Las movilizaciones por el 8M en Bolivia ya no son una marea, se transformaron en un tsunami. Desde hace al menos cinco años, en las principales capitales bolivianas, se movilizan a miles de mujeres de distintos sectores sociales. Las protestas, además, tienen un rostro cada vez más joven.
La versión original de esta nota fue publicada en el portal de la Red de Periodistas Feministas de Bolivia
Una marea verde y violeta recorrió Bolivia este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Miles de mujeres unieron sus voces gritando en las calles de diferentes ciudades capitales ante una población dividida entre espectadores y aquellos que buscaron descalificarlas con todo tipo de insultos.
La fuerza de la juventud fue la respuesta en un país donde ocho de cada diez mujeres han sufrido alguna vez en su vida un acto de violencia y donde desde 2013 se registran más de mil feminicidios.
“Fui la niña que tocaron sin su consentimiento, pero ahora soy la hermana mayor de la niña que jamás vas a tocar”, decía una de las consignas en contra de esa violencia. Estos mensajes se dirigían a la sociedad en su conjunto, pero también al Estado en todos sus niveles.
“¡Loca peleando! ¡Sumisa ni cagando!”
“Te cansas de oírlo, nosotras de vivirlo”
Santa Cruz de la Sierra
La marcha por el 8M en Santa Cruz de la Sierra fue multitudinaria: más de seis cuadras de mujeres marcharon al ritmo de la batucada feminista.
La característica más sobresaliente fue que se acuerparon mujeres principalmente jóvenes: cientos de rostros adolescentes acompañadas de sus madres y chicas universitarias.
La marea violeta cruceña tuvo un rostro juvenil que llega a refrescar las filas del feminismo cruceño.
La marcha partió desde el ingreso a la Gobernación de Santa Cruz, reclamando por la violencia y la impunidad a las autoridades. Como en otras ocasiones, también durante esta conmemoración, el resguardo policial no custodió a las marchistas. En su recorrido las mujeres que participaron de la protesta recibieron insultos e intentos de atropello por parte de vehículos del transporte público y privado.
Sin embargo, un fuerte contingente de policías —en su mayoría mujeres— fue conminado a
“resguardar” el Palacio de Justicia.
El pronunciamiento colectivo, leído durante la concentración final de la movilización, mencionó a las 12 mujeres que han sido víctimas de feminicidio en este año y recriminó a la Justicia que no logra hacer cumplir condenas, plagada de denuncias de corrupción.
La protesta también se solidarizó con las mujeres palestinas, quienes son las más afectadas por los ataques israelíes: casi el 70% de las muertes registradas hasta ahora corresponden a mujeres e infancias.
La nota negativa: la politización por parte de funcionarios de la Gobernación cruceña que, por la mañana, convocaron a un desfile paralelo, cuyas asistentes, en su mayoría, fueron funcionarias públicas. Además, grupos religiosos convocaron a marchas “por la vida y la familia natural” y convocaron a “cuidar los monumentos religiosos como la Catedral”.
“¿Para qué quieren los monumentos limpios en un país lleno de sangre de mujeres?”, decía el cartel de una de las manifestantes en respuesta a estos movimientos.
El Alto
Este año muchas de las organizaciones feministas y de mujeres en El Alto decidieron convocar a una marcha autónoma e independiente de la convocada para la ciudad de La Paz.
Bajo el lema “en El Alto también se marcha”, cientos de mujeres alteñas se movilizaron por la segunda ciudad más grande del país con consignas de reivindicación étnica y de clase.
La movilización de mujeres alteñas denunció la “violencia económica del Estado”, la “extorsión policial” en contra de las mujeres trabajadoras, el extractivismo en territorios indígenas y la “violencia sindical gremial”.
Aproximadamente, un centenar de mujeres partieron desde el Tribunal de Justicia de El Alto hacia la plaza Juana Azurduy, en la de zona Villa Dolores. Allí se realizó un mitin con música, lecturas de pronunciamientos y una reflexión colectiva.
“Exigimos nuestra autonomía económica y estabilidad de precios”, arengó una de las manifestantes.
“Somos mujeres trabajadoras y denunciamos que las políticas del país no consideran nuestra voz”, acotó.
La decisión varias organizaciones alteñas de protestar y movilizarse localmente, según se apunta en diversas publicaciones en redes sociales, apunta a un “paceñocentrismo que despolitiza la organización alteña”.
Sin embargo, hubo otras organizaciones que sí realizaron un recorrido desde la Ceja de El Alto hasta la sede de Gobierno.
N. del E.: el segmento dedicado a la ciudad de El Alto no corresponde a la versión original de esta nota y, excepto por algunos fragmentos, fue redactado por el equipo Muy Waso.
La Paz
“Basta ya de minutos de miedo, tenemos derecho a que todos los minutos sean de libertad”, dice el cartel con letras blancas y fondo negro que sostienen Raquel y sus compañeras del colegio San Simón de Ayacucho.
A las 11:30, sus consignas y gritos estremecen en la plaza Murillo de La Paz. Por un momento, las miradas y las cámaras de celulares se centran en ellas antes de que caiga una sorpresiva lluvia.
Pese a ser un 8 de marzo nublado, la piel de Raquel brilla y sus ojos se vuelven vidriosos, casi a punto de soltar lágrimas, mientras habla de su mejor amiga a quien doparon y abusaron.
“Mi motivación es despertarme y transitar en un mundo sin violencia, sin miedo a que no volvamos a regresar a casa”, reflexiona, mientras la lluvia espanta a la multitud.
Un kilómetro más abajo, cuando el reloj marca las 12:07, en la conocida fuente de El Prado hay calaminas, ladrillos y otros escombros regados a propósito sobre el cuerpo de una mujer que sostiene un letrero con la bandera de Palestina: 30,100 muertos, 8,800 mujeres y 13,230 niños. Es una imagen silenciosa, sin gritos de por medio y ese sosiego atrae a la gente.
Cochabamba
La concentración poco a poco se hace más amplia.
A las 16:00, en la Plaza Sucre, ya se cuenta con la participación de decenas de mujeres, diversidades y hombres. La salida comenzará pronto, y las pañoletas, los colores, las pinturas empiezan a rodear los cuellos, los brazos, las caras, los ojos llenos de esperanza.
Mientras, los carteles albergan historias y sentimientos: “Si no hay paz para las víctimas, no habrá paz para los agresores”, “Olivia, hoy tu tía marcha por ti”, “No estamos todas, nos faltan las asesinadas”.
La marcha avanza a paso firme con varias organizaciones, individualidades y sectores sociales. Esperanza, rabia y fuerza llenan las calles del centro de Cochabamba. Los diferentes bloques gritan “por nuestras muertas, ni un minuto de silencio, toda una vida de lucha”, entre otras consignas y reivindicaciones.
«Es la primera vez que participo aquí en Cochabamba y fue masivo», comenta Milenka López, activista que participa en el bloque Palestina.
«Lamentablemente, este año 2024 nos encontramos en las calles protestando contra uno de los mayores genocidios y feminicidios del siglo XXI, contra las mujeres palestinas, pero también sirias», agrega.
Los sentimientos trasmutan en cada parada, en cada intervención. Pasando por las calles de la Aroma hasta llegar a la plaza principal todas, todos y todes gritan con voces roncas que nunca paran de exigir justicia.
«Cuando grito, quiero llorar porque es como si estuviera haciendo algo, estoy intentando cambiar», dice Damaris López con la voz entrecortada.
La participación es masiva e impresionante: ya no se habla de una marea verde y morada, ahora es un tsunami. Todo concluye cerca de las 20:00, entre abrazos, lágrimas, música y baile.
Sucre
Una niña levanta un cartel: “¿Y la de pagar la pensión a tus hijos te la sabes?”.
Ha llegado a la marcha del 8M con su madre, como varias que acompañan una movilización preponderantemente joven por el Día Internacional de la Mujer en Sucre.
Es el cuarto año de una convocatoria masiva. Antes las participantes en esta movilización, en la capital, podían contarse con facilidad. Ahora hay más de cinco colectivos, dos musicales, muchas independientes y compañeras organizadas para detener el tráfico cuando la marcha pasa.
“Usted pierde un minuto, pero nosotras la vida”, reza otro cartel atado a las sogas que sostienen esas compañeras, blanco de agresiones verbales de varios conductores.
La gente que no participa observa. Hay miradas respetuosas, curiosas, indiferentes, divertidas, muchas burlonas. Esta vez, ese tipo de miradas no son el común denominador entre los policías que resguardan la Fiscalía, el Comando de Policía, la Universidad San Francisco Xavier y la Catedral, lo que ayuda a no exacerbar los ánimos ya caldeados al recordar revictimizaciones, desatención, acoso, abuso y pedofilia.
También se grita contra la violencia en Carnaval, que este 2024 dejó a una joven madre en terapia intensiva tras recibir un globazo en la nuca.
“Basta de manosearnos y violentarnos con el pretexto del juego con agua”, gritan al micrófono.
Una cola de novia queda en la calle de la resguardada Catedral, lleva anotados los nombres de “las que nos faltan”. También queda un muñeco del cura violador serial Alfonso “Pica” Pedrajas.
La marcha cierra con una recomendación: “No se vayan solas, entre todas nos cuidamos”.
Tarija
Bronca, impotencia y también melancolía expresaron las marchas que se realizaron en Tarija para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
Bronca contra las instituciones, como la Gobernación, que tienen en sus manos la posibilidad de aprobar leyes y destinar recursos para la prevención de la violencia, para políticas que garanticen la equidad de género y la protección de las mujeres, pero no lo hacen bajo el argumento de que no hay el presupuesto suficiente.
Impotencia por la indiferencia de las autoridades, que ven desde el palco que Tarija tiene los índices más altos de violencia familiar, según datos del Ministerio Público.
Melancolía por aquellas mujeres que murieron en manos de un feminicida, mujeres a las que la sociedad y el sistema les fallaron.
Por ellas, por sus familias y por sus hijos, es que cientos de mujeres tomaron las calles. Con pañoletas verdes, moradas, encapuchadas, mujeres con vestidos y otras con polleras, jóvenes y adultas, todas unidas por una causa.