Compartimos una columna censurada por el diario Página Siete a María Galindo. Durante meses vivimos un cerco mediático que, en las últimas semanas, decidió quitarse la máscara sin vergüenza. Argüirán, seguramente, «falta de rigor» en lo escrito a continuación. Sin embargo, durante los días más álgidos del conflicto postelectoral, no les tembló la mano al momento de llamar a la histeria colectiva y a la criminalización de las protestas a través de publicaciones tendenciosas y casi nunca verificadas. Los medios hegemónicos pintan la realidad que les conviene, cuentan la verdad que les ordenan.
Jeanine no cayó del cielo para salvar la democracia boliviana.
Fue en una reunión en la Universidad Católica, que una vez más se mancha de sangre y vergüenza, donde se reunieron el embajador de Brasil (como representante de los intereses norteamericanos y de Bolsonaro), Tuto Quiroga (como representante de la CIA), Fernando Camacho (como cabeza del fascismo y como dueño del proceso de derrocamiento de Evo Morales), no estoy segura, pero parece ser que Carlos Mesa también estuvo allí metiendo la pata, Waldo Albarracín y seguramente alguno más, pisoteando toda institucionalidad, con la bendición de la cúpula de la iglesia católica, decidiendo a puerta cerrada quien debía suceder a Evo Morales.
Necesitaban alguien funcional a todos, dispuesto a matar gente por si hubiera alguna revuelta, dispuesto a asumir el cargo con los militares en las calles, alguien que se dejara imponer un gabinete de asesinos y asaltantes. Necesitaban una persona manejable, que funcione como trapo de piso con cuyo nombre limpiar el Golpe de Estado. Es ahí que suena el nombre de Jeanine Áñez: una senadora periférica de la derecha, que jamás había jugado papel alguno que no sea el de defender a sus jefes o hacer declaraciones racistas y obedecer.
Tuto Quiroga la llama, le manda un avión y Áñez acepta, siempre y cuando se le pague entre doscientos a trecientos mil dólares por el riesgo de vida que suponía asumir el cargo.
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Se le paga, se le imponen los ministros y el machito de Camacho entra con ella al Palacio llevando la Biblia, que se utiliza una vez mas en la historia como instrumento de legitimación y manipulación al mismo tiempo, en alto.
Jeanine empieza a “gobernar” con los ojos vendados. Cuando se da la reunión con los movimientos sociales para “pacificar” el país es el entonces ministro de la Presidencia, Jerjes Justiniano, quien conduce la junta, mientras Jeanine exhausta se retira a dormir. El Ministro anuncia que la presidenta desmilitarizará el país y firmará la denominada Ley de Garantías, que hoy se niega a promulgar porque en aquel momento gobernaba Justiniano y ella obedecía.
Ahora que ha decidido candidatear y capitalizar para sí misma el Gobierno de transición, la falsa pacificación y la convocatoria a elecciones, Quiroga, Camacho, CONADE y Mesa le recuerdan el contrato no verbal de sumisión que firmó con la mirada el momento de asumir la presidencia.
Mesa dice que el disimulo del Golpe quedará destapado, Tuto sufre porque ha sido él el utilizado y no al revés, CONADE habla de ética cuando el pacto con Jeanine fue antiético y por fuera de las instituciones democráticas.
Lo que se decidió entre las paredes de la Universidad Católica debió decidirse como cuando escapó Sánchez de Lozada, entre las paredes del Parlamento, lo demás es Golpe de Estado, porque ninguno de los patriarcas allí presentes tenía legitimidad ni mandato alguno para decidir la sucesión que correspondía en el país y porque lo hicieron de espaldas a la gente y en secreto, cuasi delincuencialmente.
Por eso es importante conocer el contexto de la renuncia de Adriana Salvatierra: ¿por qué realmente renunció?, ¿por qué no asumió ella la presidencia con el compromiso de llamar a elecciones y nombrar nuevo tribunal electoral? ¿Por qué no se recibió en el Senado la renuncia de Adriana y se nombró allí una nueva directiva para definir quién asumiría, como Presidenta de la Cámara Alta, la presidencia interina?
Jeanine hoy, al candidatear, está siendo desleal con sus empleadores, que le pusieron en bandeja la presidencia subestimándola. Sabe que se las debe, pero al mismo tiempo sabe que la usaron para el trabajo sucio, por lo que se siente en el derecho de utilizar a su favor, y al de su clan, lo conseguido. Sabe que nadie romperá el silencio porque todos necesitan esconder la mano.
Creen tenernos engañadxs porque nos han desinformado y porque resulta imposible saber qué cosas más han pasado en Bolivia entre bambalinas. El MAS tampoco es una víctima triste y perseguida por el imperialismo: Adriana le debe una explicación al país. Evo, Álvaro y lxs ministrxs que salieron huyendo también.
La candidatura de Jeanine le suma al proceso mediocridad, que ya hay en abundancia, pero sirve como prueba de lo que ya sabíamos:
“Todo lo que dije e hice es mentira y todo lo que diré y haré también”.