No quisimos pecar de prejuiciosas y malas onda y nos pusimos a revisar los portales en línea con información sobre el nuevo coronavirus de toda Sudamérica. Adivinen qué, somos el país con el peor acceso a información epidemiológica, muy por debajo de Venezuela.
Mijail Miranda Zapata
Todas las guías de organismos como la ONU, OMS y OPS sobre el coronavirus, en cuanto al manejo de la información y la difusión de datos sobre la pandemia, apuntan hacia una «comunicación adecuada sobre el COVID-19 y las acciones que se están llevando a cabo de manera clara, transparente y consistente». Este parece ser uno de los puntos clave tanto para la toma de decisiones, como para el compromiso ciudadano con el bienestar común. Pero, ¿qué sucede cuando la información se distribuye de manera limitada, errónea, casi manipulada?
En Bolivia, el sistema de información pública y urgente respecto a la crisis sanitaria está siendo deficiente y antes que una apertura por transparentar las labores del Estado, parece orientada a la censura y la desinformación. Esto último, por supuesto, no tiene que ver solo con la difusión tergiversada de noticias, sino también con la restricción al acceso a datos que tendrían que estar disponibles para cualquier ciudadanx, como sucede en otros países.
¿Cuán alejados estamos de nuestros vecinos en el acceso a la información sobre el manejo de la emergencia desatada por el COVID-19? Muchísimo. Hicimos un recorrido por todos los portales oficiales de Sudamérica (que puedes revisar a detalle abajo) donde se difunde información sobre el nuevo coronavirus. La situación boliviana es crítica y vergonzosa. Y, en este caso, no pueden echarle la bolita al anterior Gobierno, porque cada uno de estos países tuvo que crear desde cero tanto los portales, como los protocolos de sistematización y las herramientas de visualización.
“El derecho a la información pública no está suspendido y no puede suspenderse por el hecho de que estamos en una situación de emergencia”, Edison Lanza, relator especial para la Libertad de Expresión de la CIDH.
¿Por qué nos preocupa tanto el tema? Porque el derecho a la información no es solamente un derecho constitucional, sino también un derecho humano. El estado de emergencia sanitaria de ninguna forma puede significar un pretexto para restringir el acceso a datos fundamentales que nos conciernen a todes y, por tanto, limitar la fiscalización en el cumplimiento de las obligaciones gubernamentales en el manejo de la crisis. Pero, sobre todo, porque el ejercicio pleno de la ciudadanía no puede ser recortado.
Es obligación de los distintos niveles del Gobierno ofrecer información clara, confiable y accesible. Exigirla, como ciudadanxs, más allá de los intentos politiqueros por amordazar cualquier alegato crítico, es nuestra obligación.
Brasil
Brasil, con Jair Bolsonaro cabalgando un caballo apocalíptico, es uno de los pocos en la región que hasta hace poco restringía en alguna medida el acceso a información clave sobre el coronavirus. Sin embargo, en la última semana su página oficial, denominada «Panel de Coronavirus», cuenta con una sistematización de los casos confirmados a nivel nacional, además de los fallecidos, las tasas de incidencia y de mortalidad. Se ofrecen, además, gráficas y mapas actualizados constantemente, con variables como el coeficiente de incidencia y mortalidad por regiones, la cantidad acumulada de positivos y muertes, según el tipo de notificación, en todo su territorio y por regiones. Toda esta información es accesible y descargable a través de una base de datos en CSV.
Además, el Gobierno brasileño también libera en PDF un boletín epidemiológico en el que ofrece detalles desagregados sobre los pacientes con coronavirus (edad, raza, enfermedades de base, con los que realizan un análisis sobre el manejo del COVID-19, y comparaciones a nivel nacional e internacional.
Finalmente, adjunta una página en la que explican el significado de cada una de las variables utilizadas, las fuentes de la información, los métodos de cálculo en el caso de tasas y cómo se interpretan estas.
Perú
Perú es uno de los países que mejor a sistematizado la información sobre el coronavirus. No solo tiene una página de inicio con información rápidamente accesible, incluso con un segmento de datos clave en lenguas originarias, sino que también tiene disponible una «Sala Situacional» donde es posible conocer el número de casos positivos por regiones y en detalle, lo mismo con las defunciones. Además, muy importante, liberan data sobre la cantidad de enfermos hospitalizados y en qué tipo de servicio se encuentran (público, privado, entre otros). Asimismo, ofrece un segmento en el que se pueden conocer la disponibilidad de camas en Unidades de Terapia Intensiva. Toda la información está debidamente sistematizada y disponible para descarga en un documento de Excel.
Otro punto importante es la transparencia en el manejo de los recursos económicos en el manejo de la pandemia. Perú no solo dispone de un ránking nacional por departamentos de ejecución presupuestaria sobre el coronavirus, sino que además permite conocer el presupuesto asignado por regiones, el tipo de gasto realizado (bioseguridad, contratación de servicios, etc.).
La navegación en todo este mar de datos es bastante intuitiva, está simplificada, es visualmente atractiva e interactiva.
Ecuador
Ecuador cuenta con una gran cantidad de información disponible. Una de sus debilidades, es que se encuentra desperdigada en distintas páginas. Sin embargo, la apertura hacia la difusión de datos masivos sobre el coronavirus es evidente.
En la sección «Data» de la página oficial sobre la pandemia, los ecuatorianos tienen disponibles los datos de siempre (confirmados y fallecidos), pero los tienen desagregados por regiones, sexo y ocupación. Este último dato es llamativo, ya que Ecuador es uno de los pocos países en la región que cuenta con este registro.
En la página web de la oficina de Gestión de Riesgos, el Gobierno ecuatoriano cuenta con otro conjunto de datos que, lastimosamente, están disponibles en un PDF. No obstante, cuenta con variables como la cantidad de pacientes recuperados divididos en aquellos que cuentan con alta hospitalaria o alta epidemiológica. También es posible revisar gráficas, a diario, de casos confirmados por rango etario. Otro detalle clave, omitido en Bolivia, es el de las líneas de tendencias acumuladas, tanto a nivel nacional como departamental.
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Y todavía hay más. El Ministerio de Salud tiene reunidos en una sola página todos los boletines epidemiológicos diarios por provincias. Al contrario de lo que sucede en nuestro país, pese a estar en formato PDF, todas ellas siguen un mismo formato.
Chile
Como prácticamente todos los países, Chile también cuenta con una página web gubernamental dedicada al coronavirus. En ella está disponible una pestaña con las cifras oficiales. En esta dirección es posible acceder a tres niveles de información. Primero, el resumen diario con los datos generales, que incluyen el número de pacientes conectados a respiradores artificiales o la cantidad de personas con coronavirus en estado crítico. Queda adjunto una tabla con un reporte por regiones.
En un segundo nivel es posible revisar un reporte diario mucho más detallado (la limitante es que está disponible solo en PDF). Este documento cuenta con 12 páginas (en Bolivia la pelan con una gráfica y un par de recuadros) en las que se detalla información regional sobre datos como el número de casos nuevos con síntomas y aquellos asintomáticos. Hay un acápite específico para conocer el estado de la capacidad hospitalaria de todo el país, con info como la cantidad de camas disponibles en unidades de cuidados intensivos, o el tipo de sala en la que se encuentran internados los COVID-19 positivos. Asimismo, se realiza una comparativa con países de la región en indicadores como la tasa de letalidad .
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Un tercer bloque de datos es accesible, también en formato PDF, y en él se puede conocer información mucho más técnica y especializada. En el informe epidemiológico semanal, el Gobierno chileno brinda explicaciones sobre conceptos clave y realiza un análisis epidemiológico detallado por regiones.
Argentina
En el sitio gubernamental argentino dedicado al nuevo coronavirus es posible acceder a dos tipos de información. El primero es un panel (similar al de Brasil), en el que, a través gráficas, es posible tener rápidamente un panorama general del avance de la pandemia en el país. Resaltan los reportes actualizados de tasas de incidencia y letalidad, la información de confirmados por edad y sexo. También se cuentan con mapas detallados por provincia y localidad. Un reporte diferencial al del resto de los países es el de la cantidad de laboratorios habilitados para el diagnóstico de COVID-19.
La segunda opción, en la que se detallan variables como la cantidad de pruebas realizadas o la cantidad de altas (aunque no se precisa si son clínicas o epidemiológicas), es un documento en formato PDF. Demasiado sencillo y precaria en su formato, pero con mucha más información de la que se llega a conocer diariamente en Bolivia.
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Colombia
Este país cuenta con una política de datos abiertos bastante conocida y con muchos años por detrás. Por eso mismo, cuentan con un sistema de información bastante completo y accesible. A través de la página oficial sobre el coronavirus, dependiente del Instituto Nacional de Salud, se puede obtener un panel con un panorama general de la situación epidemiológica de la pandemia en ese país, otro permite conocer en qué estado se encuentran los casos y uno más ofrece detalles sobre muestras y laboratorios. Esta información se desglosa en una amplia gama de variables. Obviamente, es posible encontrar datos a detalle por departamentos y municipios.
Colombia quizás sea el país con el mejor sistema de datos sobre el COVID-19. Sus bases de datos son tan completas que, en el caso del segmento denominado «estado de casos» es posible conocer información tan sustancial como la localización (departamento y municipio), ubicación (casa, hospital, UTI), edad, sexo, fecha de inicio de los síntomas, fecha de diagnóstico, gravedad del cuadro y aún más.
Cada uno de los encabezados de las distintas tablas cuenta con una explicación que detalla a qué se refiere cada uno de los datos registrados.
Otro de los grandes méritos del caso colombiano es que los datasets son todos descargables, se encuentran bien sistematizados y permiten ser guardados en distintos formatos (CSV, JSON, XML, entre otros).
Por si no bastara, también están disponibles gráficas con información clave como el tipo de enfermedades de base que tienen los pacientes con coronavirus en Colombia. También hay un segmento, que debería ser imprescindible, en el que se publican «fe de erratas». Y esto solo en el sitio dedicado a la pandemia.
En el portal del Ministerio de Salud, es posible acceder a una herramienta (mucho menos intuitiva y de uso más complejo) en la que se puede conocer la «capacidad instalada» para ofrecer servicios de salud en las distintas regiones colombianas. De esta manera es posible conocer el número de camas disponibles para internación en salas comunes, en terapia intermedia y terapia intensiva.
También tienen un boletín diario específico sobre el coronavirus en trabajadores en salud (aunque solo en JPG). Finamente, existe un documento en PDF en el que se pueden conocer todos los laboratorios avalados para realizar pruebas al COVID-19. En Bolivia, estos centros son avalados en Instagram por Ximena Zalzer (chiste, já).
Paraguay
Paraguay es un país con características muy similares a las de Bolivia. En cuanto a población, por ejemplo, ronda los 7 millones de habitantes. Sobre su sistema de información pública sobre el nuevo coronavirus, la página con esta información está alojada en el portal de su Ministerio de Salud. En este segmento, más allá de los datos generales, con información desagregada por regiones, edades y sexo, resalta una cronología con todas las medidas asumidas por el Gobierno paraguayo desde la llegada de la pandemia a este país.
A pesar de que se cuentan con dos bases de datos disponibles para descarga, tienen la limitación de que la aplicación Tableau es necesaria para poder revisarlos. Sin embargo, es remarcable que una de estas bases de datos esté dedicada a transparentar las donaciones recibidas durante la emergencia sanitaria. No como sucede en el vergonzoso caso boliviano, donde se tienen publicados un par de diseños con cifras sueltas, sino con detalles del donante, el artículo adquirido y la cantidad. Aunque no se detallan costos monetarios ni la distribución de esta ayuda, es un paso importante hacia la transparencia.
Uruguay
Con poco menos de la mitad de habitantes que Bolivia, Uruguay es uno de los países que, hasta el momento, mejor parece haber encarado la pandemia. Hasta el momento solo tiene 721 casos y más de 30 mil test realizados. ¿Cómo está sus sistema de información sobre el COVID-19? Aunque modesto, cumple con la tarea de brindar un panorama general de cómo avanza la situación.
Los uruguayos cuentan con un visualizador de datos en el que es posible conocer la cantidad de pruebas realizadas por día, la cantidad de personal sanitaria afectado y la cantidad de internados en salas de terapia intensiva. No presenta datos en una evolución cronológica ni existe la posibilidad de acceder a datos desagregados. Tampoco es posible descargar las bases de datos. El único material que puede bajarse es un documento, a modo de resumen, con las novedades del día.
Venezuela
Aquí llegamos ante uno de los competidores al peor sistema de información pública de la región. Aún así, está mejor que Bolivia. ¿Por qué? Cuenta con gráficas donde es posible consultar el acumulado de los casos por día y ver, de manera general, la evolución de los positivos y fallecidos. Además, cuenta con desglose por edades y sexo. Toda esta información no está disponible en descarga libre, pero sí a través de una API.
Bolivia
Las sumas no cuadran, el video pone una cifra, la página web otra, la aplicación móvil una más. Historias que se repiten todas las semanas en el Ministerio de Salud boliviano desde la llegada de la pandemia al país. Pero no es lo peor. También está la falta de datos sistematizados, desagregados, transparentes. La cifras claras, que no desinformen y que no generen incertidumbre en la población no parecen ser una prioridad del Gobierno transitorio, pese a que su decreto mordaza en contra de la libertad de expresión intenté decir lo contrario.
El reciente martes, el jefe nacional de la Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud salió a pedir «disculpas» por lo errores en el conteo y sumatoria de nuevos contagios y fallecidos en los departamentos de Beni y Potosí en días anteriores.
Otra noche (más) de inconsistencias.
Adjuntamos los reportes epidemiológicos 56 y 57 de 10 y 11 de mayo respectivamente. Analicemos los datos de contagios y decesos.#RespuestaCiudadanaBoliviaFuentes: https://t.co/RPgF6wsRHW y https://t.co/UdXLmPYTri. pic.twitter.com/6Kwzc0jDLC
— Ju (@Ju_Samka) May 12, 2020
Pero de ninguna forma fue la primera vez que cometen fallas. Seguro no será la última y el problema en sí no está en los yerros, sino en el hermetismo con el que se están manejando los números del coronavirus en el país. Datos que nos incumben a todes y que abren las puertas a una fiscalización del manejo de la crisis por parte de la sociedad civil.
Las «disculpas», al estilo Yerko Núñez, pueden encontrarse en el minuto 03:40
La falta de interés de los medios tradicionales por escarbar en esta información y el desgano con el que repiten a diario las cifras oficiales también son parte del problema, pero no vamos a entrar a más detalles. Por el momento.
El Boletín oficial del SNIS-VE no se actualiza con regularidad. Actualmente tiene datos de hace una semana. Por si fuera poco, este documento se renueva borrando el registro de los anteriores (es decir, dificultan realizar un seguimiento histórico, ¡no existe un directorio con todos los archivos!) y, además, presenta inconsistencias constantemente. Inconsistencias tan básicas como la suma imprecisa del número de descartados. Anoten esa palabra: «descartados».
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Este documento fue descargado cuando aún estaba disponible en este enlace.
El 3 de mayo, pese a que la suma en la tabla del informe de arriba es incorrecta, se compartió, tal cual, en el informe emitido por Bolivia TV. La suma correcta es de 6,478 descartados.
Algo similar ocurre con la aplicación Bolivia Segura, que, antes de decidir borrar el rastro sobre los casos descartados, anotó durante más de una semana, sin actualizar el reporte, una cifra que no coincidía con ninguno de los informes ministeriales televisados.
En esta comparativa de imágenes, además, llama la atención la reducción en la cantidad de variables que se hacen públicas. Con la última modificación en la aplicación Bolivia Segura, la información se restringe a casos confirmados, casos recuperados y decesos.
Pero esta desactualización, estos errores en las sumas, estas pifias en reportes que tendrían que ser lo más pulcros posible, no representan el mayor peligro. Parece existir una política orientada a restringir el acceso a información urgente y primordial. El Gobierno boliviano no ofrece bases de datos de ningún tipo ni permite el acceso a información sistematizada ni desagregada por localidades, municipios, regiones, edad, sexo ni estado clínico.
En Bolivia es prácticamente imposible conocer cuántos pacientes se encuentran en una condición crítica a causa del coronavirus, cuántos están en unidades de terapia intensiva, cuántos son asistidos por respiración artificial. Para el periodista, el investigador, la ciudadanía de a pie que exige estar bien informada, saber qué está sucediendo con la pandemia en el país es prácticamente una caminata a ciegas. Incertidumbre también le dicen. Esa que buscaban penalizar con su decreto en contra de la libertad de expresión.
Para acercarse a las cifras, para mantenerse al tanto, la persona interesada debe escuchar las conferencias de prensa de todos los SEDES (que a veces no se transmiten o simplemente no se realizan), o buscar los boletines diarios que publican también desde esas oficinas en imágenes con distintos formatos de visualización y que muchas veces ni siquiera coinciden con los informes del Gobierno central. Otras son archivos de muy baja resolución o, por último, ni siquiera son publicados (especialmente los días en los que existen esos sospechosos «silencios epidemiológicos», que suenan más a falta de pruebas y/o resultados, como en los casos de Beni, Tarija o Pando).
Entre paréntesis. No olvidemos que Beni y Tarija pasaron entre tres y cinco días sin tener novedades sobre la positividad de los pacientes que mantenían en observación. En el caso de Pando, hace casi un mes que no se saben de nuevos infectados. Esto nos remite a los fenómenos registrados en Oruro, donde se presumió un largo «silencio epidemiológico» que luego tuvo una explosión de contagios. O el de Beni, que ahora mismo es una de las regiones más críticas respecto a la pandemia. ¿Falta de pruebas? ¿Negligencia? No, los favores divinos y celestiales que protegían al departamento de la Presidenta tenían fecha de caducidad (guiño, guiño).
Uno de los datos más celosamente «guardados» es el de los diagnósticos descartados. Acaso la única forma de aproximarse al número de pruebas que se realizan en el país. La página web Bolivia Segura omite está variable, su aplicación móvil, como dijimos antes, también decidió «desaparecerla» y el reporte televisivo sólo detalla el consolidado nacional. A nivel departamental sí es posible acceder a esta cifra, siempre y cuando se esté dispuestx a realizar un rastreo de imágenes y videos de conferencias de los SEDES.
Los periodistas, investigadores o ciudadanxs interesadxs en contar con la información o centralizarla en archivos que permitan su análisis o visualización deben transcribir manualmente la avalancha de cifras diarias que se comparten en la grabación transmitida en video o copiar el resumen de la modesta tabla publicada por Bolivia Segura.
Otra opción utilizada, aunque con sus limitaciones, es el scrapeo de las bases de datos de la aplicación de la Agetic (como dijimos antes, cada vez más limitada) o el uso de data bases internacionales que no ofrecen mayores detalles.
Cómo se presenta la información es otro detalle importante que no podemos dejar de considerar. En Bolivia, el portal oficial sobre el coronavirus no sabe de interactividad ni de diseño web. Mejor ni hablemos de la página del Ministerio de Salud, donde encontrar información clave es toda una aventura, o de la del Sistema Nacional de Información en Salud, donde apenas se cuenta con un mapa maltrecho capturado de la herramienta Carto (con información desactualizada) y unas pobres gráficas que vuelven a repetir el número de casos confirmados, y los decesos (¡oh, sorpresa, también está desactualizado!). Una vez más queda claro que la restricción de acceso a la información sobre el coronavirus es una política de Estado en el Gobierno de Jeanine Áñez.
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En ninguno de estos sitios se permite la descarga de ninguna base de datos ni otro tipo de documento que sea útil para la investigación de datos. Hasta hace poco, en Bolivia Segura, la información se presentaba en un archivo JPG. Por otra parte, el «boletín epidemiológico» es una risible gráfica con recuadros alrededor del mapa nacional difundida entre periodistas en formato PDF.
En la página del Ministerio de Salud los únicos archivos que se pueden bajar son un par de boletines informativos semanales, que cuentan más como pasquines proselitistas que como información seria, y una presentación de Power Point en la que se cuenta con información sobre el índice de riesgo. Aquí si existen tablas y datos, aunque no en el formato oficial.
[pdf-embedder url=»https://muywaso.com/wp-content/uploads/2020/05/BOLETIN-semana-4-digitaL_optt.pdf» title=»BOLETIN semana 4 digitaL_optt»]
Gracias a ese último archivo, que transformamos en una linda base de datos con georeferenciaciones, pudimos armar una base de datos para nuestro buscador de este indicador por municipios. La página Bolivia Segura reaccionó un día después, con la misma herramienta, aunque con peor funcionalidad.
¿Conocer el número de enfermos por municipio? ¿Saber el número de camas utilizadas por pacientes por COVID-19? ¿La condición clínica de los casos activos? ¿Rangos de edades? Parecen ser puras quimeras. Un anhelo imposible.