No solo deben enfrentar la crisis climática o la sequía. También realizan esfuerzos para mitigar la contaminación del agua en el río La Paz, provocada en la sede de Gobierno.
Mientras las autoridades del municipio paceño demoran décadas en emplazar plantas de tratamiento, productoras y productores ingenian soluciones para descontaminar el agua y garantizar alimentos para la ciudad.
Dos de las fuentes en este reportaje solicitaron anonimato. Respetando su decisión, cambiamos sus nombres en la redacción.
De pronto, Hortensia (nombre cambiado) guarda silencio. Se frota los párpados y permanece pensativa un instante. El tiempo indispensable para evocar algunos de los momentos más felices de su infancia.
“Cuando era niña yo tomaba agua del río. Era cristalino”, recuerda. Desde entonces hacen más de 30 años.
“Ahora ya no se puede”, dice en voz baja.
No es la única. El recuerdo de agua cristalina en el río La Paz está vigente en la memoria de los pobladores mayores 40 de años en Mecapaca, La Paz.
Actualmente, este caudal está contaminado por basura y aguas residuales que se desechan, sin control, desde la sede de Gobierno. El río La Paz es la continuación del Choqueyapu, que atraviesa la ciudad arrastrando residuos de todo tipo.
Llegar a Mecapaca, desde La Paz, toma alrededor de una hora, bajando hacia el sector conocido como “Río Abajo”.
La mayoría de las familias en Mecapaca se dedican al cultivo de alimentos. Este oficio es heredado de generación en generación y contribuye a la seguridad alimentaria de quienes habitan La Paz.
Pero la contaminación del agua en la cuenca del río La Paz es una amenaza para Mecapaca y otras zonas aledañas. La alerta surgió hace al menos 10 años, a través de una auditoría ambiental realizada por la Contraloría General del Estado.
El río y la seguridad alimentaria
“La ciudad (de La Paz) no cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales. Esto, dado el número de habitantes, es un problema ambiental de mucha importancia”, se lee en el informe de la Contraloría.
Según este mismo documento, el principal problema del río La Paz “es la contaminación que recibe como resultado de su paso por la ciudad de La Paz”.
Esto implica basura de todo tipo, además de aguas residuales domésticas e industriales. Es decir, en este caudal convergen los restos de botaderos clandestinos y conexiones de alcantarillado irregulares, así como desechos industriales sin ningún tipo de tratamiento.
Durante 2020, en menos de un mes desde el inicio de la cuarentena, con la paralización de varias industrias, la contaminación del agua en los ríos Orkojahuira y Choqueyapu se redujo entre un 20 y un 30 %.
Ya en la década de los 90 la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales en la cuenca del río La Paz fue establecida como una necesidad. Desde entonces, el proyecto no consigue concretarse.
“Cuando era niña yo tomaba agua del río. Era cristalino”
Río de sustento para unos, río vertedero para otros
“Al atravesar la ciudad de La Paz, las aguas de la cuenca no reciben un uso en particular excepto el de ser receptor de descargas”, se lee en el informe de auditoría de la Contraloría.
Mientras, aguas abajo, estos recursos hídricos son fundamentales para “el riego de diversos cultivos de productos destinados al consumo humano”.
Así, localidades como Mecapaca, garantizan la alimentación de su propia población y la de ciudades como La Paz y El Alto.
Esta forma en la que lo urbano y las zonas agrícolas se relacionan con el caudal del río implica un conflicto. Mientras unos encuentran en el río un vertedero, otros hacen lo posible por cuidarlo porque es la fuente de su sustento.
Para los pobladores de Mecapaca, el proyecto de la planta de tratamiento debe estar a cargo del municipio de La Paz, siendo ésta la región más culpable por la contaminación del agua en la cuenca del río La Paz.
“Prácticamente producimos todo. La tierra nos da todo. Muchos dicen que somos el sustento de la ciudad y eso es cierto”
La contaminación del agua, una preocupación que no es reciente
La preocupación de la sociedad civil por la calidad de este recurso se manifiesta hace años.
Esto se ha hecho más evidente a partir de diferentes plataformas. Por ejemplo, el Comité Municipal de Seguridad Alimentaria de La Paz, que realizó una Consulta Ciudadana sobre el Agua en agosto de este año.
Allí se puso énfasis en la transparencia de información sobre la calidad del agua potable, pero también en la que riega los alimentos frescos que consumen los habitantes de la Región Metropolitana de La Paz.
La respuesta de las autoridades, según estas plataformas, sigue siendo tibia y ambigua. Especialmente, respecto a planes de contingencia ante el cambio climático, el fenómeno de El Niño y consecuencias como la sequía.
Una combinación de factores que profundiza la crisis hídrica patente en varias localidades de Bolivia.
Soluciones agroecológicas
Sin embargo, esta no es la única alternativa de solución.
El sector de la agricultura en Mecapaca realiza esfuerzos y acciones concretas para contrarrestar esta problemática. Cuidan del agua para garantizar la seguridad alimentaria de la región.
Rebeca (nombre cambiado) también se dedica a la agricultura. Cuenta que aprendió a cultivar hortalizas y flores desde niña.
A lo largo de su vida, fue testigo de cómo los productores de Mecapaca aprendieron a cuidar sus cultivos, adoptando diversas acciones y estrategias.
Por ejemplo, hace aproximadamente seis años, comenzaron a construir un muro para prevenir los estragos causados por los desbordes del río La Paz.
Como el de marzo de 2017, cuando se quedaron sin producción debido a que una riada arrasó con sus cultivos.
Pero esta obra también sirve para evitar la contaminación del agua con plásticos. Especialmente, la basura plástica que arrastra el río La Paz desde la sede de Gobierno.
“Este muro lo hicimos en conjunto con toda la comunidad, fue para defender (nuestros cultivos) de las riadas. Así nos cuidamos del (desborde del) río”, dice Rebeca.
La obra tiene aproximadamente una extensión de 400 metros y aún está inconclusa. Es de hormigón armado y es parte de los esfuerzos de los productores por garantizar la seguridad alimentaria de las ciudades de La Paz y El Alto.
“Prácticamente producimos todo. La tierra nos da todo. Muchos dicen que somos el sustento de la ciudad y eso es cierto”, dice con orgullo Hortensia.
En Mecapaca cultivan una variedad de alimentos, entre tubérculos, hortalizas, frutas, cereales y forrajes. “También tenemos flores”, añade Hortensia.
Mecapaca tiene alrededor de 16 mil habitantes (según el censo de 2012). Quienes se distribuyen en 57 comunidades, dividas entre tres distritos: Mecapaca, San Pedro de Chanka y Santiago de Collana.
«Filtraciones» naturales
Como llevan décadas aguardando la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales, los productores de las comunidades de Mecapaca impulsan e implementan algunas soluciones naturales. Así, intentan reducir al máximo la contaminación de sus cultivos.
En uno de estos casos, los productores aprovechan una cualidad geográfica de Mecapaca: los arroyos y las filtraciones de agua. Según explican Rebeca y Hortensia, son precisamente estas fuentes de agua las que utilizan en el riego de los cultivos. Los canales para este uso fueron construidos por comunarias y comunarios de la misma población.
Además, explican Hortensia y Rebeca, a medida que el caudal del río baja hasta Mecapaca, el agua se va “purificando” de manera natural. Esto debido a que el caudal pasa por “filtros” de totoras y pastos. En algunos casos, estas filtraciones se formaron de manera natural y, en otros, contaron con la intervención de las y los productores.
Fitorremediación y plantas de totora
Esta técnica de depuración de aguas contaminadas es conocida como fitorremediación. El procedimiento aprovecha la capacidad de ciertas plantas para “absorber, acumular, metabolizar, volatilizar o estabilizar contaminantes”.
La fitorremediación puede ser usada en el suelo, aire, agua o sedimentos. Actúa sobre metales pesados, metales radioactivos, compuestos orgánicos y compuestos derivados del petróleo, detalla un estudio elaborado por especialistas de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
“Esta agua viene de otra comunidad y esa otra comunidad está llena de pastizales. Esa agua viene filtrada porque incluso pasa por las totoras”, dice Hortensia, mientras muestra un canal de agua cristalina que llega hasta un cultivo de manzanillas.
La eficiencia de la fitorremediación es estudiada y reconocida desde la década de los 70. Recientemente, su eficacia también fue comprobada en una investigación de la Universidad Nacional de Asunción (Paraguay).
Este estudio comprobó que las totoras son útiles para la absorción de cromo y cobre en sistemas de flotación de plantas. En sus pruebas obtuvieron “porcentajes de remoción del 16 % al 46 % con el cromo y del 68 al 93 % con el cobre. En ambos casos, la absorción fue mayor a medida que aumentaba la concentración de la solución metálica”.
Otras soluciones frente a la contaminación del agua
Hortensia insiste en que el agua del río La Paz no afecta a sus cultivos y reitera cómo aprovechan las filtraciones de arroyos naturales para regar sus parcelas.
Pero también subraya que lo ideal es contar con una planta de tratamiento para las aguas y otro tipo de sistemas para evitar el arrastre de basura, especialmente plástica.
Además de la construcción del muro, los canales y los filtros de totoras —que instalaron para proteger sus cultivos— los comunarios de Mecapaca también utilizan fertilizantes ecológicos.
“Curamos la tierra, compramos fertilizantes para que no entren bichos (…) Con puro fumigado (ecológico) también lo cuidamos”, dice.
Finalmente, Hortensia cuenta que, además, construyeron canales que captan el agua de lluvia para riego.
Rodeada de cultivos de manzanilla, Rebeca señala uno de los canales y resalta que esta también es una herramienta clave para los productores.
Basura plástica
“Mi mamá me enseñó a trabajar la tierra”, comenta Hortensia mientras recorre plantaciones con hortalizas y frutas. Cuando se detiene apunta hacia la evidencia del que considera el principal “dolor de cabeza del pueblo”: residuos de botellas plásticas y envases desechables, además de bolsas repletas de basura.
Todos estos desechos están atorados en un rincón de la orilla izquierda del río. Muchos son arrastrados desde la ciudad de La Paz.
La sede de Gobierno genera, en promedio, entre 650 y 700 toneladas de basura al día, según datos del Sistema de Regulación Municipal (Siremu).
Gran parte de los residuos son depositados al Relleno Sanitario de Alpacoma, otra parte en botaderos clandestinos y en las orillas de los ríos que atraviesan La Paz.
Hortensia protesta contra los vecinos de la ciudad. Ella considera que botan basura a los ríos sin pensar en el daño que puedan causar a los demás.
“En la ciudad todo botan”, complementa Rebeca.
Rebeca y Hortensia comparten el enojo y coinciden en decir que no entienden por qué en La Paz no pueden seleccionar sus residuos para depositarlos en los carros basureros.
En Mecapaca —explica Hortensia— es una tarea sagrada que cumplen casi todos los pobladores, en especial los productores. Asimismo, aprovechan los desechos orgánicos para alimentar al ganado.
“En la ciudad nosotros tratamos de concientizar sobre eso”, dice Hortensia y recuerda que su pueblo fue estigmatizado porque decían que usaba agua contamina para el riesgo de sus cultivos.
“Pero siempre usábamos filtraciones”, aclara.
Nuevos anuncios
Las preocupaciones de Ever Venegas, concejal de Mecapaca, coinciden con las de Hortensia y Rebeca.
Explica que están en tratativas con el municipio de La Paz para consolidar el proyecto de la planta de tratamiento de las aguas residuales. “Ya está en la fase final. Tenemos ese proyecto para que ya no exista contaminación del agua en el río”, dice.
La necesidad de una planta de tratamiento está planteada desde los años 90 y este año se cumple una década desde la entrega del informe de auditoría de la Contraloría.
El primer anuncio sobre la posible construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales se realizó en 2015, cuando se presentó el Plan Maestro Metropolitano. El más reciente se hizo en marzo de 2023.
Este año, la Alcaldía de La Paz informó que coordina con la Empresa Publica Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) la construcción de dos plantas de tratamiento de aguas residuales.
Una de ellas se se construirá en el distribuidor de Kantutani y otra se emplazará en Lipari o Mallasa.
El día del anuncio, Oscar Navarro, asesor de la Alcaldía de La Paz, explicó que este proyecto “apoyará a las comunidades que están más abajo, para que puedan tener agua tratada para incrementar su producción de alimentos”.
La cuenca del río La Paz
La cuenca del río La Paz nace en las montañas del Chacaltaya.
Desde esa altura va cambiando de nombres: río Jhuna Tincu Jahuira, Kaluyo y, luego, Choqueyapu. Este último atraviesa la ciudad de La Paz.
Después de cruzar toda la región urbana se denomina río La Paz. Con este nombre llega a las poblaciones de “río abajo”, hacia el sur. Una de ellas es Mecapaca.
Hasta este punto se delimitó el fin de la cuenca en la auditoría que hizo la Contraloría General del Estado en 2013.
Pero este cauce continúa, cambia de rumbo, atraviesa la cordillera por el cañón de La Paz y desciende rápidamente hacia regiones como los Yungas y Alto Beni.
En la auditoría de la Contraloría se revisó el trabajo de al menos seis entidades públicas. Entre ellas están el municipio de La Paz y el Ministerio de Medio Ambiente y Agua.
En el estudio se determinó que entre 1993 y 2008 no hubo gestiones por parte de las entidades evaluadas para viabilizar la ejecución de un sistema o una planta de tratamiento de las aguas residuales generadas en La Paz.
Este trabajo evidenció, además, que la Alcaldía de La Paz, en distintas gestiones, impulsó varios proyectos y estudios para descontaminar los ríos. Sin embargo, ninguno alcanzó ese propósito.