El 15 de agosto de 1935 tuvo lugar uno de los momentos más ricos y poco recordados de la historia boliviana del siglo XX: la fundación del Sindicato de Culinarias en La Paz. ¡Siempre es un buen día para conmemorar las luchas de nuestras abuelas en contra del racismo, el clasismo, el patriarcado!
“Para gloria de nuestro sexo, ha sido fundado el 15 de agosto del año 35…”, puede leerse entre las líneas escritas por Petronila Infantes en el manifiesto por el segundo aniversario del Sindicato de Culinarias. La afirmación, de por sí potente, cobra aún más sentido con el relato de las luchas que atraviesan este acercamiento a una de las organizaciones proletarias más icónica en la historia boliviana.
Huascar Rodriguez Garcia, autor de La choledad antiestatal: el anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano, apunta que este manifiesto refleja la forma en la que las cocineras se percibían frente a la sociedad, reconociéndose como parte del proletariado y asumiendo su choledad.
La Unión Sindical de Culinarias, a la cabeza de Petronila Infantes, entre otras lideresas, fue un movimiento de mujeres, y para mujeres, que incomodó a toda una sociedad machista, clasista y racista. Hizo retroceder a quienes se llamaban sus patrones, incluyendo al Gobierno.
Bolivia: fin del siglo XIX e inicios del XX
Con la pérdida del Pacifico, el país quedó mediterráneo, desgastado y empobrecido.
Los lugares de mayor intercambio cultural, ideológico y social, durante las primeras décadas del siglo XX, y ultimas del siglo XIX, fueron las fronteras: territorios trajinados por campesinxs, obrerxs, artesanxs y viajeros que se embarcaban en los tranvías que atravesaban el país y conectaban ciudades.
De esas interacciones surgieron nuevos pensamientos ideológicos en el país, entre ellos el anarquismo, el socialismo y el trostkismo. En la década de los 20 se formaron grupos de trabajadores y se realizaron congresos obreros. En 1927, se funda la Federación Obrera Femenina (FOF), junto al Sindicato de Oficios Varios, tras la celebración del Tercer Congreso Obrero.
Estos movimientos emergentes fueron frenados y coartados con el estallido de la Guerra del Chaco en 1932. Debido a que enviaron a pelear a un gran número de hombres, adolescentes, campesinos e indígenas de diversas regiones bolivianas, muchas mujeres quedaron encargadas de sostener a sus familias y, junto a los mineros, de sostener al país con su trabajo.
Tres años después, en 1935, la guerra cesó pero las secuelas fueron atroces. En medio de una terrible crisis, se acentuaron las diferencias de clase y raza, pese al surgimiento de una noción de ciudadanía entre las clases populares.
En este contexto, resurgen fuerzas para organizar a las bases trabajadoras y obreras. Esta vez, las mujeres que habían perdido a sus esposos, las madres solteras, las cholas y las trabajadoras del hogar tomarían mayor protagonismo.
La revuelta del tranvía, el inicio del Sindicato de Culinarias
A finales del mes de julio de 1935, en La Paz se emitió un decreto municipal que establecía lo siguiente:
“Evitarse las infecciones en los tranvías.- Queda terminantemente prohibido permitir la subida a los coches con cualquier bulto voluminoso que pueda entrar en contacto con los demás pasajeros, así como las personas con muestras visibles de desaseo o cuyas ropas puedan contaminar a los demás pasajeros o despidan mal olor. Cualquier pasajero tendrá derecho a que los cobradores hagan salir del coche a tales personas”.
Esta norma fue solicitada por las “señoras” de la clase acomodada paceña, quienes habían declarado que las canastas de las cholas rompían sus medias y las polleras les parecían incómodas y antihigiénicas.
Los tranvías de entonces tenían sus vagones divididos para las clases con una variación en el precio del pasaje, por lo que con las nuevas determinaciones se cambiaba de “segregación” a “prohibición”.
Ante este hecho aparece la figura de Petronila Infantes, quien indignada por la decisión, reúne a otras cholas cocineras para manifestarse en contra de la normativa clasista, racista e irracional.
El tranvía era el único transporte público que tenían las trabajadoras del hogar y cocineras para ir a realizar compras y llevarlas hasta sus trabajos. Las “señoras”, en cambio, tenían autos propios para desplazarse en la ciudad.
En esas circunstancias se consolidó el Sindicato de Culinarias con un grupo de cholas trabajadoras, organizadas para velar por sus derechos y dispuestas a ejercer presión hasta hacer retroceder a las autoridades en sus decisiones arbitrarias.
No solo lograron eliminar la ley que las discriminaba en el transporte, sino que se opusieron al aumento que pretendían realizar a los pasajes.
Con el ejemplo de las culinarias y el apoyo de otras líderes sindicales, como Catalina Mendoza y Rosa Calderón, otros 13 sindicatos de mujeres se formaron para organizar sus gremios, y con el tiempo, juntas empezaron a tener mayor visibilidad e influencia en la opinión pública.
Camino de luchas
Tiempo después, el Gobierno estableció la obligatoriedad del carnet de identidad y solicitó que las cocineras portaran, además, un carnet de sanidad expedido por la policía de la higiene. Ante estas dos disposiciones, el sindicato se opuso rotundamente, pues la carnetización resultaba ser un negocio muy lucrativo para los policías y no era compatible con el pensamiento anarquista.
Por otra parte, el pretexto de la «higiene» era usado por las élites criollas para reinstalar un discurso racista que apuntaba todos sus prejuicios en contra de las mujeres trabajadoras, con un clara intención de instaurar entre ellas un dispositivo «blanqueamiento» disciplinador.
Para eliminar la ley del carnet de identidad, los sindicatos organizaron una protesta fuera del Palacio de Gobierno. Petronila, burlando la seguridad, logró ingresar hasta la oficina del Presidente para hacer escuchar las opiniones de las trabajadoras y denunciar los abusos de la Policía.
La lucha contra el dichoso carnet de sanidad fue más larga y compleja: eran las señoras que las contrataban quienes insistían con ese requisito, porque decían estar atemorizadas por rumores de enfermedades venéreas en los exsoldados del Chaco.
Como respuesta, las culinarias propusieron que sean los empleadores quienes corran con los gastos de consultas con médicos especialistas y no así con policías.
A través de los años lograron guarderías gratuitas para lxs hijxs en horarios de trabajo, el reconocimiento a la labor de las cocineras como una profesión y la jornada laboral de ocho horas. Refundaron con los otros sindicatos de mujeres la Federación Obrera Femenina. Al poco tiempo, se adherieron a la Federación Obrera Local para sumar fuerzas.
“Porque la organización de las mujeres es, pues, así: nosotras mismas defendernos, nosotras mismas manejarnos”
Petronila Infantes
Doña Petronila Infantes, una chola anarcosindicalista
Conocida también como doña Peta, fue una líder anarcosindicalista y cofundadora del Sindicato de Culinarias.
La guerra del Chaco la devolvió a La Paz, desde Argentina. Llegando a la ciudad que la vio nacer, vistió las polleras de su madre y buscó trabajo en el oficio que aprendió desde muy pequeña: la cocina.
El conocimiento de Peta en el arte culinario dejaba impresionados a todos, ya que también se había instruido en cocina durante su estancia en Argentina. Los platos que cocinaba eran desconocidos para sus comensales, por lo que causaban sensación.
Es así que trabajó para el Prefecto de entonces, a quién muchas veces se enfrentó desde el Sindicato de Culinarias.
“Mientras él se encargaba de reprimir esos movimientos yo le alimentaba, mientras el prefecto Estrada discutía con los huelguistas, yo decía “¡Viva la huelga!”. Mi jefe escuchaba y me miraba de pies a cabeza; incluso una vez cuando he caído presa ha tenido que hacerme sacar, porque si no, no comía.”
Petronila Infantes
Su tenacidad la distinguía, en un encuentro organizado por “feministas” de ‘El Atrio’, tomó el espacio para señalar a las mujeres de las clases acomodadas la explotación que ejercían sobre sus empleadas y el desprecio que habían demostrado a la mujer de pollera por su condición de clase y raza.
Referente del anarquismo, como de un feminismo popular, antirracista y anticlasista, Petronila profesó el amor libre y criticó profundamente la institución del matrimonio.
Vivió y actuó en coherencia a sus ideales, poniendo lo privado también como político.
Puedes ver más de las cholas anarcosindicalistas en los libros que también usamos para armar esta nota:
- La choledad antiestatal. El anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano (1912-1965) Huáscar Rodríguez García. Libros de Anarras.
- Lxs artesanxs libertarixs y la ética del trabajo, Zulema Lehm y Silvia Rivera. Ediciones del THOA
- Anarquismos en confluencia, Ivanna Margarucci y Eduardo Godoy. Editorial Eleuterio