El Movimiento Maricas Bolivia (MMB) presenta este 20 de agosto su libro Jiwasa/Nosotras, una colección de entrevistas y crónicas sobre activistas maricas, machorras, travas (LGBTIQ) que se afirman desde su autodeterminación e identidad india-indígena e interpelan lógicas misóginas, machistas y racistas dentro el ambiente y activismo LGBTI en Bolivia.
La presentación se realizará a las 17:00 en el Museo Nacional de Etnografía y Folclore en La Paz. Participarán del evento Adriana Guzmán, Laura Libertad Álvarez, Jhon Callisaya y Edgar Soliz.
Te dejamos un fragmento del libro, gracias a la generosidad de MMB.
Existimos dentro de un sistema de ordenamiento social con modelos, jerarquías y costumbres basados en el origen, la clase, el color de piel, el sexo, etc.
Somos producto de un proceso de subjetivación individual y colectiva y es en este proceso que construimos nuestra sexualidad.
Por esto la materialidad de nuestro cuerpo está inscrita en una serie de lógicas de funcionamiento que nos son anteriores, pero a la vez presentes, ajenas o propias.
Estas lógicas de funcionamiento estandarizan y norman nuestro comportamiento, a la vez que lo clasifican en aceptable o reprochable, de esta manera enmarcan y moldean nuestros sueños, deseos, placeres y sentires.
Así funcionan las políticas identitarias, actúan como dispositivos de control de los deseos, la banalización de nuestros cuerpos, inducen a la normalización; hablan de la higienización para homogeneizar nuestras realidades.
Plantean pretensiones hegemónicas sobre nuestras múltiples características desarraigándonos de la relación con el otro, el medio, la comunidad, el territorio que ocupamos.
Las acciones políticas son guionizadas y no contemplan en ningún caso una relación con otros sectores de la sociedad, aislándonos en nuestra lucha y dándole una visión miope, alejada de la realidad.
Reconocidos con una única identidad, cumplimos un rol de objeto exótico, adornamos el circo político y el espacio social, una estructura en apariencia vivificadora en la cual somos incluidos sólo si nos hacemos funcionales y subordinados.
Nos convertimos en entes sin función teleológica, objetos vaciados de contenido, vaciados de memoria, donde debemos aspirar ser la persona civilizada y educada bajo los parámetros de las sociedades desarrolladas.
Nuestros cuerpos [disidentes de cualquier norma] incomodan esa estructura, nuestras existencias y estéticas cuestionan esos constructos sociales.
Somos un espacio de resistencia al disciplinamiento heterosexual y binario.
Nos negamos a seguir sus normas que, paradójicamente, se direccionan en sentido contrario a su discurso porque conducen a reproducir la exclusión, los comportamientos misóginos, homofóbicos, machistas, clasistas y racistas.
Reconocer nuestra historia, nuestra cultura, el lugar donde vivimos, nuestra genealogía, nuestro origen, nuestro color y corporalidad nos posibilita cuestionar, analizar y replantear la forma en que construimos nuestra sexualidad.
Una inclusión auténtica debe contemplar a la persona en su integridad, no debe existir posibilidad de inclusión parcial con el desconocimiento de las múltiples facetas del individuo.
Reconocerse maricón, q’iwsa, q’iwa, tevi, marimacha, trava es una propuesta para fragmentar las identidades TLGB y construir nuestra identidad desde nuestra propia existencia.
Nuestro deseo y nuestra propia imagen dejarán de estar basados en el cuerpo blanco.
Nuestras luchas serán más auténticas, legítimas y basadas en nuestras necesidades reales, reflejarán los problemas individuales y sociales comunes.