Con el desagradable «argensplaining» de muchos de sus compatriotas como telón de fondo, la antropóloga argentina Rita Segato reflexiona sobre la caída del caciquismo de Evo Morales y la urgencia de pensar en una «politicidad en clave femenina».
La emisora feminista Radio Deseo tuvo el acierto de buscar una voz disidente en medio del abrumador oleaje de comentarios paternalistas, «estereotipados y caricaturescos» sobre la crisis postelectoral boliviana provenientes de distintos países de la región, principalmente Argentina. Se trata de la socióloga Rita Segato, una de las voces más lúcidas del feminismo y la academia latinoamericana.
Despojada de lo que ella misma denomina «el fardo de la Guerra Fría», Segato ofrece, desde una respetuosa distancia, una lectura que no omite a conveniencia el machismo de Evo Morales y el caudillismo patriarcal tan característicos en la política local, como reflexionamos en este otro texto.
«Evo está aquí prácticamente canonizado, lo cual es insoportable, entre otras cosas, porque nosotras sabemos cómo es el machismo de Evo».
Segato plantea que hubo una secuencia que encadenó las pérdidas de credibilidad, legitimidad y, finalmente, gobernabilidad, que le dieron vía libre a «las fuerzas oscuras» que siempre acechan, con su fascismo fundamentalista, el poder.
Para la intelectual, los rasgos «autocráticos» del Evo de los últimos años lo condujeron a no percibir los peligros y sus errores que concluyeron en el quiebre definitivo de un proyecto político en el que todo un país había depositado sus esperanzas.
Cuando el proyecto histórico que tiene como meta un mayor bienestar para más gentes comete un error se paga con sangre de los pueblos.
A contracorriente del progresismo regional, anclado en una dicotomía anacrónica, en el contexto de la crisis política y representativa que viven nuestros países, plantea a las mujeres y los feminismos varias acciones que abren puertas hacia nuevas formas de entender la construcción de lo político.
En inicio, trabajar para que «el machismo de los gobernantes» deje de ser visto como un dato secundario, como sucedió y sucede con Morales, porque en él y sus expresiones «se delata el autoritarismo de un gobernante y la pretensión de estar por encima del bien y del mal».
Finalmente, Segato deja claro que más allá del panorama apocalíptico que avizoramos, este escenario es una oportunidad importantísima «para entender que la política está pasando a nuestras manos, que es la hora de pensar entre todas, de perfilar lo que es una politicidad ‘en clave femenina’, una otra forma de gestión comunal».
«¿Cómo hacemos política nosotras?», se pregunta (nos pregunta) Segato y complementa que «deberíamos comenzar a generar una retórica de valor a otra forma de gestión que se distingue mucho a la de los caciques».