Según la estimación de un reciente diagnóstico nacional, el aporte al PIB de los trabajos domésticos y de cuidado no remunerados realizados por mujeres es del 11.5%.
Esta cifra es la segunda más importante y supera la participación de sectores como el transporte y almacenamiento, comercio y minerales en 2021.
Si las mujeres que se encargan del cuidado de niñes, ancianxs y otras personas que necesitan atención hubiesen cobrado por ese trabajo durante la cuarentena, su salario mensual habría superado fácilmente los cinco mil bolivianos.
Durante la pandemia el aporte de las mujeres al sostenimiento de las economías y la vida se incrementó considerablemente. En los momentos más críticos, cuando el Estado boliviano se revelaba más desbordado e ineficiente que nunca, su valor se hizo aún más evidente.
Antes de la pandemia, las mujeres le dedicábamos un promedio de nueve horas y media a la atención de niños menores de cinco años. Durante la cuarentena rígida, esta cantidad se elevó a casi 15 horas.
Estos datos fueron presentados en el informe de Ciudadanía, Comunidad de Estudios Sociales y Acción Pública sobre la Encuesta Nacional de Situación de COVID-19 y Cuidados 2020.
El estudio se realizó entre noviembre y diciembre de 2020. Este mismo informe reporta incrementos similares en cuanto al cuidado de personas ancianas, con discapacidad y niñes entre los seis y 12 años.
El trabajo fue una iniciativa de la Plataforma Nacional de Corresponsabilidad Social y Pública del Cuidado.
Todas estas tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, según una estimación reciente, representan un 16.3% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Las mujeres aportan el 11.5% de ese valor.
Este porcentaje equivale a un valor de unos 32 mil millones de bolivianos.
¿Y si cobramos?
Sin embargo, los trabajos domésticos y de cuidado no remunerados, siendo tan fundamentales, siguen invisibilizados y menospreciados respecto a su impacto en la economía. Además, suelen recaer desproporcionadamente sobre nosotras, las mujeres.
Durante la pandemia, no solamente se incrementaron las horas que le dedicamos a las labores domésticas y de cuidado no remuneradas. También tuvimos que garantizar la continuidad de la educación de les niñes, atender nuestros trabajos remunerados desde casa y atender a personas enfermas por COVID-19 (u otras afecciones).
Según los resultados de la Encuesta Nacional de Situación de COVID-19 y Cuidados 2020, difundidos por Ciudadanía, las mujeres le dedicamos entre 6.3 y 14.9 horas al trabajo de cuidado de personas dependientes durante la cuarentena rígida.
Si este trabajo fuera remunerado, nuestros salarios, solo por las tareas de cuidado, irían desde los 2,469 hasta los 5,840 bolivianos. En este caso, considerando un pago, en promedio, de 14 bolivianos por hora (incluyendo los fines de semana).
Estos 14 bolivianos son una aproximación redondeada al pago por hora de un salario mínimo nacional (2,250 bolivianos) en un empleo de 40 horas semanales.
Sin embargo, en 2020, el promedio salarial de las trabajadoras del hogar remuneradas fue de 12.1 bolivianos por hora. Un monto menor al que se desprende de un salario mínimo nacional. Otra muestra del poco valor social que se le brinda a los trabajos domésticos y de cuidado, sean remunerados o no.
¿Sucede lo mismo en otros países?
En Argentina, un estudio de 2020 califica los cuidados como “un sector económico estratégico”. La investigación fue impulsada desde el Ejecutivo argentino. Según este documento, los trabajos de cuidado no remunerados aportan un 15.9% al PIB de ese país.
Estimaciones en otros países de la región van del 15% al 24%.
En la mayoría de los informes y estudios, se concluye que el valor económico de labores de cuidado en varios países es incluso mayor al del sector de la industria.
A nivel global, OXFAM estima que el trabajo no remunerado de mujeres y niñas supera las 12,500 millones de horas diarias. Esta carga laboral no paga se corresponde con un aporte económico de unos 10.8 billones de dólares anuales.
La brecha machista en el “tiempo de trabajo total”
El tiempo de trabajo total es la suma del tiempo de trabajo remunerado y aquel que no es retribuido económicamente. Este último incluye las horas destinadas a las labores domésticas, de cuidado de la familia y de otras personas dependientes.
Generalmente, las mujeres asumen gran parte de los trabajos de cuidado debido a estereotipos y roles de género.
Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y El Caribe de la CEPAL, las mujeres de la región le destinan más tiempo de sus días al trabajo no remunerado, es decir: trabajan más horas, pero sin recibir ningún pago.
El diagnóstico de Alianza por la Solidaridad en Bolivia, acompañada por el Servicio Plurinacional de la Mujer y de la Despatriarcalización (Sepmud), muestra que en Bolivia estos patrones se repiten en el país.
La participación laboral de las mujeres bolivianas ya sufría una brecha bastante amplia incluso antes de la pandemia.
Según datos de OXFAM, la tasa de participación de las madres bolivianas se reduce considerablemente mientras más hijos menores de 13 años tengan.
Las mujeres, lejos de los espacios laborales
Mientras se hacen cargo de más responsabilidades dentro del hogar, su presencia en el ámbito laboral disminuye.
En 2020, la tasa de participación laboral de las mujeres se situó en un 46%, mientras que la de los hombres fue del 69%.
Ese año “se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo”, indica un informe de 2021 de la CEPAL.
Esta crisis provocó un retroceso de una década en la participación de mujeres en los espacios de trabajo, concluye el mismo documento.
En Bolivia, entre 2019 y 2020, un cuarto millón de mujeres perdieron su fuente de ingresos. En contrapartida, como evidencia el informe de Ciudadanía, las horas que le dedicaron a labores no remuneradas se incrementaron.
Corresponsabilidad en los trabajos de cuidado
Los trabajos de cuidado y las labores domésticas siguen siendo desvalorizadas en el ámbito social boliviano. Asimismo, son asignadas a partir de roles y estereotipos de género que provocan desigualdades que recaen sobre los cuerpos de las mujeres.
Durante la pandemia, en especial durante los períodos de cuarentena, según muestran los resultados de la Encuesta Nacional de COVID-19 y Cuidados 2020, la sobrecarga en estos trabajos de cuidado afectó principalmente a las mujeres.
Estos desequilibrios y desigualdades en la asignación, repartición y concepción de los trabajos de cuidado tiene sus consecuencias en diversos aspectos de las vidas de las mujeres bolivianas.
El nulo reconocimiento del valor social y económico de estas labores de cuidado, la falta de una cultura de corresponsabilidad y redistribución de estas tareas y los roles de género impuestos a las mujeres, en la mayoría de los casos, impiden a las mujeres mejorar su calidad de vida, acceder a empleos dignos o dedicarle tiempo a su autocuidado.