El Purij Atau o Purij Ataúd es una aparición lúgubre narrada por la tradición oral Kallawaya. Su traducción literal sería “el ataúd que camina”. Sin embargo, no se trataría de un ataúd como tal.
Según Enrique Oblitas, el Purij Atau “es un cajón repleto de huesos” que se desplaza rodando por el suelo. Su movimiento es azuzado por una corte de fantasmas que empuja el Purij Atau.
Habitualmente aparece en “las noches lóbregas” y su recorrido es marcado por “ruidos macabros”.
Esta aparición es considerada un presagio de muerte, pero no la de cualquier persona, sino la de algún “vecino importante”.
Esta historia, especifica Oblitas, tendría su localización en el pueblo de Curva, en la provincia Bautista Saavedra del departamento de La Paz.
En los pueblos kallawaya cuentan que un grupo de jóvenes intentó “cazar” el Purij Atau. Pero cuando lo enlazaron y capturaron, casi al amanecer, se encontraron con un simple tronco de madera.
Los kallawaya, la muerte y posibles conexiones con el Purij Atau
Aunque no es posible encontrar más referencias sobre el Purij Atau, las características del relato permiten relacionarlo con algunas creencias y prácticas kallawaya alrededor de la muerte.
Por ejemplo, la descripción del Purij Atau también reproduce, de alguna forma, una especie de cortejo fúnebre. Como cuenta Oblitas, los familiares del difunto “marchan detrás del ataúd llorando a gritos”. A ellos se unen plañideras que lamentan el fallecimiento con “alabanzas a la memoria del finado”.
Por otra parte, la idea de un montón de huesos fantasmagóricos recorriendo un pueblo, podría remitirse a la noción universal de una condena después de la muerte.
Como en muchas otras culturas, en la cosmovisión de los kallawaya la existencia después de la muerte tiene que ver con las cualidades de la persona fallecida.
Hugo Ticona explica que, para los kallawaya, luego de su muerte, las almas buenas reencarnan en las altas montañas. Regresan como animales sagrados o plantas. En cambio, quienes obraron con maldad, retornan en forma de rocas gigantes, animales “odiados por los hombres” y aves nocturnas.
De manera similar, Oblitas dice que el “indio (kallawaya) con la muerte se diviniza”. Siempre y cuando haya obrado con bondad, rectitud y honradez. En cambio, el “malo, envidioso, homicida y falsario” está condenado a “vagar en el éter sin poder encarnarse nunca”.
Por otra parte, la ritualidad kallawaya dice que el ajayu (alma) de las personas fallecidas “vagan” dentro de sus propias casas durante ochos días. Pasado este tiempo, en la novena jornada, el ajayu abandona el cuerpo gracias al ñawi ttojai (“reventazón de ojos”).
Asimismo, entre las supersticiones kallawaya se dice que no se deben botar las uñas ni cabellos de las personas muertas. Esta es una forma de prevenir que deambulen buscando las partículas perdidas de su cuerpo.
Todo este imaginario alrededor de la muerte, podría contribuir a entender mejor la historia del Purij Atau. Sin embargo, no existen testimonios ni literatura que respalde posibles conexiones.
Sobre los kallawaya
Algunos autores sostienen la hipótesis de que los kallawaya o carabaya “son remanentes de la cultura Tiwanakota, de habla puquina (…)”.
Luego del colapso de Tiwanaku, aparecieron “diversos señoríos regionales aymaras”: Lupacas, Collas, Pacajes, Carangas, Quillacas, Soras, Charcas, Cara Caras, Chicas, Chuis, Yamparas, Lípez y, por supuesto, los Kallawaya.
Los kallawaya son conocidos como médicos herbolarios itinerantes. En sus largos viajes, recolectan todo tipo de plantas y también realizan curaciones. Sin embargo, en el último tiempo esta cualidad andariega se habría perdido.
Los kallawaya tienen un gran conocimiento sobre flora, fauna, sustancias orgánicas y minerales con propiedades terapéuticas. Además, realizan otras prácticas rituales, entre ellas la adivinación (en coca y naipes), “ofrendas complejas” y el tratamiento de la pérdida del ajayu.
Fuentes
- Oblitas, Enrique. (1970). Tierra Kallawaya. Pukara.
- Oblitas, Enrique. (1959). Leyendas y mitos callawayas. Khana.
- Oblitas, Enrique. (1963). Cultura callawaya. Talleres Gráficos Bolivianos.
- Fernández, Gerardo. (2002). Aymaras de Bolivia, entre la tradición y el cambio cultural. Ediciones Abya Yala.
- Eyzaguirre, Miltón. (2017). Los rostros andinos de la muerte. Las ñatitas de mi vida. CIS.