Las tres almas chiquitanas representan la comprensión del cuerpo y su espiritualidad en los distintos grupos étnicos chiquitanos. Esta creencia, de la que aún se tiene conocimiento, también fue usada durante la evangelización en los llanos bolivianos. Algunas nociones de las tres almas fueron aprovechadas para inculcar la idea de la santísima trinidad.
Antes de la colonización, la Chiquitanía —una extensa llanura ubicada principalmente en el territorio del actual departamento de Santa Cruz— estaba habitada por diferentes grupos étnicos.
Con la llegada de los invasores y el establecimiento de “reducciones” jesuíticas, todos estos grupos fueron sometidos y congregados en estos territorios.
Las reducciones o misiones eran “pueblos de indios” fundados por la Compañía de Jesús. Eran utilizados para neutralizar y evangelizar a las tribus locales. Este proceso arrastró a estos grupos hacia un sometimiento religioso y una homogenización lingüística, social y cultural.
Las tres almas chiquitanas
En ese contexto, varios estudiosos de la cultura chiquitana coinciden en que gran parte de los grupos étnicos chiquitanos, dentro de sus creencias, consideran que los humanos están habitados por tres tipos de almas.
Existen distintas versiones, modificadas a lo largo del tiempo, acerca de estas tres almas chiquitanas. Unas se caracterizan por un carácter más religioso, mientras que otras se asemejan más a relatos folclorizados.
En todos los casos, los pueblos chiquitanos consideran que el cuerpo tiene tres almas unidas a él: nausɨpɨx nausɨpɨtux, nausɨpɨx notox y nausɨpix nanasakax. Todas ellas tienen una función concreta y, además, se les atribuyen ciertas características.
Alma de la respiración
El nausɨpix nanasakax es el alma de la respiración o “alma aliento”. Esta habita siempre en el cuerpo y solo desaparece con la muerte.
En otras versiones, el alma aliento, además, es considerada la más importante de todas. Esto debido a que en cuanto abandona el cuerpo, la vida se acaba sin remedio.
Alma sangre
El nausɨpɨx notox o “alma sangre” es la más grande de todas. Durante los sueños cortos, abandona el cuerpo, pero siempre por lapsos de tiempo pequeños. Después de la muerte, esta alma “merodea” la tierra recolectando toda la sangre perdida en vida.
Otras narraciones, en lugar del alma sangre, mencionan al “alma sueño”. En estos casos hablan de un “alma traviesa” a la que le gustaba jugarle bromas al cuerpo. Pero, si el sueño se tornaba violento o la persona moría o sufría heridas en él, “su cuerpo no despertaba jamás.
Alma sombra
Nausɨpɨx nausɨpɨtux es el “alma sombra”. Es el alma más pequeña y vive cerca del cuerpo. Se manifiesta, precisamente, a través de la sombra. Esta alma es viajera y puede abandonar el cuerpo por largos periodos. Emprende estas travesías durante los sueños prolongados y profundos. Cuando lo hace, deja al alma sangre cuidándolo.
Se dice que esta alma puede viajar en el tiempo, hacia el pasado o hacia el futuro. Asimismo, cuando realiza estos recorridos, es capaz de reunirse con otras almas. Al volver al cuerpo, les cuenta a las otras almas, la del aliento y la de la sangre, sobre estos encuentros.
Los chiquitanos suelen explicar de esta manera los sueños con personas fallecidas o lejanas.
El alma sombra es inmortal. Después de la muerte, se traslada hacia “el paraíso”. Allí lleva una “vida buena y agradable” junto a otras almas. En el más allá, estas almas experimentan otra vida para, luego, volver a habitar un cuerpo humano en la tierra.
Sin embargo, muchas veces esta alma quiere “volver al cuerpo (de la persona fallecida) o no quiere dejar su comunidad”. Entonces, vaga por el pueblo de la persona difunta o alrededor de su chaco. En estos casos, se considera un peligro para otra gente y los sembradíos.
Es necesario recurrir a un chamán para convencer a el alma de que abandone la tierra.
Otras versiones del «alma sombra»
El alma sombra, según relatos más folclorizados, está unida al cuerpo por los talones y es “remedona”. Además, se decía que quienes perdían esta alma sombra, vivían desdichados por siempre y “las desgracias rondarían a su familia”.
A causa de esta creencia, algunas versiones dicen que “los nativos” no viajaban ni combatían de noche. Siempre aguardaban la luz del día, o de la luna llena, para caminar siempre junto a su sombra, para que no se perdiera en el bosque.
Fuentes
- Arrien, Mario. (2008). Sistemas de subsistencia y cosmovisión de los chiquitanos. CLWR
- Riester, Jurgen (editor). (2013). Recuperación de prácticas ancestrales, rituales y de resignificación de las mismas por parte de las comunidades indígenas de los pueblos nativos. Primera Parte. Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz.
- Landívar, Raúl. (2001). La cultura, mitos chiquitanos. Santa Cruz de la Sierra. Plan de Rehabilitación
Integral de las Misiones Jesuíticas en la Chiquitanía. - De Centuríón, Teresa; Kraljevic, Ivo (editorxs). (1996). Las plantas útiles de Lomerío. Bolfor
- Mercado, María Esther. (2016). «Las tres almas». Diario Opinión