La atleta Valeria Quispe derrumba obstáculos en cada salto y reivindica la participación de las mujeres en el deporte.
Las atletas deben superar innumerables dificultades y una continua invisibilización. Valeria es una de las tantas deportistas bolivianas que rompen marcas, ganan medallas y ocupan un lugar en los podios de competencias internacionales.
Si hacer deporte en Bolivia es de por sí un gran reto, ser deportista mujer es aún más complicado.
“Casi en todos los deportes dan prioridad y reconocimiento a los varones”, admite Valeria Quispe.
Valeria participó de la competencia de salto triple en los Juegos Odesur que se realizan en Asunción, Paraguay. Allí intentó superar su marca de 13.37 centímetros, el récord nacional en salto triple.
En esta ocasión no lo logró. Sin embargo, su desempeño sigue siendo destacado.
La delegación boliviana en los Odesur está compuesta por 298 deportistas y 78 entrenadores en 32 disciplinas deportivas.
Valeria Quispe tiene 25 años y nació en Tarija. Practica atletismo desde los 12 años y, actualmente, también estudia Economía.
Valeria obtuvo medallas en competencias bolivarianas, récords nacionales en saltos triple, así como en salto largo.
Se llevó una medalla de bronce en los Juegos Bolivarianos del 2017.
Logró medallas de oro y plata en el Grand Prix de Atletismo Darwin Piñeyrua y plata en salto triple para nuestro país en el Primer Campeonato Sudamericano Indoor Cochabamba 2020, entre otras.
Este año también ganó la medalla de bronce en el Meeting Sudamericano Indoor de Atletismo.
Las mujeres reciben menos reconocimiento
“En todo lo que uno haga hay obstáculos, más si eres mujer. (…) Chicas, si les apasiona algún deporte, practíquenlo”, dice Valeria.
Valeria cree que muchas mujeres que practican deportes experimentan desventajas y menor reconocimiento por sus logros. Esta desigualdad es una realidad que se refleja en múltiples disciplinas.
Además, son evidentes otros tipos de discriminación y violencias dentro la práctica deportiva de alto nivel.
«La práctica deportiva lleva implícita siempre la presencia de conductas y características propias del modelo de masculinidad hegemónica impuesto, cultural e ideológicamente, por esos grupos de hombres que detentan el poder social en cualquier contexto»
Masculinidad y violencia: aproximaciones desde el uni-verso del deporte
Históricamente, el francés Pierre de Coubertin (creador de los Juegos Olímpicos modernos) se opuso hasta su muerte a la participación de mujeres en estas competencias.
No fue hasta el 1928 que se abrieron las puertas a las mujeres en algunas disciplinas.
Valeria Quispe también vivió una experiencia en la que se sintió desplazada por su condición de género.
Ella estaba en la delegación 10 atletas bolivianxs que viajarían a los Juegos Deportivos Bolivarianos 2022, en Valledupar, Colombia. Pero, por reducciones en el presupuesto del comité organizador, la lista se redujo a ocho personas.
“Tenían que elegir entre un atleta varón y yo. Lo eligieron a él.”, recuerda Valeria.
Valeria Quispe y su pasión por las pistas
Valeria Quispe dedicó la mitad de su vida la dedicó a dar saltos y caer en las pistas de arena. No puede imaginarse lejos de una pista de atletismo.
Valeria nunca olvida su primera competencia nacional, cuando tenía 12 años. “Fue emocionante, me di cuenta que tenía talento”, comenta.
Para su tercera participación en los Juegos Odesur, Valeria entrenó arduamente desde 2021.
Falta de apoyo para lxs deportistas
Valeria Quispe dice que, en bolivia, lxs deportistas no tienen apoyo ni oportunidades.
“Los deportistas extranjeros solo tienen que preocuparse en entrenar. Aquí tienes que pensar en llegar a las marcas, en cómo conseguir dinero para entrenar afuera y (también dinero) para participar en las competencias”, lamenta.
Valeria cuenta con el apoyo de sus padres y su trabajo como entrenadora de niñxs para costear sus gastos.
Atletas como Valeria Quispe, en disciplinas poco mediáticas, ofrecen a Bolivia triunfos de manera constante. Sin embargo, no reciben la atención que merecen.
Respecto al apoyo estatal. En 2021 el Gobierno redujo el presupuesto de 38 millones de bolivianos (en 2020) a solo 3.8 millones. Este monto que representa siete veces menos de lo que se gasta, por año, en el uso y mantenimiento del avión presidencial.