Según la tradición oral de Santa Cruz, cuando la noche cae y las tormentas de «Sur y Chilchi» asolan la región, un chirrido inconfundible resuena en las calles. Es el Carretón de la Otra Vida, un mito que ha sobrevivido generaciones y que tiene sus orígenes en una epidemia que se llevó al 10% de la población boliviana.
Viruela: la epidemia que dio vida a la leyenda
En 1861, Santa Cruz de la Sierra se encontraba en una situación crítica. La viruela, una enfermedad altamente contagiosa, se había desatado. Los recursos médicos eran escasos y el conocimiento sobre cómo tratar la enfermedad era mínimo.
Esta epidemia impactó con fuerza en los departamentos de Chuquisaca, Santa Cruz y Tarija y acabó con alrededor del 10% de la población boliviana de esa época. Estos datos según el doctor Antonio Dubravcic en el estudio Epidemias en Bolivia. Es en este contexto de miedo y muerte, donde nace la leyenda del Carretón de la Otra Vida.
Según el historiador Wálter Ruiz, en una nota del periódico El Día, los enfermos de viruela descritos como “moribundos y desafortunados ”, eran trasladados en un carretón desde la capilla Jesús de Nazareno hacia un espacio en las afueras de la ciudad. Este lugar, se llamó «El Lazareto», servía como centro asistencial y como cementerio.
Cuando pasaba el carretero, tocaba un cuerno para anunciar su llegada. Así, la gente recibía una alerta que instaba a cerrar sus puertas para evitar el contagio.
Se cree que el mito del Carretón de la Otra Vida surge desde este ambiente de temor y superstición, en torno a los lamentos de los enfermos y a la enfermedad como tal, que estaba directamente asociada con el paso de este carretón por la ciudad.
Con el tiempo, este espacio se transformó en un barrio que hoy abarca desde el 2do hasta el 4to anillo, en la zona de la avenida Virgen de Cotoca.
Un carretón hecho de huesos
Según la tradición oral cruceña, el Carretón de la Otra Vida sale durante las noches en busca de almas solitarias para llevarlas al mundo de los muertos. Su presencia es especialmente temida en tiempos de surazo y se cree que para protegerse, uno debe encerrarse en casa durante las noches tormentosas.
Existen algunas variantes sobre el aspecto de este carro fantasmal.
Una de ellas, relata que el Carretón de la Otra vida está hecho de huesos humanos y es conducido por una “calavera con las cuencas de los ojos vacíos que brillaban como brasas”. Otros aseguran, que los ojos de fuego son de los bueyes, esqueletos, como el carretero que los guía.
“Las estacas estaban constituidas por tibias y peronés de esqueleto y en lugar de teleras asomaban costillas descarnadas. Del carretero sólo se veía la cara, si tal puede llamarse a una horrenda calavera”.
Cuando los perros callan y solo se oye el aullido del viento, el Carretón se anuncia a la distancia, haciendo crujir sus ruedas y resonar su látigo. Algunos dicen que en su cargamento lleva los cráneos de aquellos desafortunados que se cruzaron en su camino.
Generalmente hace su aparición cerca de los cementerios, pero los distintos relatos orales cuentan que lo han visto en distintos puntos de zonas periurbanas o rurales de Santa Cruz.
Don Laureano y la hija que le quitó el Carretón de la Otra Vida
La versión registrada por Enrique Kempff, habla de un carretón más parecido a aquel que circulaba durante la epidemia de viruela en Santa Cruz.
Don Laureano Machuca, uno de los personajes de su libro «Gente de Santa Cruz», relató su encuentro con el carretón en una noche de tormenta.
Eran vísperas de carnaval y don Laureano regresaba de hacer unas compras en el pueblo. Se le hizo de noche tras cruzar el río y lo agarró una tormenta. En medio del diluvio vi un farol a lo lejos y escuchó otra carreta acercarse.
“Al mirar pa atrás otro refucilo alumbró el camino y ¡ave María, purísima!, era el carretón de la otra vida que venía pisándome los talones, sin carretero y sin bueyes. —Me di cuenta que estaba pasando por el panteón —continuó don Laureano en voz baja—”.
Al llegar a su casa, don Laureano descubrió que su hija, Juanucha, había muerto víctima de una cornada de buey. Para él, fue el Carretón que se llevó el alma de su hija.
Fuentes
- Kempff Mercado, Enrique. (1946). Gente de Santa Cruz
- Muñiz J, Carlos. (2014). Una epidemia originó una leyenda y nació El Lazareto. Tomado de la edición digital. El día
- Blanco Canizares, Angel. (2008). El Carretón de la Otra Vida. Tomado de la edición digital. Soy Santa Cruz
- Carrillo V., Liliana. (2020). Desde viruela hasta cólera, Bolivia venció epidemias históricas. Tomado de la edición digital. Página 7