A finales de los años sesenta, Agnès Varda presentó un par de documentales sobre el movimiento político/cultural de las Panteras Negras, un colectivo civil conformado inicialmente para la defensa de la población afroamericana que sufría abusos por parte de la policía en los Estados Unidos.
Jhoselin Granados
En 1967, el fundador del Partido de las Panteras Negras Huey Newton fue acusado por la muerte del oficial John Frey de la policía de Oakland. Un año después, recibió la condena a prisión por el cargo de homicidio voluntario.
La directora francesa llega a Estados Unidos un año después, en 1968, y su atención es capturada por las convocatorias del partido de las Panteras Negras a las protestas masivas para exigir la libertad de Newton.
Habiendo percibido la estigmatización del partido en los medios oficiales, la cineasta se intriga por la disidencia del movimiento.
https://youtu.be/BRyvtZ-YSjU
Varda grabó diferentes reuniones y actividades de las Panteras Negras, las plasmó con la humanidad y la inteligencia que le caracterizaban, enfocándose en registrar las verdaderas expresiones de la revolución cultural y poner atención en los discursos que proponían una ruptura al estancamiento ideológico y social de la época.
En contraposición a la imagen violenta de las Panteras Negras en los medios hegemónicos, la cámara 16 milímetros prestada que manejó Agnès en medio de las concentraciones masivas, descubrió las semillas de nuevas revoluciones sociales y políticas en búsqueda de justicia y libertad.
«Huey» es el cortometraje en el que Agnes Vardá presentó la atmósfera militante de la campaña «Huey libre» en imágenes en blanco y negro, se concentró en la manifestación organizada el 17 de febrero de 1968 para celebrar el vigésimo segundo cumpleaños del líder fundador del partido.
https://youtu.be/g0ykB4jGaxo
Black Panthers es su segundo proyecto cinematográfico. El documental profundiza en la cultura del Partido investigando sus dinámicas internas en las que, para el ojo de la directora, resaltan las actividades cotidianas y el papel de las mujeres afroamericanas comprometidas en la lucha colectiva.
La voz en off guía la narrativa del cortometraje, en algunos momentos da paso a los discursos y entrevistas de personajes que explican la naturaleza de la lucha histórica contra la discriminación racial. El recorrido visual se detiene en la contemplación de la energía de multitudes de afroamericanos reunidos en las protestas.
https://www.facebook.com/PeriodicoElCiudadano/videos/2700294159998057/
A décadas de la publicación de estas películas, el video de la muerte de un ciudadano afroamericano asfixiado por un policía el pasado mes en Estados Unidos, detonó una serie de protestas en contra del abuso policial y demostró la vigencia de los postulados antirracistas que las Panteras Negras defendieron el siglo pasado.
«Los Black Panthers fueron los primeros en decir: ‘Queremos hacer las reglas, la teoría’. Y eso es lo que me hizo consciente de la situación de la mujer. Muchos buenos hombres habían estado pensando por nosotros. Marx lo hizo. Engels hizo… Sin embargo, quizás necesitemos superar a Marx, porque Marx no nos da las claves y respuestas para nosotras, las mujeres.´» Agnes Varda en un entrevista en 1977
Un poco más de historia
En febrero de 1965 el activista Malcom X es asesinado. Meses después, vecinos del distrito de Watts, Los Angeles, se enfrentan a la policía por el arresto arbitrario de un residente afroamericano de la zona. Tras cinco días de represión a las manifestaciones, hubo 34 personas muertas, al menos mil heridos y casi 3500 arrestados.
Las protestas se replicaron pronto en varios estados del país norteamericano y dieron paso a un nuevo ciclo en la lucha contra la segregación étnica/racial.
Un año después, el Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa (Black Panther Party for Self Defense) fue fundado por Huey P. Newton y Bobby Seale en Oakland, un pueblo cercano a San Francisco. Inicialmente vigilaban el patrullaje de policías en barrios marginados, amparados en las leyes de California, formaron grupos de ciudadanos negros armados para la defensa civil contra el abuso policial.
«Nacimos como una organización comunitaria, pero pronto nos convertimos en un partido revolucionario», contaba Kathleen Neal Cleaver, primera mujer en unirse al comité central de los Black Panthers.
Obtuvieron apoyo en centro urbanos con grandes comunidades de poblaciones «minoritarias», incluidos Los Angeles, Chicago , Nueva York y Filadelfia. Para su sostenimiento y autogestión, las Panteras Negras vendieron libros filosóficos y políticos a universitarios blancos que simpatizaban con las ideologías revolucionarias de la época.
El partido confrontó al poder estatal públicamente y demandaron empleo, educación, vivienda, el fin de la brutalidad policial, la revocación del servicio militar obligatorio y el abandono de las ocupaciones norteamericanas de otros países en conflicto. Sus posiciones y propuestas fueron tildadas de radicales y demostraron apego a ideas nacionalistas.
El FBI los señaló como “la mayor amenaza para la seguridad interna del país”.
Desarrollaron proyectos de ayuda social en barrios pobres, algunos de ellos fueron los desayunos gratuitos para escolares, las clínicas de salud gratuitas en 13 comunidades afroamericanas, los programas de asistencia a ancianos y los medios de transporte para visitas a presos en cárceles.
Su objetivo era lograr cargos de representación y poder político para afroamericanos en el gobierno. Sin embargo, durante los años 70, el Partido de las Panteras Negras fue desarticulado por medio de infiltraciones, acusaciones falsas, asesinatos, arrestos masivos, evidencias plantadas y otras operaciones dirigidas por el FBI.