpoā, reflexiona Miriam Pariamo Apana.
Miriam, actualmente, es lĆder indĆgena del pueblo de San JosĆ© de Uchupiamonas, ubicado en el corazĆ³n del parque nacional Madidi, al norte del departamento de La Paz y vicepresidenta de la Central de Mujeres IndĆgenas del Norte de La Paz (CMILAP).
En una visita a San JosƩ de Uchupiamonas, por medio de diferentes conversaciones con mujeres josesanas, resulta evidente la persistencia en encontrar los mecanismos y espacios para generar, fortalecer y extender sus organizaciones.
La defensa del territorio es transversal en la mirada y anĆ”lisis de la realidad del pueblo. Entendiendo que, segĆŗn sus percepciones, enfocan su lucha bajo diferentes perspectivas, pero con un mismo objetivo.
Por un lado, la defensa con la mirada de la protecciĆ³n del medio ambiente. Desde la necesidad de recorrer y conocer su territorio y por otro lado, los nuevos aportes de las nuevas generaciones incorporando una visiĆ³n enfocada en el cuidado y desarrollo de los niƱos y niƱas. Instaurando, ademĆ”s, una visiĆ³n de gĆ©nero en las prĆ”cticas del pueblo.
El Club de Madres de las mujeres uchupiamonas
En la construcciĆ³n de sus organizaciones, en un inicio y como primer acto de organizaciĆ³n, nace el Club de Madres, con el pretexto de reunirse para jugar futbol. Esto conllevĆ³ a generar un espacio comĆŗn que les permitiĆ³ evolucionar en una organizaciĆ³n de mujeres que hoy cuenta con una personerĆa jurĆdica. Esta evoluciĆ³n les abre nuevos espacios y oportunidades en la interacciĆ³n directa con el mundo.
El club de madres ya se habĆa consolidado por la organizaciĆ³n de seƱoras de mayor edad que venĆan reafirmando sus luchas que fueron sumando voces y sentires de nuevas generaciones, fortaleciendo esa iniciativa que les permitiĆ³ transformarse en la OrganizaciĆ³n de Mujeres IndĆgenas de San JosĆ© de Uchupiamonas (OMISJU), gracias al trabajo colectivo.
AdemĆ”s de la bĆŗsqueda de una participaciĆ³n equitativa en la toma de decisiones en el pueblo, de a poco se fueron rompiendo imposiciones machistas que coartaban la participaciĆ³n de las mujeres. Pero, sobre todo, que invisibilizaban el trabajo domĆ©stico, asumido como un rol de gĆ©nero y negando esa labor como la que sostuvo y sostiene la defensa del territorio.
Si bien existe el tejido transversal del conflicto de la violencia en tĆ©rminos de gĆ©nero, la problematizaciĆ³n de la realidad no se basa en ello, sino mĆ”s bien en la subsistencia como pueblo frente a las amenazas que persisten en esta zona y que los pone en permanente riesgo. Por ejemplo, la minerĆa que contamina sus rĆos, la pesca a gran escala que les quita su sustento, la extracciĆ³n de madera que pone en riesgo su flora o la caza indiscriminada que amenaza su fauna.
Bajo ese enfoque y desde la experiencia de algunas mujeres, que de alguna manera aportaron o son parte de esta organizaciĆ³n, como Miriam que hoy es parte de la ConfederaciĆ³n Nacional de Mujeres IndĆgenas de Bolivia (CNAMIB) y vicepresidenta de la CMILAP y Juana Pariamo, quien se encuentra a la cabeza de la OMISJU, cuestionan la conformaciĆ³n de un nuevo grupo de mujeres dentro del pueblo. SegĆŗn ellas, todas deberĆan estar unidas y encarar la lucha desde una sola mirada y desde una misma agrupaciĆ³n como mujeres uchupiamonas.
Nuevas y distintas perspectivas
Sin embargo, la necesidad de organizarse de las mĆ”s jĆ³venes expone una perspectiva distinta. Desde sus necesidades, preocupaciones y experiencias, que son, obviamente, diferentes a las de las mĆ”s antiguas. Ellas aclaran que esto no significa que su lucha o su objetivo final sea otro o contradiga a lo que plantea la OMISJU, simplemente proponen abordarlo desde otra mirada. Creen necesario poner mĆ”s esfuerzos en educaciĆ³n, capacitaciĆ³n y proyectos que fortalezcan su desarrollo. Su objetivo es tener mejores herramientas para la defensa y conservaciĆ³n de su territorio.
āTodo partiĆ³ de la conversaciĆ³n entre cuatro mujeres, hace poco mĆ”s de tres aƱos. De nuestra preocupaciĆ³n como jĆ³venes, de cĆ³mo generar oportunidades que nos den ingresos y nos permitan una independencia econĆ³mica y nuestra preocupaciĆ³n por los niƱos. Desde su educaciĆ³n, hablar de violencia y preguntarnos quĆ© es lo que les estamos dejando a ellos. QuĆ© les estamos enseƱando, quĆ© conocimientos les estamos transmitiendo que aporten y fortalezcan la preservaciĆ³n de nuestra culturaĀ», reflexiona Sonia.
Ā«Si no cuidamos nuestra cultura, si no conocemos sobre ella, sobre nuestros derechos y lo que nos corresponde como pueblo… ĀæCon quĆ© argumentos vamos a defender nuestro territorio? Estas preocupaciones fueron resonando en otras jĆ³venes. Hoy somos 20 mujeres que conformamos la OrganizaciĆ³n de Mujeres y NiƱosā, aƱade, como vicepresidenta de esta nueva organizaciĆ³n.
Pero, ĀæquiĆ©nes las cuidan a ellas, a quienes sostienen la vida?