El Jefe de la Unidad Nacional de Epidemiología repitió una tabla comparativa de tasas de enfermos por coronavirus el 20 y el 25 de abril. Según esa información, nada cambió en cinco días. Casualmente, entre el 23 y este sábado se registraron los picos más altos en el reporte de casos nuevos.
Muy Waso
Mientras los portales de verificación de noticias en Bolivia compiten por quién desmiente bulos que afectan a politiqueros de aquí y allá, olvidan que una de sus principales funciones es la verificación del discurso público de autoridades, incluyendo informes oficiales. Como en MUY WASO no nos gustan que nos metan el dedo, rompemos con nuestra programación habitual, para hacer el trabajo que le corresponde a otro tipo de medios, donde prefieren repetir la información estatal sin cuestionarla.
La historia va así. Durante su informe diario, el reciente sábado, el jefe de la Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud, Virgilio Prieto, hizo una comparación entre varios países sobre la cantidad de enfermos con coronavirus por cada 100 mil habitantes. Para la autoridad, el Gobierno boliviano lo hizo tan bien que la “afectación con coronavirus” a la población boliviana se encontraría por debajo de “los países desarrollados”.
De por sí, esta afirmación parece inocente y no muy alejada de la realidad. Lastimosamente, esta cifra fue usada por el mismo Prieto cinco días atrás, en su reporte del 20 de abril. ¿Teniendo el coronavirus una epidemiología vertiginosa, será correcto repetir los mismos datos casi una semana después?
Actualmente (27 de abril), Bolivia tiene ocho casos confirmados de COVID-19 por cada 100 mil habitantes. El día en el que el Ministerio de Salud dio aquellos datos engañosos y desactualizados esta cifra registraba 7.4 enfermos por 100 mil habitantes.
Y no hay donde salvarles el pellejo. En ninguno de los dos informes aclararon cuáles eran las fechas a las que correspondían los datos. Es decir, el 25 de abril quisieron darnos gato por liebre. Más aún considerando que el reporte de casos nuevos entre el 21 y ese sábado se disparó con 341 positivos, con las peores cifras en el país desde la llegada de la pandemia.
Mejor ni hablemos de la irrelevancia en la comparación de esta tasa, considerando que muchos de los países mencionados hacen una cantidad de test muchísimo más alta que la nuestra. O que se encuentran en otra etapa de la epidemia en su región.
¿Cuál es el objetivo de brindar información no verificada? ¿Será que el hombre que maneja la Unidad de Epidemiología del Gobierno nacional en medio de una de las crisis sanitarias más complejas que ha visto el planeta pueda cometer este tipo de errores? ¿Quieren generar una falsa sensación de seguridad a la población? Son preguntas válidas que solo encontrarán respuestas cuando todo esto haya pasado.
Pero también puede ser pura torpeza, acaso como un síntoma del manejo chapucero de la emergencia sanitaria, ya que minutos antes, en las misma conferencia del 25 de abril, Prieto informa que el día con la mayor cantidad de contagiados fue el 24 de abril.
Sin embargo, nada le resta orgullo a Prieto, quien considera que el éxito boliviano contra la pandemia tuvo lugar “debido a que se realizaron acciones tempranas y oportunas, como ser el distanciamiento social (sic)”.
No debemos olvidar que un sinnúmero de expertos alrededor del mundo advierten que las medidas de restricción no son lo suficientemente eficientes si no son combinadas con un testeo masivo y un seguimiento minucioso a los casos sospechosos. Se trata, dicen, de cortar la cadena de contagio y “aplanar la curva” del coronavirus.
¿Cómo nos va con esto de las pruebas? Bolivia sigue siendo el país que menos test realiza en Sudamérica (49.8 por cada cien mil habitantes, casi 50 por debajo de Paraguay, el penúltimo de la región). En contrapartida, tiene la tercera tasa de positividad (16.4%), tan solo por debajo de Brasil y Ecuador, y seis puntos porcentuales por encima de la media sudamericana (10.4%).
A falta de pruebas, ¿qué queremos? Al menos transparencia en la información que se brinda a la población. Sabemos que la situación es difícil en todo el planeta, que las medidas de contingencia no son suficientes en ningún país, pero tampoco quieran pintarnos que somos el país que le ganó la “guerra” (basta del lenguaje belicista, gorilas) al coronavirus.
Y ya que estamos, también estaría bueno que los medios tradicionales cumplan su función de fiscalización a los poderes del Estado y no sean una repetidora de cifras tergiversadas.