Nuestra admirada Rita Segato inaugurĂł la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires con este discurso que, antes que un llamado al consumo bienintencionado y despolitizado de libros, alienta lecturas desobedientes y contestatarias.
Elizabeth Costello me salva siempre cuando me veo en una situaciĂłn como Ă©sta. Ya lo ha hecho otras veces eso de venir en mi auxilio, desde el cielo de la literatura donde seguramente se encuentra. La profesora Costello, de mi misma edad, es el Ăngel de la Guarda femenino que protege a quienes, como yo, no se sienten felices con las formalidades y circunstancias a que debe curvarse quien sobrevive a costas de una profesiĂłn letrada. Lo que a mĂ me gusta y donde me amparo en el cĂ©lebre personaje que circula por las novelas de Coetzee no es el tema del cual habla, sino el hecho de que habla de algo a lo cual no ha sido convidada a hablar, es decir, su indisciplina, su fineza indĂłmita, su distracciĂłn con relaciĂłn al protocolo acadĂ©mico que, al parecer, la habrĂa llevado hasta el podio que hoy ocupa. Puede haber sido invitada a hablar, por ejemplo, de la literatura inglesa del siglo XVII, y discurre, ante el desconcierto y decepciĂłn del pĂșblico y la reprobaciĂłn de su hijo varĂłn, sobre la Vida de los Animales. Lo de Costello conmigo es prĂĄcticamente un estado alternativo de consciencia, una posesiĂłn: me baja un santo, como se dice en el lenguaje del CandomblĂ©, y ese santo es Costello, a la hora de tener que hablar en circunstancias como Ă©sta. Su polĂtica, a mi ver, no es precisamente lo que dice, sino su permanente acto de desobedecer, su distracciĂłn de la norma. Esa es mi lectura del divino personaje. Y esa es mi lectura de lo mĂĄs humano de lo humano: examinar los chips que nos programan, y elegir cuĂĄl apagamos, a cuĂĄl le damos baja, quĂ© mandato extirpamos de nuestra matrix. A mis estudiantes de AntropologĂa les he preguntado muchas y muchas veces, a lo largo de muchos años, Âżpor quĂ© estudiamos cĂłmo la cultura nos hace ser de determinada manera, nos formatea, en lugar de estudiar cĂłmo, a pesar de la cultura a la cual supuestamente âpertenecemosâ, cada uno de nosotros puede ser Ășnico, irrepetible, diferente. La estrella guĂa de la humanidad es, precisamente, su capacidad de desvĂo, capacidad a la cual le debemos nada menos que la historia.
Primera desobediencia
Es por eso que ando diciendo, entre otras cosas, que una politicidad femenina, por una serie de razones, no puede ser principista, sino pragmĂĄtica y capaz de improvisar, dirigida a la vida aquĂ y ahora, a su continuidad y a su esplendor, a pesar de todo o, como decimos, contra viento y marea. Por lo tanto, y para esto, siempre alimentada por lo que he llamado una âĂ©tica de la insatisfacciĂłnâ, bastidor de toda buena polĂtica, pulsiĂłn opuesta a la de una Ă©tica de la conformidad. Una Ă©tica para la cual es mĂĄs importante ser bueno que actuar bien. Se torna necesario, en ese camino, ser pluralista antes de ser feminista; tener un mundo radicalmente plural como meta histĂłrica. Meta que no puede ser alcanzada ni por el patriarcado ni por el proyecto histĂłrico de las cosas, que es el de la acumulaciĂłn capitalista, siempre en tensiĂłn con el proyecto histĂłrico de los vĂnculos, el del arraigo comunal. Tampoco podrĂĄn validarse ahĂ, en la meta de un mundo en plural, los monoteĂsmos dogmĂĄticos, ninguno de ellos. Porque para el patriarcado, el capital y los monoteĂsmos fundamentalistas hay una Ășnica verdad, una Ășnica forma del bien, una Ășnico dios, una Ășnica forma de futuro, una Ășnica justicia. Son, de esta forma, monopĂłlicos, regidos por una lĂłgica exclusiva y excluyente. Nuestra lĂłgica, la lĂłgica que permitiĂł sobrevivir a tantos siglos de masacre en nuestro continente, no es una lĂłgica monolĂłgica, monopĂłlica, regida por la neurosis de coherencia y del control, la neurosis monoteĂsta y blanca de los europeos. Nuestra lĂłgica es trĂĄgica, en el sentido de que puede convivir con la inconsistencia, con verdades incompatibles, con la ecuaciĂłn ay no-a, opuestos y verdaderos ambos, y al mismo tiempo. Y por lo tanto, siempre, siempre, dotada de la intensidad vital de la desobediencia. Una lĂłgica para-consistente para conservar la vida y garantizarle continuidad y mayor bienestar para mĂĄs gentes, para mantener el horizonte abierto de la historia sin destino prefijado, para mantener el tiempo en movimiento.
Segunda desobediencia
Me remite a Europa, el continente de la neurosis monoteĂsta, como le llamo en mi libro Santos e DĂĄimones (sin traducciĂłn al castellano). El continente de la neurosis de control y del juicio moral sobre el mundo. Y asĂ llego a la otra evocaciĂłn inevitable al preparar esta incĂłmoda conferencia es el malestar que me causĂł, 36 años atrĂĄs, el discurso de GarcĂa Marquez, al recibir el premio nobel en 1982, llamado La soledad de AmĂ©rica Latina. El recuerdo de ese vago e incomprensible malestar me acompaña desde entonces, y solo ahora encuentro el espacio para hablar del mismo ante una audiencia. En aquel tiempo, la palabra eurocentrismo ni rondaba mi cabeza, inclusive porque en esos años yo vivĂa en Europa. Veamos: GarcĂa MĂĄrquez me parecĂa decir que AmĂ©rica Latina estaba sola porque Europa no la miraba, no la veĂa, no registraba su existencia y no la comprendĂa. Definitivamente me desagradaba, como me sigue desagradando hasta hoy que el subtexto de su discurso indicaba claramente la convicciĂłn del autor de que solo en el ojo de Europa era posible que nuestro continente alcanzara su existencia plena. ÂżSerĂĄ que un ser para otro es nuestro destino? SerĂa problemĂĄtico, porque para ser para el otro eficazmente /con eficiencia es necesario que de ese otro aprendiĂ©ramos a ser. Con los años, y con los vocabularios a que fui teniendo acceso, ese malestar se fue transformando en consciencia. Una consciencia que me permite hoy hablarles, como gente del libro que son, de nuestro tema: la circulaciĂłn de la palabra y la forma de la palabra. Como afirmĂ© hace unos veinte dĂas en el Museo Pompidou de ParĂs, en una reuniĂłn con directores de museos de Europa en la que se me propuso responder una pregunta importante, inteligente, muy poco habitual: ÂżCĂłmo incide en Europa el eurocentrismo?, es Europa la que esta sola. Se mira en el espejo narcĂsico de sus museos, pero carece del verdadero espejo, el que puede ejercer resistencia y mostrarle los defectos, pues esos objetos no pueden devolverle la mirada. Europa carece de ese potente utensilio femenino que es el âespejito, espejitoâ de la Reina Mala de los cuentos: no ve su defecto en el reflejo que podrĂan brindarle los ojos de los otros, porque al otro lo tiene solamente atesorado en la vitrina de su poder colonial. La visita al Museo Chirac en el Quai de Branly me confirmĂł esa impresiĂłn, pues no vi otra cosa allĂ que âbelleza encarceladaâ, objetos retirados de su destino propio, de su lecho histĂłrico, del paisaje en el que vivĂan arraigados. Desde allĂ hubieran podido seguir su camino e irradiar su influencia. Lo mismo pasa con los libros.
Nosotros, segĂșn GarcĂa MĂĄrquez, necesitamos vernos en el ojo de Europa, en los libros de Europa, para no estar solos. Sin embargo, no registra que Europa siquiera percibe su soledad, soledad que la ha ido llevando lentamente hacia una decadencia de su imaginaciĂłn creadora, la que en otro tiempo nos deslumbrĂł, y a un tedio insoportable.
Tercera desobediencia
Desesperaba a mis maestras, maestras de elite, en el Lenguas Vivas Juan RamĂłn FernĂĄndez de mi infancia, cuando nunca jamĂĄs, desde los seis años, en hipĂłtesis alguna, aceptĂ© escribir mis redacciones en el modo del tĂș, y del hĂĄces en lugar del hacĂ©s. AsĂ como continĂșo hasta hoy con la ardua tarea de modificar el corrector de lengua, todo el tiempo, a cada lĂnea, para poner un acento en la i de decĂme, en la i de venĂte, en la e y en la a de si querĂ©s pasĂĄ por mi casa. A contracorriente de la conformidad, en desobediencia. MĂĄs tarde aparecerĂa mi amado Arguedas, con su lengua quechua en español, con sus inflexiones del quechua en la lengua sobre-impuesta, su verdadero secuestro del castellano para decir lo que deseaba y era necesario decir: que era el indio quien llevaba la bandera de la historia y de la soberanĂa en nuestro continente. AsĂ como Polanyi ha hablado de la economĂa arraigada destruida por el capitalismo, necesitamos hablar de un arraigo de la palabra de su camino re-existente a pesar de la instituciones y en los gestos verbales de la gente.
Cuarta desobediencia
El 7/08/2018, a las 19:12, Juan Pérez (nombre ficticio) de la muy prestigiosa editorial española La Eterna(nombre ficticio) escribió:
Estimada Sra. Segato, Mi nombre es Juan PĂ©rez y soy el editor de Ediciones La Eterna. Solo querĂa ponerme en contacto con usted para invitarla cordialmente a incorporarse de alguna forma a nuestro fondo editorial. Su trabajo crĂtico me parece una joya intelectual que deberĂa ser conocido y leĂdo en todo el mundo. En España, por ejemplo, no llega con facilidad. Por supuesto, sĂ© que espacios editoriales para publicar no le faltan, muy concretamente Prometeo, con quien trabaja de forma continuada. Aun conociendo esta situaciĂłn, me permito invitarla desde la admiraciĂłn de su trabajo.
Un cordial saludo,
Juan PĂ©rez
Editor SeniorMadrid (España)
De:Rita Segato [mailto:[email protected]]
Enviado el: viernes, 10 de agosto de 2018 3:13
Para: JuanPĂ©rez
Asunto: Re: Ediciones La Eterna
Estimado Juan, le agradezco mucho los tĂ©rminos de su mensaje. Es estimulante saber que el esfuerzo de uno es apreciado, y sobre todo por un editor de una editorial tan prestigiosa. Pero creo que me va a entender si le digo que, como sabe, escribo desde la perspectiva de la Colonialidad del Poder y tambiĂ©n del Saber. Mi perspectiva es crĂtica con relaciĂłn al eurocentrismo, que no es otra cosa que un racismo aplicado a los saberes y productos de quienes habitamos y trabajamos en estas costas, en este lado de acĂĄ del mar, en un paisaje marcado y demarcado por el proceso colonial, que perdura hasta el presente. Entonces, yo tengo un editor, que es el primero que me tendiĂł la mano en 2003, cuando deseaba retornar a mi paĂs y nadie me conocĂa en Argentina. Lo estimo y me ha ayudado en una serie de situaciones de vida que fueron difĂciles. Publico con Ă©l en español, de la misma manera que publicarĂa con uds. Sin embargo, por el hecho de que La Eterna queda del lado de allĂĄ del mar, la distribuciĂłn es mĂĄs fĂĄcil en todo el universo de los lectores en lengua española, y aunque mucho me alegrĂł su mensaje, no me es posible concordar con eso, curvarme a eso, reconciliarme con eso. Se puede entender, verdad? Soy terca como una mula, lo sĂ©. Pero es que me duele saber que un editor de AmĂ©rica Latina no tiene las mismas facilidades para circular que una editorial española. Lo Ășnico que se me ocurre, entonces, es sugerirle que establezca una colaboraciĂłn de algĂșn tipo con mi editorial, Prometeo, para que entre las dos en asociaciĂłn editen prĂłximamente algo mĂoâŠ. QuĂ© le parece esa idea? Sea cual sea su respuesta, le mando un abrazo y mi sincero agradecimiento por el aprecio hacia mi obra.
Rita
De: Juan PĂ©rez
Asunto: RE: Ediciones La Eterna
Enviado el: viernes, 13 de agosto de 2018 12:22:11 GMT-3
Para: Rita Segato
Estimada amiga,
Lo entiendo perfectamente, por supuesto. Debo decir que me reconforta encontrar una intelectual que es consecuente con su discurso (eso no siempre pasa)âŠ..
Juan PĂ©rez
Editor Senior
Madrid (España)
Cito este intercambio con el editor Senior de una muy apreciada y por demĂĄs respetable editorial peninsular por su gran elegancia y el respeto mutuo, personal, que se revela entre el corresponsal que representa el interĂ©s de la empresa y yo, como su interlocutora. Se trata de una entre diversas invitaciones a publicar en editoriales globales que he recibido, todas declinadas por la razones que le expongo a Juan PĂ©rez. BĂĄsicamente, como me decĂa en estos dĂas mi querida Claudia Schwartz, que se criĂł entre los anaqueles de Fausto y ahora edita poesĂa con gran dificultad en LeviatĂĄn: ÂżPor quĂ© no puedo conseguir un libro de Chile, por quĂ© no puedo conseguir un libro de Uruguay? Âż Por quĂ© no puedo acceder a autores de esos paĂses desde Argentina, si no a travĂ©s de España? La verdad es que la dictadura persiguiĂł a grandes libreros argentinos y destruyĂł el gran parque editorial que tenĂamos por medio de la persecuciĂłn polĂtica, y Menem terminĂł el trabajo por la total desprotecciĂłn en que dejĂł a la industria editorial argentina, que gozaba de gran prestigio en el mundo de habla castellana por su incontestable calidad. Honorables empresarios libreros persistieron y/ o surgieron para intentar resucitarlo perdidoâŠOtros murieron de tristeza, como el padre de Claudia, con el cierre final de sus librerĂas Fausto y de su editorial, Siglo XX, en una supuesta âdemocraciaâ que, apenas recuperada, sucumbiĂł a la colonialidad del poder y del saber. Las editoriales españolas compraron las editoriales de textos y manuales escolares, beneficiĂĄndose con el know-how ya existente en el paĂs, y amenazaron asĂ la belleza y el valor del pluralismo de la lengua y los modos de decir del arraigo argentino. Lloro por eso: era hermosa la Argentina de Fausto. Como es insubstituible la Argentina del Centro Editor de AmĂ©rica Latina. El valor y meta histĂłrica de un mundo en plural quedĂł asĂ en situaciĂłn muy frĂĄgil, en un proceso no muy diferente a lo que se dio con los sellos globales de grabadoras musicales, que compraron la mĂșsica del mundo y la âecualizaronâ en un âworld musicâ pasteurizado y rĂĄpidamente obsolescente. Quiero rendir homenaje aquĂ a los editores que sobrevivieron aquel tiempo destrucciĂłn y a las que comenzaron despuĂ©s de la ruina: Corregidor, Coligue, de la Flor, Biblos, Manantial, Lugar editorial, Espacio Editorial, Homo Sapiens, Pequeño Editor, Prometeo, Godot, LeviatĂĄn. Y discĂșlpenme si no he conseguido nombrar todas, o si alguna de las que nombrĂ© ya ha perecido. Quiero que se entienda que no se trata del valor del patriotismo; se trata, sĂ, del valor del pluralismo.
Quinta desobediencia
Nombremos nosotros. Demos los nombres. No le pasemos el mensaje a los jĂłvenes, como hacemos generalmente, de que vienen a la escuela, a la universidad, meramente para aprender. Porque ese aprenderse refiere automĂĄticamente a un aprender lo ya pensado, y por debajo de ese ya pensado contrabandeamos inevitablemente la idea de lo ya pensado en otro lugar.La faena del intelectual es la producciĂłn y donaciĂłn de nombres. Lo aprendĂ de mi amado maestro AnĂbal Quijano. AutorĂa viene de autorizar. Son dos tĂ©rminos profundamente emparentados. Pensemos desde acĂĄ, no deleguemos a que nos piensen el mundo en que vivimos desde afuera. Nos pasa a nosotros, y le pasa a España tambiĂ©n. Al igual que nuestro continente se encuentra del lado del consumo y la aplicaciĂłn de categorĂas teĂłricas, no a su formulaciĂłn. No nos engañemos⊠Le pasa a ese paĂs tan tristemente colonial y criollo como nosotros que es España, una naciĂłn que se conquistĂł a sĂ misma y siguiĂł por el lado de acĂĄ, sin soluciĂłn de continuidad, en el mismo año, 1492. La lengua española es numerosa, pero no es hegemĂłnica. No produce un pensamiento teĂłrico destinado a atravesar la Gran Frontera Global desde el Sur hacia el Norte. Libros editados acĂĄ por grandes conglomerados de editoriales destinadas al lucro global no son catapultados a las lenguas en las que las ideas alcanzan circulaciĂłn e influencia planetaria. La reserva de mercado del Norte sobre lo que bien podrĂamos llamar âpatentesâ en el campo de las Humanidades es cerrado, inexpugnable. Porque, no nos equivoquemos: es el campo de las Humanidades, con su usina de palabras, su poiesis de conceptos, lo que da forma al futuro de la historia. Es por eso que se encuentra en manos de pocos, pocos que no estĂĄn por aquĂ, la llave del camino de las Humanidades que cierra la puerta de esa circulaciĂłn planetaria a los conceptos teĂłricos acuñados en nuestra lengua, con soberanĂa y autonomĂa, desde acĂĄ mismo, desde el suelo en que nuestros pies se asientan.
Sexta desobediencia
Junto a la valla que se erige para que nuestras palabras no atraviesen, tambiĂ©n se levanta un cerco inexpugnable para impedir el atravesamiento del estilo de escribir. La tecnologĂa del libro de la academia del Norte se nos impone en las universidades. No nos curvemos a esa tecnologĂa del texto originaria de una Ă©poca en que la informaciĂłn, por su escasez, era un problema, y era un problema que las universidades del Norte imperial no tenĂan. Un texto o un libro eran la forma de exhibir el acceso a la informaciĂłn, el poder que significaba acceder a esa informaciĂłn. Hoy la informaciĂłn es un problema tambiĂ©n, pero de signo opuesto. Estamos asfixiados en informaciĂłn, por eso lo que importa es la capacidad de elegir una ruta autoral en el fardo informativo que nos aplasta. Lo importante es desarrollar la habilidad de identificar lo que existe a nuestro alrededor sin ser nombrado y no abdicar del ensayo, que es nuestra forma de argumentar. No abandonemos el ensayo: el âyo digoâ. La voz del ensayista es inexorablemente una voz autoral, que no se esconde por detrĂĄs de la coartada del fichaje. Tengamos en cuenta que la verdad es un acuerdo entre interlocutores. Los nombres bien encontrados son como pergaminos en botellas arrojadas al mar que llegan a destino. Puedo afirmar que sencillamente me consta.
SĂ©ptima desobediencia
Construyamos nuestra propia desobediencia. No confundamos el Ni una Menos con el Me Too, y no nos enredemos en su tensiĂłn con el Manifiesto de las intelectuales francesas. Cada movimiento y cada feminismo solo puede ser construido con los elementos de su propia historia. En la disputa entre el feminismo anglo y el francĂ©s, yo leo claves de dos historias de la conyugalidad, dos formas de la sexualidad y el amor instaladas por civilizaciones y lĂricas diferentes, como lo ha hecho notar hace tiempo ya Peter Gay y tambiĂ©n Josefina Pimenta Lobato. EstĂĄn en juego allĂ dos modelos del amor, el anglosajĂłn y el francĂ©s. En lo que al Ni una Menos respecta, recordemos que existe sĂ una colonialidad al interior de los movimientos sociales. Esa colonialidad suele traicionarnos y desorientarnos. El Me Too, con su raĂz en el feminismo pilgrim norteamericano, se dirige y le hace señas a la paternidad del Estado, a un tercero como ĂĄrbitro indispensable de las relaciones,a un abogado en la almohada, posiblemente como Ășnica herramienta en un mundo de individualismo a ultranza. Mientras el Me Too le habla al Estado, el Ni una Menos le habla a un nosotras y nosotros, le habla a una sociedad. Nuestro feminismo pertenece a un mundo en el que aun en las metrĂłpolis blanqueadas la vincularidad es vital y puede y debe ser conservada por el amparo que nos brinda y la felicidad que nos trae. Un mundo en el que se han preservado jirones de comunidad. Estoy convencida de que no debemos delegar el arbitraje de nuestra vida erĂłtica a un tercero. TodavĂa creo que la gestiĂłn del deseo debe ser posible en nuestro mundo cuerpo a cuerpo, cara a cara, y que debemos luchar por eso, creando las condiciones para que sea posible. Para eso habrĂĄ que trabajar arduamente sobre las relaciones de poder en el campo del trabajo y del estudio, en los cuales la jerarquĂa es decisiva y el patriarcado se manifiesta con mĂĄs saña, y regenerar las estructuras comunales capaces de vigilar y cuidar la forma en que llevan la vida las personas. El resto corre por cuenta de desmontar el orden polĂtico patriarcal, e inaugurar una nueva era de la historia. Vamos claramente hacia allĂĄ.
EpĂlogo. La Octava
Abajo el mandato de masculinidad!
Por el derecho de los pueblos a sus territorios y a su estilo de vida en el arraigo comunal!
SĂ al aborto legal, seguro y gratuito!
Ni una menos!
Justicia para Sabina Garnica, niña de 11 años habitante del barrio Virgen Desatanudos de La Rioja y entusiasmada militante de La Garganta Poderosa, violada y asesinada el 14 de abril!
Ni una trabajadora de prensa menos!
Reconocimiento para los bachilleratos populares.
Por un mundo radicalmente plural!