Los pilulos, en conjunto, son un grupo de fantasmas que aparecen durante los días del carnaval. Son parte de las leyendas del pueblo Kallawaya. Su principal característica es que aparecen tocando pincullos o pinquillos, tambores, charangos y guitarras. Esta banda espectral toma las calles a las 12 de la noche y desaparecen súbitamente, “como comidos por la tierra”, a las dos de la madrugada.
Individualmente, el pilulo puede presentarse en cuerpos masculinos o femeninos. En ambos casos se trata de una figura exuberante e irresistible. Además, poseen el don de la palabra y son capaces de conquistar fácilmente a hombres y mujeres.
Cuando lo consiguen, suelen provocar una especie de alucinación en sus víctimas. Les hacen recorrer, imaginariamente, pampas y campos hermosos, cubiertos de flores y “árboles poblados de avecillas que entonan canciones extrañas”. Cuando, en realidad, atraviesan barrancos y precipicios pedregosos levitando.
En cuanto llegan a zonas alejadas de las poblaciones, los pilulos abusan de sus víctimas. Según anota Enrique Oblitas, así como otros relatos provenientes de la tradición oral, estos seres fantasmagóricos provocan un placer extremo en las personas a las que someten.
En el relato “Alma y lazo”, Óscar Ichazo, sobre el ataque sexual de los pilulos, habla de un “placer tan violento que les ocasionaba la locura si no la muerte”.
Este “espasmo sexual exagerado”, a decir de Antonio Paredes-Candia, llega a provocar la muerte o alguna enfermedad grave. Entre las enfermedades, Oblitas apunta una patología “agobiadora que degenera en anemia”.
Quienes son perseguidas o perseguidos por algún pilulo pueden llegar a enloquecer. A otras personas no les sucede nada.
Sin embargo, las personas que no se someten a los abusos de algún pilulo, son atacados por varios de ellos. Los pilulos arrastran por la fuerza a las víctimas rebeldes o las arrean a chicotazos hasta acabar con su resistencia.
En el Diccionario de Americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española se define al pilulo, de manera demasiado puntual, como un “fantasma” que, durante el carnaval, “camina tocando algún instrumento y que persigue y atrae a los asistentes a la fiesta”.
Fuentes
- Oblitas, Enrique. (1959). Leyendas y mitos callawayas. Khana.
- Paredes-Candia, Antonio. (1981). Diccionario mitológico de Bolivia. Ediciones Isla y Librería Editorial Popular.
- Ichazo, Óscar. (1975). “Alma y lazo” en Cuentos bolivianos contemporáneos. Antología. Camarlinghi.
- Rodríguez, Rosario. (1981). Mito y forma en las novelas de Néstor Taboada Terán. UMSA.