Un mordaz informe del gran jurado estatal identifica a más de 1.000 víctimas infantiles. Los líderes eclesiásticos, para variar, escogieron socapar los crímenes y cuidar la «reputación» de la Iglesia. Indignante reporte desde Estados Unidos.
Un terremoto eclesiástico sacude a Pensilvania. Un brutal informe del gran jurado ha revelado este martes que más de 300 sacerdotes abusaron de niñas y niños durante las últimas siete décadas. Esta investigación, que logró identificar a más de 1.000 víctimas infantiles, es la más exhaustiva que se ha llevado a cabo sobre el abuso sexual de la Iglesia Católica en Estados Unidos. El fiscal general del Estado, Josh Shapiro, entregó los escabrosos detalles del documento, donde se concluye un «encubrimiento sistemático por parte de altos funcionarios de la iglesia en Pensilvania y en el Vaticano».
Los sacerdotes que estaban al tanto de la situación decidieron proteger a la iglesia y a los abusadores, antes que a las víctimas: «Lo principal no era ayudar a los niños, sino evitar el escándalo», dijo Shapiro en una rueda de prensa. Como consecuencia del encubrimiento, «casi todos los casos de abuso que encontramos son demasiado viejos para ser enjuiciados», aclaran los investigadores en el informe. Y aunque consiguieron identificar a más de mil víctimas infantiles, remarcan que el número real -entre los casos que se perdieron y los de los niños que no se atrevieron a acusar- es «miles».
La publicación sale a la luz semanas después de que Theodore McCarrick, un exarzobispo de Washington de 88 años, renunciara como cardenal. La destacada figura en la iglesia estadounidense presentó su dimisión al Papa Francisco después de que se le acusara de abusar sexualmente de niños y adultos desde el inicio de su vida religosa, hace medio siglo atrás.
Uno de los casos más sonados de abuso sexual dentro de la Iglesia Católica de Estados Unidos tuvo lugar en Boston. En el año 2002, el periódico The Boston Glove publicó una investigación donde aparecían 87 sacerdotes pedrastras en los últimos 30 años. El reportaje, que inspiró la película ganadora del Oscar Spotlight, también develaba cómo las altas esferas eclesiásticas permitieron que los abusadores volvieran al ministerio público, tras cortas estancias en centros de rehabilitación. Ese reportaje destapó una olla de casos silenciados e ignorados no solo en Boston, sino que en todo Estados Unidos.