A pesar de que Beatriz Palacios es uno de los nombres más reconocidos del cine boliviano, la magnitud de su aporte y su figura dentro uno de los periodos históricos más importantes de nuestra cinematografía siguen sin reconocerse a plenitud.
Celebrando los 63 años de su nacimiento, compartimos una breve semblanza.
Según rescata la investigadora Adriana Montenegro, Beatriz Palacios (Oruro, 1958) no solo fue uno de los eslabones más importantes del Grupo Ukamau.
También participó de la fundación del Movimiento del Nuevo Cine y Video Boliviano, del Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y del Comité de Cineastas de América Latina.
Además, Beatriz Palacios ejerció como representante de Bolivia ante la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, fue fundadora y directora de la Escuela Andina de Cinematografía y, además, se desempeñó como asesora de la Federación de Mujeres Campesinas de Bolivia.
Beatriz Palacios, junto a Liliana de la Quintana y Raquel Romero codirigió La mujer minera y la organización. También compartió la dirección de Las banderas del amanecer, junto a Jorge Sanjinés.
También fue una brillante cronista. Parte de sus escritos se reúnen en la colección Los días rabiosos, editado por la desaparecida editorial Gente Común.
Montenegro escribe que Beatriz tenía al menos otros tres proyectos audiovisuales. Además del guion de un largometraje que en 2002 ganó el premio del Consejo Nacional del Cine: Tierra sin mal.
Un año después, el 2003, lastimosamente, Beatriz falleció sin poder concretar sus propias obras.
“No solamente hago cine porque es un instrumento vital en la tarea de pensarnos y repensarnos sino porque me gusta, porque me fascina la magia del cine, la posibilidad de capturar la vida fugaz, de fijar, casi siempre momentos de belleza, de emoción, de trascendencia humana o social o histórica”