Esta cifra de sacerdotes involucrados en abusos en Bolivia se basa solo en hechos conocidos públicamente. La cantidad de víctimas es apenas una aproximación. En ella no se anotan los casos en los que no se conoce el número exacto, pero sí se sabe de múltiples abusos y violaciones. La Iglesia Católica oculta sistemáticamente esta información y muchas denuncias se diluyen en «investigaciones canónicas», una serie de herméticos procesos que acaban por encubrir a los agresores.
“Es que nos falta manos”, dice un representante de los exalumnos del colegio Juan XXIII. Desde que emitieron un comunicado denunciando los casos de pederastia dentro de esa institución religiosa, cuentan en este reporte, los teléfonos no dejan de sonar y los mensajes no dejan de llegar.
Según una recopilación de datos (disponibles para descarga en nuestro Observatorio), hay 23 sacerdotes denunciados por abusos sexuales. La mayoría de estos delitos se cometieron en contra de niñas, niños y adolescentes. Pero en la lista también hay denuncias de mujeres y hombres adultos.
El conteo de las víctimas con denuncias comprobables alcanza las 200 personas. Los principales pederastas tienen a niñas y niños agredidos por decenas, de manera sistemática. Lastimosamente, estos casos son los más ocultados por la Iglesia Católica boliviana.
Encumbrimiento y silencio
Por ejemplo, los casos de Alfonso Pedrajas, Juan José Santana Trinidad o el de José María Padrosa, se denunciaron ante las autoridades eclesiásticas, pero nunca obtuvieron respuesta.
Con Pedrajas, las acusaciones se encubrieron durante décadas. La dilación clerical favoreció la fuga de Santana Trinidad y con Padrosa el pronunciamiento de la Compañía de Jesús llegó tres años después de su muerte. Y aún en ese momento, protegieron su identidad y ocultaron la cantidad de niños afectados por sus crímenes. Los sacerdotes involucrados en abusos son protegidos por la Iglesia Católica.
Estos mecanismos de encubrimiento no son improvisados. Ocultar los nombres de los sacerdotes implicados en violaciones otorga impunidad a los agresores e impide que las víctimas se animen a romper el silencio.
Luego de que los múltiples abusos y violaciones del cura Alfonso Pedrajas, alias «Pica», se hicieron públicas, muchas personas decidieron alzar la voz en contra de sus agresores. “Llamaron de España, de Francia, del exterior, también del oriente del país hasta de Cobija (Pando). En realidad de todo lado”, contó a Página Siete el presidente de la Asociación de Exalumnos del Colegio Juan XXIII.