Hoy, en medio del encierro obligado por el Estado y el avance del coronavirus, se celebra el DĂa Internacional del Teatro. Para no desperdiciar la ocasiĂłn, tuvimos una charla Ăntima con la dramaturga cochabambina Claudia Eid, sobre su compañĂa El Masticadero y tambiĂ©n sobre el teatro hecho por mujeres.
MarĂa Gabriela Flores
Claudia Eid es fundadora y directora del elenco teatral independiente El Masticadero de la ciudad de Cochabamba. Sus obras se presentaron en festivales nacionales e internacionales como el Bertolt Brecht, el Premio Nacional de Teatro Peter TravesĂ, el Festival del Mercosur, y Festival de Teatro Iberoamericano ÂĄAdelante!
Entre sus obras mĂĄs reconocidas estĂĄn «Desaparecidos», âLa Partida de Petraâ, âPosible pozoâ, «El deseo de dios» y âPrincesasâ.
Hace poco, el 11 de marzo, el elenco cumpliĂł 15 años. En todo ese tiempo, Eid y su compañĂa han desarrollado obras que, en muchos casos, combinaron artes escĂ©nicas diversas, danza y performance.
A lo largo de su trayectoria, sus preocupaciones, obsesiones y temåticas han ido consolidåndose, tocando con una mirada muy refrescante y aguda la violencia, el machismo y la construcción del género en sociedades como la boliviana.
-ÂżCĂłmo naciĂł El Masticadero? ÂżCĂșal fue la inquietud para crear un nuevo grupo de teatro?
El Masticadero nació como un colectivo de artistas de varias åreas en 2003, cuando montåbamos la obra Tierra con Kiknteatr. La idea era que sea también una productora de obras de varios artistas, pero no llegó a desarrollarse como proyecto. Cuando me separé de Kiknteatr tomamos el nombre con el elenco con el que dirigà mi primera obra, Desaparecidos.
La idea de crear un nuevo grupo de teatro era comenzar a explorar una forma de hacer y decir propia, con una direcciĂłn que no sea asfixiante, como sucedĂa a veces en Kiknteatr, por lo menos esa era mi idea. Desde entonces trabajamos y seguimos trabajando.
Sin duda a momentos yo, como directora, me pongo asfixiante, pero el desafĂo para mĂ tambiĂ©n estĂĄ en concientizar eso y tener la libertad de ir errando para seguir aprendiendo. Tengo la suerte de que los artistas con los que trabajo entienden eso y tienen la capacidad de expresarlo cada vez que no estĂĄn de acuerdo con el camino que tomamos. Tengo la suerte de que confĂan en mĂ, aĂșn cuando yo misma no llego a confiar (risas).
-«El Masticadero», ¿a qué hace referencia? ¿Por qué les pareció que ese era el nombre?
Masticadero hace referencia al proceso, a la acciĂłn de masticar ideas e imĂĄgenes que pueden derivar o no en espectĂĄculos. Varias veces tratamos de cambiar el nombre pero no tuvimos Ă©xito, porque ya nos vemos y somos El Masticadero.
Somos eso que se mastica, que se procesa dentro de un cuerpo vivo y parece que tenemos la capacidad de escupir cuando es necesario.
Me refiero también a que muchas veces nuestros procesos quedan en proceso y entendemos que es parte de un camino.
-‘Desaparecidos’ fue la primera obra que presentaron como El Masticadero, Âżrecuerdas cuĂĄles fueron esas palabras entre el grupo minutos antes del estreno?
Fue el 11 de marzo de 2005 cuando estrenamos Desaparecidos, en una parte del jardĂn del Centro Patiño.
Supongo que lo que nos dijimos antes de entrar a escena juntos fue âmucha mierdaâ. Pero es difĂcil recordarlo.
Recuerdo, sĂ, que ese dĂa de estreno tuvimos una pelea entre nosotros, normal ante la tensiĂłn de estrenar una obra. Esa pelea hizo que doblegĂĄramos nuestra atenciĂłn en el escenario.
Recuerdo, tambiĂ©n, que esa funciĂłn saliĂł bien para mĂ y que mi madre y uno de mis hermanos estaban entre el pĂșblico. Eso me resultaba muy emotivo.
-¿Cómo estaba la gente al finalizar aquella primera obra? ¿Qué comentarios recibieron?
La memoria me falla, recibimos felicitaciones, pero eso siempre sucede después de una función, por educación o por costumbre.
Lo rico fue que despuĂ©s nos siguieron pidiendo la obra, cuando la presentamos en el Festival Internacional de La Paz, en 2006, se me acercĂł una mujer para regalarme un libro que ella habĂa escrito sobre su hermano desaparecido en dictadura. La obra no habla directamente de dictaduras, pero ese momento fue lindo porque sentĂ que los actores y la obra habĂan significado algo para ella que iba mĂĄs allĂĄ de nosotros.
En estos 15 años, Desaparecidos es el texto que mås ha viajado con o sin nosotros, sobre todo sin nosotros, incluso ha sido traducido al portugués.
-En El Masticadero priorizan las obras propias, escritas y dirigidas por ustedes mismas. ÂżQuĂ© historias querĂan y quieren contar?
SĂ, parte de nuestras consignas es priorizar textos propios, porque entendemos que es importante el desarrollo de una dramaturgia propia y porque nuestro trabajo sale de nosotros mismos. Es difĂcil hablar de algo o cuestionar las cosas desde otra posiciĂłn que no sea la nuestra, suena ombliguero, pero no serĂa honesto.
Esa posiciĂłn puede ser buena, mala, cuestionable, pero es la mĂĄs honesta que hemos encontrado y, aunque suene raro, es la menos pretenciosa para nosotros. Queremos contar nuestras historias. Sin duda es eso y cuesta darse cuenta.
-Varias de sus obras abordan historias con altas dosis de realidad y experiencias vitales, una especie de teatro documental. ¿Qué realidades les inquietan desde ese espacio?
MĂĄs que documental, nuestro trabajo es autoficcionado. Las realidades que nos inquietan, como decĂa antes, son las que tenemos a mano. Trabajamos normalmente entre mujeres y con personas de la comunidad gay o trans. No por una cuestiĂłn polĂticamente correcta, sino porque esos somos y solo desde ahĂ nos toca alzar la palabra.
-ÂżDentro del teatro hay uno «hecho por mujeres»? ÂżCrees que es un teatro diferente, con otra mirada? ÂżHay un enfoque, por decirlo de algĂșn modo, «femenino»?
Sin duda, hay una diferencia en los procesos de mujeres o en los procesos que no son dirigidos por hombres heterosexuales.
Las reflexiones son distintas. Ni mejores ni peores, solo distintas. Hay una intimidad que es muy agradable y apasionante.
SĂ, hay otro enfoque, no sĂ© si sea un enfoque âfemeninoâ porque las mujeres, gays, trans, etc. tambiĂ©n somos machistas, pero hay una fragilidad expuesta que es capaz de romperlo todo. Hay mĂĄs facilidad para cuestionarse y errar y para mĂ eso significa mĂĄs libertad.
-ÂżHas encontrado tu propia voz en otras obras teatrales realizadas por otras mujeres?
Es difĂcil responder esto cuando todavĂa no sĂ© cuĂĄl es mi voz, estĂĄ en proceso esa bĂșsqueda.
Admiro muchĂsimo el trabajo de otras mujeres y siempre recurro a ellas en los procesos creativos. Me gustan los textos de Sarah Kane, admiro mucho el trabajo de Lola Arias, solo por nombrar un par. Pero, ademĂĄs, contemplo y trato de robar la frescura y valentĂa de actrices como LĂa Michel, Isabel Fraile, Bianca Shallow, Paola Salinas, Elena Filomeno, Piti Campos y hay muchas mĂĄs que tengo el privilegio de conocer, pero tambiĂ©n admiro el trabajo de muchos hombres.
Entiendo que aĂșn estamos en el momento en que los gĂ©neros binarios nos hacen pensar en femenino y masculino, pero esa divisiĂłn no es tan importante para mĂ, en este momento, el gĂ©nero no hace un trabajo mejor.
Creo que hay una humanidad que es mĂĄs interesante y ahĂ, donde esta se quiebra, es donde podemos encontrarnos.
-ÂżCuĂĄles han sido las mayor alegrĂas que te ha dado tu carrera como directora y actriz de teatro?
Pues, que nuestras obras hayan llegado mĂĄs lejos de lo que alguna vez pensamos. Habernos presentado en el Cervantes en Buenos Aires o que hace unos meses hayamos podido estar en el Festival Adelante en Heidelberg, Alemania.
TambiĂ©n haber llevado una obra con temĂĄtica gay y trans (El deseo) a Punata y que al salir el pĂșblico nos haya llenado de rosquetes dulces, que comimos con mucho gusto en el trufi que nos devolvĂa a casa.
Pero, sobre todo, encuentro satisfacciĂłn cuando encontramos algo juntos en un ensayo o en una funciĂłn.
Una imagen que siempre tengo presente es cuando hacĂamos las lecturas del texto de Desaparecidos y en algĂșn momento los actores paraban y habĂa silencio porque algo nos habĂa conmovido. No atribuyo eso al texto, lo atribuyo al momento que estĂĄbamos creando juntos, a la conexiĂłn que tenĂamos y a las necesidades de cada uno, que estaban siendo satisfechas juntos.
Para mĂ, eso es el teatro: esa comunidad que hace magia con nada, que toca la humanidad con silencios.
 ¿El teatro es tu otra voz?
No sé. El teatro es mi forma de vida. No sé si tengo otra voz, no sé si tengo una voz. Pero en el teatro he encontrado un camino que no quiero dejar.