En mayo de este año una revista pionera en el periodismo hecho por mujeres en Bolivia cumplió 100 años. Con humor y poesía reivindicaron un discurso feminista en la segunda década del siglo XX. ¡Un hito en la prensa nacional!
Te compartimos un amplio reportaje sobre Feminiflor y la colección de más de 217 páginas de Feminiflor que reunimos y digitalizamos recientemente.
Este trabajo fue respaldado por el Fondo de Apoyo a la Producción Periodística de Mujeres y Personas LGBTIQ+ de la Revista Muy Waso. Si quieres aportar a la sostenibilidad de este proyecto, déjale tu aporte al CHANCHITO MUY WASO.
“¡Feminiflor, Feminiflor! ¡La lengua de las mujeres a 20 centavos!”, coreaban por las calles los jóvenes canillitas que hace cien años ofrecían los ejemplares de la primera revista feminista del país.
Una disrupción en la prensa escrita boliviana, una publicación elaborada y dirigida por mujeres.
El primer ejemplar de Feminiflor salió a las calles el 26 de mayo de 1921, cuando un grupo de escritoras e intelectuales orureñas decidió tener presencia entre los medios nacionales. Una apuesta arriesgada, en aquellos años, para redefinir la representación de las mujeres y sus voces dentro un tabloide.
A diferencia de las expectativas de la época para con las mujeres, en Feminiflor no reunían recetas para el hogar ni compartían consejos de moda ni compilaban tips de maternidad para armar una “página femenina”.
Cuando la política, el arte y la historia parecían ser temas exclusivos de los hombres, las pioneras fundadoras de Feminiflor decidieron diseñar una revista que hablara de feminismo y planteara cuestionamientos a los restringidos roles familiares y sociales que se les imponía.
Laura Graciela de La Rosa Tórres, Betshabé Salmón Fariñas y Nelly López Rosse crearon una revista que marcó un hito en la historia del periodismo boliviano.
Las tres amigas, todas parte del Centro Artístico e Intelectual de Señoritas de Oruro —una especie de paraguas institucional de Feminiflor—, compartían interminables tertulias en las que cuestionaban los estereotipos de feminidad y su limitado acceso a la educación (o al trabajo en esferas públicas).
Además, en una práctica que hoy podríamos definir como sororidad, ellas se profesaban una profunda admiración mutua.

De la poesía al feminismo
La pasión por la literatura reunió a las tres jóvenes fundadoras de Feminiflor y muchas otras de sus amigas.
Pero las lecturas de poesía, y las conversaciones sobre música y cultura, se convirtieron también en un espacio de debate sobre la conquista de derechos de las mujeres.
Todo en un contexto en el que los gobiernos liberales acentuaban su dominio en Bolivia.
“El Estado empieza a encargarse de la educación de las mujeres. Se crean los primeros colegios y liceos de mujeres. Se crea la primera Escuela Normal en Sucre para formar a mujeres profesoras que, a su vez, formen (a otras mujeres) en colegios secundarios”, explica la historiadora boliviana María Elvira Alvarez, docente titular de la Universidad de CY Cergy Paris, en Francia.
Sin embargo, contrasta María Elvira, este desarrollo en la formación de mujeres bolivianas favoreció sobre todo a la clase urbana, a “las clases altas y medias altas”.
Es precisamente en esos primeros años del siglo XX que Bolivia tiene a sus primeras mujeres bachilleres. Betshabé Salmón, parte del equipo fundador de Feminiflor, fue una de ellas.
Esta primera ola de mujeres intelectuales impulsó la creación de textos literarios y periodísticos. En aquella generación destacan feministas icónicas como la cochabambina Adela Zamudio.

Feminismo sufragista y sororidad
Fue en ese terreno que Feminiflor y otras revistas encendieron su chispa. En sus primeros destellos, tal como sucedía en otros lugares del mundo, con un halo sufragista.
María Elvira dice que, al saber leer y escribir, esta generación de mujeres consideraba injusto no poder ejercer el derecho al voto.
“Es la primera revista feminista que se funda en el país, donde además de publicar artículos sobre historia o poemas… también se escribe sobre feminismo. Qué es el feminismo, cómo entienden el feminismo. Hay muchos artículos en los que hablan sobre la necesidad de desarrollar la educación de las mujeres, porque consideran que es un vector de emancipación”, destaca María Elvira.

Para la literata Fernanda Verdesoto también es importante la admiración que se demostraban Betshabé, Laura Graciela y Nelly. En las páginas de Feminiflor se dedicaban poemas, unas a otras, destacando sus cualidades.
Tenían “la poesía como espacio sororo para crecer intelectualmente, para romper discursos patriarcales y establecer un discurso femenino”. Un espacio único en el periodismo boliviano de entonces.
Feminiflor no solo destacó por su línea editorial feminista, sino que también impulsó prácticas que dejaban entrever una forma más amplia de entender las reivindicaciones sociales de las orureñas y bolivianas.
Por ejemplo, sus ejemplares contenían una página de publicidad gratuita para avisos de mujeres que ofrecían sus servicios a la población en una gran variedad de oficios.

El humor contra el patriarcado
Cien años después del nacimiento de Feminiflor, es difícil pensar en medios de comunicación que se atrevan a usar el humor para romper con el discurso patriarcal, tal como lo hicieron las tres jóvenes que se encargaron de redactar y editar las páginas de aquella revista.
Una muestra de su tenaz manera de ironizar sobre las conductas de la época fue la creación de su denominada “página masculina”. Una contrapropuesta a lo que en otros medios se mostraba como “página femenina”. En ella reducían a una sola carilla la presencia de sus colaboradores.
Desde Feminiflor también se lanzó el concurso del “Hombre más feo de Oruro”, con el fin de ridiculizar los certámenes de belleza femeninos.
“Usan el humor para construir un espacio femenino y feminista. Hay varios artículos escritos con pseudónimos que utilizan el humor a manera de burlarse de todos los comportamientos que se les imponían y que incluso ahora se imponen a las mujeres. Me parece algo excepcional”, destaca Fernanda Verdesoto.
A propósito, Fernanda recuerda un artículo de Feminiflor intitulado “Qué Esperanza”. En él se habla “sobre el estereotipo de la moda y de que las mujeres solo piensan en eso. Desborda de genialidad al usar el humor para tratar esos temas”.
Esta lucha intelectual feminista, desde el periodismo, marcó el inicio de un movimiento en el que las mujeres y sus discursos ingresaron a las lides del trabajo de la prensa con nombres y apellidos.
La apuesta periodística de aquellas tres jóvenes amigas y pioneras del periodismo hecho por mujeres puso en circulación 25 publicaciones. Su último número fue vendido el 25 de noviembre de 1923.
Es cierto que ha pasado una centuria de aquel proyecto, pero aún queda mucho por escribir desde y para las mujeres. Aún falta saber cuáles serán los nuevos caminos del periodismo feminista en Bolivia.

El feminismo en Bolivia al comenzar el siglo XX
¿Qué se entendía por feminismo en la Bolivia de aquellos años? ¿Qué feminismo se reivindicaba desde Feminiflor?
Al leer los artículos de quienes fueron parte de la revista orureña, y también de muchas de sus colaboradoras, se advierte una búsqueda de igualdad en los derechos de las mujeres respecto a los de los hombres. Pero sin dejar de reconocerse como parte importante del hogar y de la formación de los hijos.
Sus textos evidencian que están en contacto permanente con los avances del feminismo en el continente y el resto del mundo.
Admiran las luchas de otras intelectuales feministas, aunque también “aclaran” —a causa de algunas críticas, quizás— que no son parte de un “feminismo malentendido”.
“El feminismo, en todos los países del mundo, siempre ha generado una reacción conservadora y adversa, lo que se llamaría el antifeminismo. Como el feminismo viene a romper un orden establecido, el orden que obliga a las mujeres a quedarse en ciertas esferas, (…) siempre ha generado rechazo de los sectores conservadores”, comenta la doctora en Historia María Elvira Alvarez.
Machitrolls en Bolivia a principios del siglo XX
Eso mismo le pasó a Feminiflor.
Más allá del apoyo y promoción que recibieron, como lo remarcaron muchas veces sus integrantes, la revista también soportó duras críticas y cuestionamientos. Obviamente, también fue objeto de burlas.
“El feminismo era objeto de burlas por (parte de) periodistas y siempre con los mismos tópicos que se usan hasta hoy: que las mujeres feministas son feas, son masculinas, que no son femeninas”, comenta María Elvira.
Una actitud “protomachitroll” que catalogaba a las feministas como “mujeres fallidas” que no entienden su espacio en la sociedad. O los prejuicios de que son histéricas y malhumoradas.
“Esos tópicos, que permanecen hasta el día de hoy, existían también en esa época”, remata María Elvira.
Así, cuando las creadoras de la publicación subrayaban que no eran parte de un “feminismo malentendido”, apuntaban a quebrar las críticas hacia su postura. En este intento, cedían a cierta naturalización de lo roles femeninos en la sociedad boliviana.
“Entonces, no cuestionan la construcción social del género, sino que la naturalizan de alguna manera, como la naturaliza la sociedad. Porque ellas piensan que las mujeres tienen un rol que cumplir en la sociedad como mujeres”, detalla María Elvira.
Fernanda Verdesoto remarca que, si bien entonces el feminismo era “una manera de romper con ciertos órdenes patriarcales, a veces se mencionaba que eso no implicaba ‘dejar de ser femeninas’”.
Esto no merma el valor de la lucha que emprendieron las creadoras de Feminiflor en su momento. Ya sea reivindicando el ingreso de la mujer al ámbito profesional, su emancipación económica o el acceso a la educación.
Un legado que se desvanece

Las viejas páginas de Feminiflor están impregnadas de la necesidad de una transformación social hacia la conquista de derechos civiles y políticos para las bolivianas.
100 años después, esta esencia aún es perceptible al leer las contadas páginas de la primera revista feminista que se resguardan en el Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia (ABNB).
Apenas tres ejemplares —solo uno completo— de Feminiflor se encuentran en el ABNB en Sucre.
Otros tres ejemplares, que habían sido heredados por Nelly López a Mariano Baptista Gumucio, fueron obsequiados a Betshabé, según explica su hijo, Luis Ramiro Beltrán, en el libro Feminiflor, un hito en el periodismo femenino de Bolivia.
Posteriormente, Beltrán heredó esos ejemplares. Sin embargo, estos no figuran en el catálogo de su biblioteca, donada tras su fallecimiento a la Universidad Católica Boliviana (UCB) de La Paz.
También hay disponibles siete fotocopias de ejemplares que fueron parte del archivo del Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM). Actualmente se encuentran en la Biblioteca de la Mujer Adela Zamudio, del Instituto de Investigaciones Sociológicas (IDIS) “Mauricio Lefebvre” en La Paz.