Esta crónica fue ganadora del tercer lugar de nuestro Primer Premio Nacional de Crónica Feminista (2019).
La autora invita a pensar en las diversas formas de hacer feminismo y enfrentarse a una sociedad machista y el sistema patriarcal. Además, trascender el feminismo institucionalizado.
Esta crónica fue parte del libro La Bolivia, una antología de crónica feminista, que incluye los tres textos ganadores y siete menciones especiales del Primer Premio Nacional de Crónica Feminista que lanzamos en 2019. Si te gusta nuestro trabajo y deseas colaborar con la creación de más y nuevos proyectos periodísticos puedes dejarnos un aporte en el Chanchito Muy Waso.
Se calcula que más de 80000 abortos se realizan cada año en Bolivia, de ellos solo 332 abortos se registran como legales, esto en los últimos 4 años, lo que no representa ni el 0,10 % de los abortos practicados en todo el país. Las mujeres abortan sea o no una práctica legal; el problema radica en que se criminaliza un derecho básico que es el de decidir sobre el propio cuerpo, sin considerar la cantidad de vidas que se pueden salvar despenalizando esta práctica, porque aún se ve a las mujeres como propiedad privada, sobre la que se puede regir.
Ver con una mirada externa la diversidad existente dentro del feminismo nos recuerda las diferentes luchas que se vienen desencadenando desde hace décadas y que se van unificando en una sola voz: por la reivindicación de derechos de las mujeres. Las agrupaciones sociales que se van conformando y van tomando fuerza en Tarija se enfrentan a ser juzgadas por diferentes miradas con tonalidades conservadoras, machistas y patriarcales, lo que aún es difícil de superar al momento de hacer activismo en las calles.
El pasado 28 de septiembre se desató el “pañuelazo”; hace ya varias décadas se acordó declarar esta fecha como el día internacional de Lucha por la Despenalización y Legalización del Aborto en América Latina y el Caribe a través de “un grito global”. Con el afán de implementar acciones por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Mujeres en Tarija no quedaron indiferentes a esta fecha y decidieron organizarse para salir a las calles con “el manifiesto por el 28 de Septiembre. Pan y Rosas, Bolivia”.
Desde tempranas horas de la mañana, un pequeño grupo de mujeres, encabezado por la agrupación ciudadana “Mochas Copleras”, se concentró en el parque Bolívar para preparar todo para ser parte del Grito Global. Pañoletas verdes y mensajes por la vida de las mujeres y la despenalización del aborto comenzaron a verse en medio de una multitud afanada en sus compras de fin de semana.
Con coplas chapacas, micrófono en mano, un pequeño parlante y carteles en alto, inició la caminata por medio del parque rumbo a la feria de la zona. Luego de dos cuadras, la caminata se instaló en la esquina del tumulto, haciendo escuchar su voz y repartiendo el manifiesto impreso en contra del Código Penal promulgado por Hugo Bánzer Suárez que criminaliza el aborto.
Predominó la indiferencia de quienes pasaban en frente de la manifestación. Algunos mirones se quedaban unos segundos a curiosear de qué se trataba y no faltaron los comentarios despectivos entre dientes de algunos que recibían el manifiesto, incluso todo se puso más tenso al tener que competir con banderas y amplificaciones de diferentes partidos políticos que se encontraban haciendo campaña por sus candidatos para las elecciones nacionales que se realizaron en octubre. Cada vez que una activista tomaba el micrófono para manifestarse, las canciones “campañeras” de alrededor subían el volumen, tapando los mensajes de lucha.
María Cristina Martínez con la colorida vestimenta típica chapaca, con la manta verde al hombro, entonó coplas con mensajes en favor de los derechos de la mujer y por un aborto legal, seguro y gratuito.
Casi llegando el mediodía, las 15 mujeres activistas hicieron una ronda para cerrar la actividad y coordinar lo que tenían preparado para la noche, “Historias en Verde”, una actividad organizada por ellas, en la que se brindaría un espacio para poder compartir historias de lucha y de realidad de diferentes mujeres bolivianas relacionadas a la fecha.
Doblaron sus carteles y los guardaron cuidadosamente. Antes de que todas se retirasen, hablé con María Crisitina, que forma parte de las Mochas Copleras. Ella cuenta que iniciaron con su vida organizacional como feministas con la lucha por cambiar el Código Penal, proponiendo un nuevo sistema, ampliando las causales para la despenalización del aborto en el sentido de la defensa de los derechos de las mujeres y la autonomía y derecho a decidir, con la consigna desde el sur de Bolivia: “En Tarija también abortamos clandestinamente”.
Resaltó que son casi 3 años que su organización lucha con el objetivo de conmover y sensibilizar a la gente a través de las típicas coplas de Tarija. Ellas consideran que la construcción del patriarcado y el machismo tiene que ver con la cultura que reproduce formas de ver a la mujer como un adorno, como la bella moza y no como la mujer que se rebela ante las desigualdades y es capaz de decidir sobre su propio cuerpo.
Tomando en cuenta la tendencia de la música que escuchan los jóvenes y adolescentes hoy, que sexualizan el cuerpo de la mujer, es que fueron tomando fuerza y naciendo nuevas y diferentes mujeres que por medio de distintos ritmos, como el rap, el hip hop y el rock entre otros, le cantan a la necesidad de construir nuevas relaciones y desde Tarija tomaron la iniciativa de dar el ejemplo y componer letras para las tradicionales coplas que se escuchan, sobre todo en la época de carnavales, fechas en las que también incrementa el índice de violencia.
Al despedirse, María Cristina me invitó al evento que se realizaría en la noche en un centro cultural, Caretas. Está ubicado cerca de la plaza principal de la ciudad, tiene la característica de apoyar los eventos que promueven los derechos y brinda el espacio que permite conglomerar cada vez a más mujeres para hacer eco de su lucha a través de historias y organizándose para hacer escuchar de mejor manera su voz. Julián “El Chiquis” Cartagena, es el que administra el lugar desde hace varios años, es un personaje conocido y muy querido por el apoyo que brinda a los diferentes colectivos ciudadanos.
Cerca de las 19:30 horas, me dirigí a Caretas, todo estaba listo para empezar con la actividad programada, mesitas con manteles verdes y una velita en el centro, pancartas y carteles en los alrededores del salón, mocitas chapacas elaboradas de goma eva, con mensajes de lucha y un escenario iluminado a media luz con un taburete y el micrófono listo para las historias en verde que iban a ser compartidas con todos los que asistimos.
A modo de compartir, antes de que iniciara el evento, tuve la oportunidad de conversar con algunas de las activistas que estuvieron desde la mañana. Cinthya Mamani, como parte de las Mochas, también contó varias anécdotas de cómo iniciaron el movimiento y las actividades que vinieron desarrollando, recordó que comenzaron compartiendo memes con modismos chapacos en las redes sociales para hablar sobre los cuerpos de las mujeres y avanzar hacia la despenalización del aborto.
Cinthya hizo mención al feminismo institucionalizado, “siempre estuve involucrada en esta temática, pero desde una ONG o como parte de mi trabajo, dijo, pero es la primera vez que me involucro haciendo activismo en las calles y no de una manera institucionalizada, porque es otra forma, en la que vos haces activismo pero estás recibiendo un sueldo y utilizas tiempo de tu trabajo para hacerlo, hacer activismo es dedicarle tu tiempo fuera de las actividades del trabajo”.
Fue entonces que me di cuenta de que la participación en las actividades del día fue muy baja, si bien se veía el compromiso y la convicción de todas las mujeres que fueron parte desde el inicio de la jornada, no pasaban de 20. ¿Por qué había tan poca participación?, si han surgido en los últimos años movimientos y colectivos de luchas feministas, ¿por qué se tuvo una caminata a favor del aborto con tan poca gente?, ¿hay diferentes formas de hacer feminismo?, ¿la lucha no es acaso la misma?
Ahí retomamos esto del “feminismo institucionalizado”. Se planteó la postura de que si bien tu trabajo tiene que ver con la lucha de derechos y hacer feminismo, es una obligación laboral y estás cumpliendo con el trabajo por el que te pagan un sueldo y no necesariamente estás de acuerdo con todo lo que se plantea como lucha.
Cinthya señaló que le llaman la atención muchas de las que se llaman feministas en Tarija, ya que cuando se debatía el Código Penal a nivel nacional, no tomaron una posición clara y se preguntó cómo era posible hablar de feminismo si no se estaba tomando postura sobre algo tan importante que tiene que ver con el cuerpo de las mujeres cuando se hablaba de aborto. Esto se tomó como un primer síntoma.
Por otro lado, mencionó la gestación y nacimiento de nuevos grupos que si bien apoyan temas que tienen que ver con los derechos de las mujeres, representantes que salen a los medios de comunicación están institucionalizadas y responden a una línea que normalmente viene ligada a ciertos intereses que muchas veces desvirtúan la verdadera lucha.
En ese sentido, hablamos sobre la poca concurrencia de personas que salen a las calles, más cuando se trata de hablar de aborto y volvimos al tema cultural. Tarija es una ciudad chica, machista y muy conservadora, y la poca participación, sobre todo en este tema, es por el temor a ser visibilizadas en un movimiento de este tipo, porque ello conlleva un costo social. “Es mucho más fácil salir a las calles y hacer activismo cuando se trata de violencia o reducir todo lo que el sistema patriarcal hace a solo un tema de violencia, pero cuando se trata de hablar de temas como diversidades sexuales y aborto pareciera que cada uno está por su lado y no estamos en la misma lucha”, planteó Cinthya.
Entonces… ¿hay una forma correcta de hacer feminismo?, ¿se puede ser feminista sin estar de acuerdo con la despenalización del aborto? Selva Chávez, otra activista, piensa que el tema del aborto es uno de los derechos más importantes de la mujer, que es la autonomía del propio cuerpo y es un derecho sexual que se debería ejercer y por el que todas las mujeres deberían luchar, pero al vivir en una sociedad tan “cuadrada” y religiosa como es la tarijeña, se convierte en un tema estigmatizado, por lo que las mujeres no quieren ser visibilizadas.
A medida que avanzaba la conversación, fueron llegando más activistas para compartir una noche de relatos e historias que visibilizan casos de mujeres que han abortado, teniendo que pasar peripecias para poder conseguir alguien que lo practique y muchas otras mujeres que murieron en la clandestinidad.
Esto nos muestra que el aborto se practica en cada rincón del mundo, que es una realidad; esté penado o no, se seguirá practicando y lo que se busca solamente es una atención segura que elimine la muerte de mujeres que abortan, así que no, no se puede ser feminista si no se está de acuerdo con los principales derechos de un ser humano, que son el derecho a la salud y a decidir sobre tu cuerpo, “se puede hacer feminismo de diferentes formas pero bajo la premisa de la defensa de los derechos de las mujeres; y el aborto y la autonomía de nuestros cuerpos son las bases de nuestros derechos”, argumentó Selva.
Comenzó el evento con todas las mesitas llenas, representantes del colectivo LGTBI y otros activistas disfrutaron la noche, que cerró con cantos y coplas contra la violencia, en repudio a los feminicidios y la retardación de justicia, en favor de la despenalización del aborto y experiencias personales. Todo terminó con un brindis por la libertad, los derechos y un aborto seguro y gratuito.
Después de unos días me llegó la invitación a un evento “feminista”, con una larga lista de expositoras que hablarían de empoderamiento desde diferentes perspectivas y vivencias. “Stop, solo Chicas, un evento que cambiará tu vida”, decía la invitación, una conferencia que sonaba prometedora y aparentaba traer una nueva visión de liderazgo y crecimiento personal para mujeres de clase media.
Dada la coyuntura del momento, a pocos días de unas elecciones nacionales y revisando la lista de las expositoras, entendí un poco más de lo que me hablaba Cinthya sobre el feminismo institucionalizado, un “feminismo chic”, para empresarias de clase media que tienen intereses políticos o de protagonismos, aprovechando que el feminismo es un tema “de moda”. Algunas de las expositoras eran candidatas por algún partido político, otras, mujeres de éxito, desde su realidad y bajo otro tipo de oportunidades; si bien son mujeres que nos sirven como ejemplo por su crecimiento y emprendedurismo, no están de acuerdo con muchas de las bases de la lucha feminista y dan otro tipo de mensaje que desvirtúa la verdadera lucha y a lo que se quiere llegar con ella.
Una noche antes del evento, me reuní con Marielba, una amiga que me acompaña desde el colegio, y entre los temas de charla me comentó emocionada que tenía un evento al día siguiente, sábado 5 de octubre, “va estar buenísimo, son más de 13 expositoras que van a dar una conferencia en la Casa de la Cultura, vamos, es sobre feminismo”, me dijo con grandes expectativas sobre la actividad. Para mi buena o mala suerte, yo ya había asumido un compromiso para ese día y no podía asistir, así que, sin ningún tipo de comentario, le pedí que me contara cómo resultaba el evento.
Ese sábado, la conferencia comenzaba a las 15:00 horas, a las 17:00 sonó mi celular, era Marielba, totalmente decepcionada del evento. Me dijo, “hermana, el evento no fue lo que esperaba, recampaña política, horrible, apenas comenzó la tercera expositora, no aguanté más, me paré y me salí de la conferencia, hablaron hasta del 21F, de sus experiencias de superación, de empoderamiento y crecimiento, pero cómo se nota que la tuvieron fácil ¿no?, obvio está bueno, pero tienen otra realidad adquisitiva y de oportunidades pues, esto debería estar enfocado de otra forma, una de las que habló dijo que ella no pudo tener hijos y dio un discurso moralista dirigido a aquellas que están de acuerdo con el aborto; qué macana que bajo la bandera del feminismo se promueva un discurso tan diferente. Son personas que tienen poder político o económico y tienen más facilidad de obtener espacios donde se den estos encuentros, mientras que las que están en las calles, peleándola de verdad, se las tienen que arreglar con lo que surte”.
Y sí, tenía mucha razón, después no supe más del evento y sus repercusiones, pero volví a pensar en las diferentes formas de hacer activismo femenino y cuál es el mensaje que se da desde cada una de esas diferencias.
Ni Una Menos Tarija es un colectivo ciudadano contra la violencia machista y el feminicidio, está a la cabeza de la activista Alba Van Der Valk. Es un grupo compuesto por valientes mujeres que rechazan toda forma de violencia de género, cada vez se suman más activistas que velan por sus derechos.
La labor que desempeñan en la sociedad es destacable, velan por la justicia y acompañan a las familias de las víctimas. La retardación y la falta de imparcialidad de la justicia es evidente en el departamento y este accionar del Ministerio Público pasaría sin ser cuestionado, si no fuera por el trabajo que desempeñan como colectivo, saliendo a los medios para visibilizar todo lo que pasa en los juzgados.
La pasada semana, entre el 18 y 22 de noviembre, se dictaron dos sentencias, ambas favorables para los acusados y se absolvió del delito de feminicidio a Helías Garzón y Marcelo Ostria, dos casos muy evidentes en Tarija. Lamentablemente, en ambos casos, la justicia los favoreció. Alba planteó que la justicia no es imparcial especialmente ante las familias que tienen una posibilidad política y económica de hacer uso de todos esos recursos para defender a una persona acusada de feminicidio; las instituciones que deben administrar justicia cometen varias irregularidades en los procesos.
Estos sucesos descalabran a las familias de las víctimas, a todas las que acompañan de cerca estos casos y a la población en general, tomando en cuenta que el índice de feminicidios en Tarija y Bolivia a la fecha ya dobla las cifras con las que se cerró el año pasado.
El tema de la violencia sigue siendo una problemática difícil de tratar y sensibilizar en la sociedad, sin embargo es más fácil de visibilizar y las marchas tienen mayor concurrencia, apoyo y visibilización, hasta por instituciones públicas que de alguna manera son obligadas por Ley a apoyar estas iniciativas, que aportan mucho y de manera muy positiva; pero por otro lado se tienen temáticas como derechos y diversidades sexuales que siguen siendo de alguna forma tabúes.
El pasado 25 de noviembre se recordó “la Rebelión de las Mariposas”, en homenaje a las hermanas Mirabal, quienes en 1960, se enfrentaron a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Sus nombres eran Minerva, María Teresa y Patria, las conocían como “Las Mariposas”. La primera vez que arrestaron a Minerva y Teresa, fueron violadas y torturadas, las ahorcaron y las golpearon hasta la muerte, el crimen provocó la caída del régimen trujillista, para recordarlas se declaró esta fecha como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres. Desde 1990, Bolivia se sumó a este día con marchas pacíficas y sensibilización sobre el tema en las calles y plazas de las diferentes ciudades.
En Tarija, las actividades fueron dos días, el domingo 24 y el lunes 25. La fuerza y convicción de mujeres y hombres que forman parte de colectivos ciudadanos, sentaron presencia en la plaza principal Luis de Fuentes, con banderas y pañuelos violetas, con carteles en repudio a la impunidad y retardación de justicia, con fotografías de las víctimas de feminicidio, acompañaron a sus familias, haciendo oír su voz, denunciando la complicidad del sistema de justicia con la violencia estructural hacia las mujeres.
Alba, como representante del colectivo Ni Una Menos, junto a Isabel Romero, de la Secretaría de la Mujer y Familia de la Alcaldía, dieron a conocer el pronunciamiento público en el que exigen la transformación y limpieza del Ministerio Público y del órgano Judicial en su conjunto ya que contar con justicia transparente, eficiente e imparcial es un derecho. Apuntaron a las instituciones del Estado por no proteger a las mujeres y porque aún ahora se dejan impunes a una gran mayoría de feminicidas, mostrando con ello que la justicia no es un derecho, sino un privilegio.
“Estas mujeres tienen un solo derecho después de muertas, dijo Alba apuntando las fotos de las mujeres asesinadas, y es el derecho a la justicia, es lo mínimo que les debemos a las familias de cuyas hijas, madres y hermanas no fueron protegidas, como dicen nuestros derechos, y ahora tampoco están recibiendo justicia. Seguimos con casos sin sentencia y con otros que fueron absueltos por una justicia que actúa con irregularidades”.
Al terminar esta jornada, poniendo un rostro a cada feminicidio, sabiendo que no son un dato o un número más que aumenta a las alarmantes cifras de muertes por este delito, sintiendo y poniéndose en el lugar de las víctimas y sobre todo de sus familias que son las que quedan con todo el peso, en el lugar de esa madre que perdió a su hija, en el lugar de esa hermana, de ese niño o niña que se quedó sin su mamá, es que vemos la importancia de cada lucha, de cada voz, de cada acto que clama justicia y reivindicación de derechos.
Somos diferentes, pero no ajenas a la problemática; somos diversas, pero nos une nuestra condición de mujeres. Hay diferentes formas de hacer feminismo y enfrentarnos a una sociedad machista y a un patriarcado, hay diferentes formas de empoderarse y hacer oír nuestras voces, hay diferentes luchas desde la realidad de cada una de nosotras y cada lucha cuenta y suma, cada voz es importante y le da valor a nuestro entorno, entonces; ¿hay una forma correcta de hacer feminismo?, considero que no, mientras todas estemos bajo la premisa de cuidarnos y protegernos, de luchar por nuestros derechos y la equidad de género.