La exposición artística, cultural y política Revolución Orgullo movilizó a más de tres mil personas en 19 días en el museo Altillo Beni. Pese a los ataques y amedrentamientos de grupos fundamentalistas y algunos representantes del Concejo Municipal, la muestra movilizó a casi 200 personas cada día.
La Revolución Orgullo desató la furia antiderechos de sectores fundamentalistas incluso antes de abrirse al público. Supuestos vecinos de los alrededores del museo Altillo Beni, días antes de su inauguración, amenazaron con quemar las banderas de las diversidades instaladas en el frontis del recinto.
Según denuncias de colectivos y activistas, la alerta obligó al personal del museo a retirar las banderas para resguardar la infraestructura. El Altillo Beni funciona en una antigua casona patrimonial con 170 años de historia.
Pero las luchas de una ciudad históricamente diversa pudieron más que el odio y el conservadurismo.
El odio no convoca, la Revolución Orgullo sí
La exposición Revolución Orgullo en el museo Altillo Beni triplicó las visitas que suelen recibir las muestras en ese espacio cultural. El promedio habitual en el primer semestre de 2022 fue de 800 personas por mes.
En solo 19 días la Revolución Orgullo recibió a 2,089 visitantes. A ellxs se suman otras 1,285 personas que participaron de las actividades anexas de la exposición LGBTIQ+.
Estas cifras equivalen a 177 asistentes por día, 18 más que las visitas nacionales, extranjeras y de estudiantes que recibió la Casa de la Libertad de Sucre en 2018. Este último es uno de los museos más reconocidos y emblemáticos de Bolivia.
Pero la Revolución Orgullo no es solo una exitosa exposición artística, cultural y política. Varias semanas después de su cierre, esta histórica muestra sigue sacudiendo los anillos de Santa Cruz de la Sierra.
Contra el conservadurismo, la discriminación y el odio
Cinco días después de su inauguración, los detractores de la Revolución Orgullo convirtieron sus amenazas en ataques físicos. El 14 de junio un grupo violento arremetió contra varias obras de la muestra y personal del museo Altillo Beni.
Kitita Roca fue una de las cabecillas de la intromisión. El 8 de julio, sus cuentas bancarias fueron congeladas por un proceso judicial iniciado desde el Ministerio de Culturas.
Kitita Roca fue acusada e investigada por la destrucción de la obra Escudo del Estado Plurisexual de Bolivia.
El mismo 14 de junio, la concejal Silvana Mucarzel envió una minuta al presidente del Concejo en la que pide que se retire la exposición. Concejales como Juan Carlos Medrano apoyaron el pedido.
En un contacto televisivo, Medrano también amenazó con la petición de un informe sobre la autorización de la muestra. Entre otras medidas coercitivas, planteó una restricción por edades en el ingreso a la muestra.
Les organizadorxs de la muestra rebatieron todos los argumentos planteados por estos grupos.
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Despeinando al Concejo Municipal
Además, la colectiva de disidencias sexuales La Pesada Subversiva solicitó una audiencia pública en el Concejo Municipal. La solicitud fue realizada el 22 de junio y no fue atendida hasta la última semana de julio.
“Al final nos retiramos dejándoles con la palabra en la boca, agitados y agitadas, despeinados y despeinadas en su lujoso hemiciclo”, cuenta Christian Egüez sobre la audiencia pública.
«Asistimos porque nos negamos a que un concejo municipal avale los discursos de odio en Santa Cruz, porque eso luego se materializa en violencia contra las diversidades sexuales bajo condiciones de impunidad»
Las representantes de La Pesada Subversiva abandonaron el Concejo Municipal luego de su intervención, sin escuchar la respuesta de las autoridades. Los concejales criticaron ese acto de repudio ciudadano a los gritos.
Uno de ellos, Federico Morón, acusó a lxs activistas de las disidencias de tener actitudes no democráticas. En respuesta, él fue señalado como un “traidor de las luchas ciudadanas”. Antes de su salto a la política, Morón hizo carrera en el «activismo ciudadano».
En 2020, fue acusado por violencia de género, luego de la publicación de un audio en el que lanza insultos y amenazas. El ahora concejal admitió la veracidad de la filtración.
“Más parece una corte virreinal donde un grupo de gente con poder se sienta a escuchar cómo el pueblo les mendiga un poco de derechos”, comenta Christian sobre las audiencias con el Concejo cruceño.
«No asistimos para pedirles nada (…) asistimos para expresarles nuestro repudio a la violencia machista y la homofobia institucionalizada»