No podíamos dejar pasar la oportunidad de las fiestas julianas en La Paz para armarnos una playlist sabrosona, que enganche con la velocidad de un megadj valses, cumbias y cullaguadas.
Los Chévere
Las hermanas Norma y Sonia Ponce son el rostro de una de las instituciones musicales más conocidas de La Paz. Desde 1984 sus enganchados de cullaguadas y otras canciones tropicales son parte infaltable de cualquier celebración.
Mónica Ergueta
La aguardentosa voz de Mónica Ergueta provocan un estremecimiento que nace en lo más profundo del alma. Es una figura reluciente de la música tropical que, según su propio testimonio, de niña fue acosada por haber catando en Sábados Populares. «Allí viene la chola Remedios», le gritaban sus compañeros todavía anclados en el clasismo tan propio de los 90, tan mezquino con la cumbia que hoy, esas mismas élites, quieren arrebatarnos.
Rumba 7
Carla Mendoza fue una de las primeras voces femeninas de Rumba 7. Con la canción «Con locura» sonó en las principales radioemisoras del país. Asimismo, el videoclip del single fue muy popular en la televisión pública de los 90.
PK-2
Nacieron en 1996. el trío estuvo conformado por Paola Zeballos, su hermano Wally, y Beby Aponte. Son el guilty pleasure infaltable de cualquier fiesta o discoteca jailona. Son la representación misma de la cumbia pop.
Enrique Larrea
Coroiqueño de nacimiento, Enrique Larrea es un inagotable músico autodidacta. Falleció en 1987 y tuvo los mejores años de su carrera entre los años 40 y 50. Es una leyenda de la música boliviana, injustamente infravalorada.
Wara
Una leyenda que en la última década ha ido menguando su legado a golpe de insistencia y ambición. En su momento hicieron canciones tan hermosas como este taquirari, en una especie de oximorón musical, dedicado a una «collita» nacida entre las montañas tuteladas por el Illimani.
Luis Gutiérrez
Este cantante fue considerado uno de los principales vocalistas en la década del 60. Esta cueca es parte imprescindible en cualquier preste que se precie de serlo.
Luis Rico
Quizás esta sea una de las mejores crónicas escritas sobre la vida en las conventillos paceños. Con un tufillo bucólico, que no le resta grandiosidad, Luis Rico narra un matrimonio que antes que singular es común a las zonas populares de La Paz.
Jorge Eduardo
Jorge Eduardo es uno de los grandes íconos de la paceñidad, cuyo único defecto es ser hincha del Bolívar. Su voz, honda y melodiosa, automáticamente nos teletransporta a un bar en el que las penas y las cervezas nunca faltan. Forma parte de una generación gloriosa de la cumbia en la sede.