Mientras decenas de profesionales bolivianos buscan soluciones tangibles ante una crisis sanitaria que se desborda, el «líder» del equipo científico de Jeanine Áñez publica un artículo que, de alguna forma, contradice esos esfuerzos. ¿Qué onda con Mohammed Mostajo?
Esther Mamani
Mientras la carrera de Salud de la Universidad Autónoma de Beni (UAB) trabaja junto al Banco de Sangre en Trinidad tratando de conseguir donantes de plasma para implementar tratamientos a personas infectadas con el nuevo coronavirus, el embajador para la Ciencia y la Tecnología, Mohammed Mostajo, publica un documento en inglés en el que se advierte sobre los peligros del uso de esta terapia en países en desarrollo, como Bolivia.
Desde la llegada de la pandemia a esa ciudad, estudiantes de la UAB forman parte de los equipos de rastrillaje «casa por casa» para identificar casos sospechosos. Tres bioquímicos refuerzan esos turnos y cuando encuentran donantes de plasma los derivan al hemocentro en la capital beniana.
Entretanto, luego de innumerables críticas a su desempeño, en todo caso, a su “no desempeño”, Mostajo decidió desaparecer del radar de los medios de comunicación, de las redes sociales y de cualquier acto público. Pero no del todo. Su última “aparición pública”, aunque sea a través de redes sociales, no deja de ser llamativa.
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Se trata de una publicación de Leonardo Ferreria, doctor en Biología Molecular y Celular por la Universidad de Harvard, donde se advierte sobre un posible brote epidémico de VIH, en países no desarrollados, por el uso de plasma hiperinmune de pacientes recuperados de la COVID-19.
El rector de la UAB, Luis Carlos Zambrana, pidió a los responsables de este «preprint» (manuscrito original, antes de su revisión, edición y publicación) hacer «trabajo de campo».
“Fácil es escribir que donar plasma es malo, pero aquí no lo vemos trabajando. La gente se está muriendo y el plasma no es remedio, pero ha salvado (a pacientes) de situaciones críticas. Yo quisiera que critique el plasma y, como científico, nos dé otras soluciones”.
“La terapia de plasma para convalecientes es prometedora como un tratamiento transitorio para COVID-19. Sin embargo, los productos sanguíneos son fuentes importantes de infección por VIH en los países en desarrollo. En los años 90, hubo una epidemia de VIH en China debido a los mecanismos de pago por plasma”, puede leerse en el muro del académico con el que Mostajo realizó esta investigación.
El médico boliviano Ignacio Alurralde, responsable nacional del Programa de Sangre del Ministerio de Salud informó que el Colegio Médico de Bolivia y el Comité Científico responderán al trabajo del «embajador».
“Mi primera opinión era que yo no mezclaba ciencia con política, pero ante semejantes barbaridades no podemos callar. Nuestro programa tiene como ejecutores a los bancos de sangre y es un programa de sangre segura”, explicó.
Alurralde cita una serie de protocolos que se cumplen para la extracción de sangre y plasma. Además de las diferentes normas que se aplican en hospitales, el responsable del Programa de Sangre informa de los esfuerzos de los bancos de sangre bolivianos para obtener donaciones de plasma.
El uso del plasma fue validado a mediados de mayo por el Ministerio de Salud como una terapia a la COVID-19, aunque cabe aclarar que no se trata de una cura definitiva.
Según se pudo averiguar, el embajador de Ciencia y Tecnología, desde su posesión y en lo que va de la cuarentena, no visitó ningún «hemocentro» para recabar información sobre los procedimientos que garantizan que las donaciones sean adecuadas. “Queremos mostrar al país que trabajamos con los mejores protocolos. Es un programa de sangre segura. Al señor (Mostajo) no lo conocemos, ni los han presentado y no coordina (ninguna labor) con nosotros”.
Zambrana, desde Beni, también aclara que su trabajo es altamente profesional. “Desarrollamos un software para la ubicación de pacientes recuperados y el tiempo que tenemos que respetar para la segunda prueba de COVID-19 y que (luego) puedan donar. Alguna vez hablamos con el embajador de Ciencia. Cuando nos prometieron los respiradores, pero solo hacen promesas”.
El objetivo de la campaña de donación en Beni es que este departamento se convierta en el banco de plasma del país, por el número de recuperados que tendrá. Ahora están a la espera de un equipo de plasmaféresis, una máquina de alta tecnología que permite la extracción exclusiva de plasma y que deja el maerial celular (glóbulos blancos, rojos y plaquetas) intacto en el donante. Sin ese equipo, el proceso que permite obtener solo una unidad de plasma, con el implemento podrán sacar hasta tres. Zambrana espera que esa entrega no quede truncada como otra promesa más.
Luego de una serie de denuncias por venta de plasma hiperinmune para pacientes con COVID-19, la ciudadanía reaccionó con decenas de campañas altruistas que se multiplicaron por todo el país. Los resultados son alentadores, aunque no suficientes. Decenas de personas recuperadas de la infección por el nuevo coronavirus aceptaron donar, sobre todo en La Paz y Santa Cruz, según informa Alurralde.
El estudio de Mostajo y Ferreira, alojado en SocArxiv, tiene dos planas y se compartió el 12 de junio. En este preprint se detalla que Mostajo es una autoridad en nuestro país y que lidera el equipo boliviano de respuesta a la emergencia por la COVID-19.
A partir de esta polémica, no se sabe si Mostajo renunció a su cargo, por ende a su salario, o solamente a las responsabilidades que conlleva su designación como diplomático/científico y su “liderazgo” en la contención de la pandemia.
Después del aún no esclarecido sobreprecio en la compra de respiradores mecánicos españoles, poco o nada se conoce de su gestión, mucho menos ahora que decidió restringir el acceso a todas sus cuentas en redes sociales, donde, hace un par de semanas, realizaba anuncios sobre grandes compras y gestiones para atender la crisis sanitaria.
Recordemos que desde el 13 de febrero de 2020, el día de su pomposa designación, Mostajo es un funcionario público y, de alguna manera, nos debe, como ciudadanos, transparencia.
Mientras, la pandemia continúa avanzando, cada vez con más fuerza, más muertes, más dolor y sufrimiento. Mientras, también corren los días del mes para que el embajador para la Ciencia y Tecnología cobre un salario del Estado, haciendo quién sabe qué. Mostajo pasó de ser un boliviano destacado, con el letrerito de Harvard en la frente, a ser una suerte de charlatán que, ante la contingencia, decide esconderse en lugar de responder por sus actos y dichos.