Es fundadora y coeditora de Missy Magazine, una bomba de feminismo, política y pop. En sus libros explora críticamente los cruces entre esos mismos asuntos picosos. Charlamos con ella antes de su participación en «El siglo de las mujeres», donde hablará sobre la experiencia de su revista y su devenir interseccional.
«Me gustaría que el feminismo (…) no sea dejado en manos del capitalismo con sus eslóganes de marketing de ‘empoderamiento’ o ‘diversidad'», nos dice Sonja. Y el debate que plantea tiene rinconcitos díficiles de explorar y también contradictorios entre sí.
¿Qué hacemos con Beyonce y Emma Watson? ¿Qué tipo de feminismo representan y cuán representativas son, por ejemplo, para las mujeres del sur global? ¿Cómo reaccionamos ante la mercantilización cínica de los feminismos?
Aunque Sonja no nos brinda respuestas (¡quién podría hacerlo!) si nos ofrece algunas luces para expandir la discusión hacia terrenos menos enredados.
Sonja es fundadora y editora de Missy Magazine, una publicación alemana que se define como una revista feminista de pop y política. El tono de Missy es desafiante, a lengua pelada. Tocan todos los temas incómodos que podrías imaginar en una cena familiar.
Mucho no le hacemos al alemán, pero por lo que vimos, su contenido exhala una militancia interseccional que tira frases del tipo «las feministas cis blancas deben dejar de ser cómplices de los extremistas de derecha». Un periodismo con el que nos sentimos identificadas.
Tanto que Sonja también habla de una realidad que nos toca muy hondo en Latinoamérica: el ejercicio de un periodismo feminista tiene altas exigencias editoriales, pero sigue siendo un trabajo sumamente precarizado y poco reconocido.
Sonja publicó más de media docena de libros en los que explora los cruces de la cultura pop con el feminismo, las perspectivas del feminismo contemporáneo y la práctica misma de la comunicación feminista.
Hablamos de todas esas cositas (gigantes) en estas pocas líneas.
-¿Qué entiendes por feminismo pop y qué influencia cree que tiene el entorno político de nuestra época?
-Esta primera pregunta es tan importante como difícil o contradictoria de responder, porque no hay una «teoría» oficial del feminismo pop, sino solo muchas manifestaciones diferentes.
En primer lugar, quizá sea importante señalar que el término que circula en Alemania es, curiosamente, mucho más antiguo que el que se utiliza en Estados Unidos o en los países de habla inglesa (y, por tanto, también en todo el mundo).
En Estados Unidos, el término comenzó a utilizarse alrededor de la década de 2010, aproximadamente, cuando las mujeres estrellas del pop hicieron declaraciones positivas sobre el feminismo.
Me gustaría que el feminismo (…) no sea dejado en manos del capitalismo, con sus eslóganes de márketing de «empoderamiento» o «diversidad».
Según los medios de comunicación estadounidenses, esto dio lugar a un tipo de feminismo popular, de cultura pop, que también era compatible con el sistema de estrellas del pop de figuras como Beyoncé o Taylor Swift o Miley Cyrus.
En Alemania se habla del feminismo pop desde principios de los años 90, que empezó a circular al mismo tiempo que el auge del llamado feminismo de la tercera ola y el nacimiento del movimiento de las Riot Grrrls.
Lo que se quería decir con esto, desglosado muy crudamente, era que las relaciones de poder dentro de la cultura pop debían ser analizadas y criticadas en términos feministas, porque incluso este vasto «patio de recreo» no era un espacio libre de (relaciones de) dominación.
Por otro lado, también supuso un enfoque diferente de la construcción de la teoría feminista, que no solo se basa en los escritos académicos, sino que destila el conocimiento teórico y activista de las experiencias cotidianas de las feministas.
En 2007, yo misma publiqué una lectura titulada Hot Topic. El feminismo pop actual en el que, a partir de experiencias micropolíticas, se analizaron y deconstruyeron las condiciones sociales generales.
La influencia del feminismo pop en nuestro entorno político inmediato hoy en día es sobre todo que se ha vuelto mucho más accesible y también más «sexy», pero por lo tanto también más de mercado.
-A veces el feminismo parece estar dominado por la jet-set, los académicos o las instituciones actuales. ¿Cómo se puede devolver el feminismo a un territorio más cotidiano que también dé acceso a los sectores populares?
-Por un lado, es cierto, porque aquí las discusiones con términos específicos a menudo presuponen mucho conocimiento teórico sobre el feminismo. Pero, por otro lado, el feminismo también se ha vuelto mucho más abierto a través de su «culturalización pop»: aparece en las series de televisión, en las noticias, en las marcas de moda.
Por desgracia, esto también significa, a menudo, que se vacía de su contenido y se convierte en otra palabra de moda «hip» en el capitalismo para vender cosas.
Me gustaría que el feminismo no fuera excluyente, sino que incluyera a todo el mundo y que no sea dejado en manos del capitalismo con sus eslóganes de marketing de «empoderamiento» o «diversidad».
Para ello, todos tenemos que aprender más tolerancia y también reflexionar sobre nuestros propios privilegios.
Tenemos que demostrar que el patriarcado es, en última instancia, limitante y perjudicial para TODOS.
-Desde el punto de vista de los medios de comunicación alternativos e independientes, ¿cómo podemos llegar a más personas con el feminismo sin los prejuicios ni las tergiversaciones que apuntas? ¿Qué debemos cambiar o mejorar en nuestra práctica profesional para lograrlo?
-En mi opinión, es importante presentar el feminismo en toda su diversidad y no como la «ideología» de un grupo homogéneo.
Tenemos que demostrar que el patriarcado es, en última instancia, limitante y perjudicial para TODOS porque, en él, todos tienen que vivir con modelos de conducta preconcebidos.
Solo podremos ser libres cuando hayamos descartado estas asignaciones y podamos elegir sin prejuicios lo que realmente nos gusta.
Debemos llegar a la gente y mostrarles que el feminismo es una ventaja en sus vidas, no una pérdida, y que puede ser increíblemente divertido, como muestran los muchos ejemplos de la cultura pop feminista.
La remuneración del trabajo político y cultural de los medios feministas sigue siendo muy precario: altas exigencias con bajos recursos.
-En una época de feroz guerra cultural, ¿cuál es el papel que deben desempeñar espacios como Missy Magazine y cuáles son los retos que aún se pueden trabajar?
-Los medios de comunicación feministas deben ser, por un lado, una voz fiable para nuestras reivindicaciones, pero, por otro lado, también deben ser un espacio seguro en el que podamos intercambiar ideas con personas de ideas afines sin temer el odio y la incitación al odio.
El reto es la creación de estructuras igualitarias que no reproduzcan las relaciones de dominación capitalistas y patriarcales, mientras la remuneración de ese trabajo político y cultural sigue siendo muy precario: altas exigencias con bajos recursos.
-Por último, en la misma línea, ¿cómo podemos defender nuestros ideales, nuestra visión del mundo, en esta lucha cultural, sin alimentar la polarización que viven nuestras sociedades?
-Apoyándonos una y otra vez en la solidaridad y fortaleciéndonos mutuamente en nuestras luchas.
Aunque las disputas internas sobre la línea política correcta son indispensables y deben llevarse a cabo de forma constructiva, nunca debemos olvidar que «el enemigo» está fuera y que sólo puede ser derrotado conjuntamente.
Debemos escucharnos unos a otros, ser tolerantes, aceptar y perdonar los errores, y en el proceso crear una gran comunidad de solidaridad guiada por el amor y no por el odio.