Mekhala o Miqala es una figura del altiplano boliviano, con una presencia notable en el sector de Yungas. Sin embargo, se la conoce muy poco y su mito está en desaparición.
Existen dos versiones de la apariencia y características de la Mekhala. Una que la describe como “bruja” y otra como “deidad maléfica”.
Mekhala, una bruja que se saca los ojos
La primera corresponde a la antropóloga Alison Spedding quien ha recopilado distintas narraciones orales en Yungas. Según la autora, Mekhala es un ser propio del akapacha es decir, es de origen humano.
Mekhala es una bruja que se saca los ojos y los guarda en una olla de barro. Además se “coloca una vela encendida en cada órbita vacía y otra en el ano”. Así, vuela completamente desnuda por las noches.
Si una persona se encuentra con esta bruja, debe arrojarle con su abarca izquierda para protegerse.
La forma más común de reconocer a estas criaturas durante el día, es prestando atención a sus rostros. Las personas que son una Mekhala tienen los “ojos rojos y las cuencas como lastimadas”.
Uno de los testimonios recopilados por Spedding, relata que la abuela de una mujer originaria de la comunidad Takipata, del sector Yarupampa, era una Mekhala. Alguien se dio cuenta, encontró la olla con sus ojos y la ocultó. De esa forma “la bruja murió ciega”.
Un traje con bolsillos infinitos que acaba con los huertos
La segunda versión pertenece al folclorista y etnógrafo Rigoberto Paredes. Describe a Mekhala como una deidad maléfica con cuerpo de mujer. Es alta, flaca “de color lívido, carnes lacias” y lleva el cabello despeinado y suelo al viento.
Otra característica que le atribuye Paredes es que tiene una barriga que cae hasta sus rodillas y una cola de fuego “semejante a la de un cometa”. Es posible que este sea el punto en común con la narración de Spedding.
Además de su aspecto extravagante, lleva puesta una túnica roja larga que está cubierta de muchos bolsillos pequeños. Mekhala invade los sembradíos y huertos llenando los bolsillos de su traje con la fruta que roba. Antonio Paredes Candia, dice que esos bolsillos son imposibles de llenar ya que se “van ensanchándose indefinidamente”.
Es ahí donde también aprisiona las almas de los niños dormidos que se crucen en su camino, después de “extraer(les) los sesos”.
Y si se topa con algún animal, les succiona la sangre, “cual voraz vampiro”.
Qonopas y Mamasara una forma de defenderse de Mekhala
La forma de defenderse de esta versión de Mekhala, es invocando a las Khonopas o Qonopas. Estos son dioses menores, protectores de las casas, y están relacionados “sólo a la casa y sus beneficios materiales”. A pesar de esto, se encargan de proteger a las personas dentro del hogar.
También se aconsejaba poner dentro de sus chacras “la imagen de una Mama-Sara”.
Mama Sara, Mamasara o Saramama es “una huaca (Wak’a) del maíz” o “la fuerza vital del maíz” que se representaba en una figura o ídolo. Podía verse en maíces que brotaban con formas peculiares, pero también en figuras fitomorfas elaboradas en piedra o metales. Algunos autores consideran a la Mamasara una Qonopa.
Se cree que el mito de Mekhala puede ser una personificación de las sequías, heladas y epidemias. Pues es temida por su capacidad para destruir las huertas, dañar las cosechas y el ganado y se la considera causante de estos desastres.
Fuentes
Spedding, Alison. (1992). Almas, anchanchus y alaridos en la noche: el paisaje vivificado de un valle yungueño en Etnicidad, Economía y Simbolismo en los Andes.
Paredes, Rigoberto. (1955). Tiahuanacu y la Provincia Ingavi.
Paredes Candia, Antonio. (1981). Diccionario Mitológico de Bolivia.
Diez de Medina, Fernando. (1973). La Teogonía Andina. Mitos en forma de Rapsodia.
Ortiz Luna, Alejandro (2022). Mamasara o saramama, la madre del maíz: Reflexiones sobre agencia de objetos agrícolas mágico-religiosos en el antiguo Perú.