El Aña Guasu, en una traducción literal más contemporánea, puede ser entendido como «diablo» o “gran demonio”. Sin embargo, esta definición resulta problemática y desconoce la complejidad de sus orígenes.
En relatos guaraníes más actuales, muy influidos por la tradición católica, los Aña Guasú son criaturas alegóricas de la maldad. Pueden aparentar rasgos humanos, pero su verdadera corporalidad se corresponde más a una figura demoniaca.
La tergiversación del concepto “aña”, asociada a demonios o espíritus maléficos en la cultura guaraní, está vinculada a la imposición del cristianismo y el aprovechamiento de elementos de las culturas locales con este fin.
Etimológicamente, “aña” proviene de una contracción de â (alma) y ña (correr, errar, vagar). O “el alma errante de los muertos”. Estas almas, en algunos casos, también son asociadas con los ancestros chiriguanos y chané.
Así es como los chané concebían a los aña: almas de personas fallecidas que rondan sus tierras y comunidades. Sin cualidades morales implícitas. No son ni buenos ni malos y su vínculo con ellos es ambigua.
Estos mismos espíritus son los que convocan a la fiesta del Arete Guasú, la fiesta grande de los chané y chiriguano.
Pero, ¿cómo se conectan guaraníes, chiriguanos y chanés?
Los chiriguano y los chané
Los términos aña y Aña Guasú sufrieron transformaciones en su interpretación a lo largo del tiempo.
Estos cambios tienen que ver con la historia misma de distintos pueblos originarios: los chané (de raíces arawak), los chiriguano y los guaraníes (como un gran conjunto de etnias).
Además, debe considerarse la influencia de la colonización y el sesgo de los cronistas misioneros sobre las culturas locales. Lastimosamente, en la academia, son las versiones de estos últimos las más utilizadas, validadas y repetidas.
Los chiriguanos son un “conjunto de poblaciones de origen guaraní” que ocuparon los valles andinos orientales (piedemonte) y el Chaco de Bolivia. Son la “proliferación más occidental del gran grupo lingüístico tupí-guaraní”.
En su desplazamiento hacia esas regiones, se cruzaron y sometieron a varias tribus nómadas. Entre ellas los chané.
Desde la mirada chiriguana, los chané no eran “salvajes”, como el resto de los nómadas con los que se encontraban.
Esta característica sirvió para que los chané se integraran a la vida y organización chiriguana. Es más, muchos elementos de la cultura chané fueron incluidos en la organización social y la actividad cultural de los chiriguano.
Un ejemplo, explica Isabelle Combés, es que las máscaras usadas en las celebraciones chiriguanas tienen origen chané. Estas máscaras llevan el nombre genérico de aña-añas. Además, según su tipo, también reciben un nombre específico.
Alfred Metraux registró el nombre de una de ellas como añawasu. Estas máscaras aña añas son utilizadas durante el festejo del Arete Guasu, la gran fiesta guaraní.
La influencia y la manipulación misional
«Piensan que, después de la muerte, el espíritu está andando alrededor del cadáver, de su rancho, de los lugares que sabía frecuentar y ocupar en vida, buscando el camino que los debe llevar a la morada de los otros añas, sus coiupatiiotas, a Jvoca, su paraíso», escribe el sacerdote Doroteo Giannecchini.
En otra publicación, el mismo fray admite que utilizaron estos rasgos para inocular nociones religiosas cristianizadas.
“Nosotros, en las instrucciones catequísticas, aprovechando esta idea, hemos adoptado el vocablo aña, para hacerles comprender un concepto exacto del espíritu maligno Lucifer y demás ángeles rebeldes”
Es a partir de esta intrusión cultural que Aña Guasú comienza a entenderse como «gran demonio».
Algunos escritos hablan sobre este término como «el aspecto más siniestro y maligno del monte». Entre las descripciones de su aspecto, mencionan a «una persona barbuda», un ventarrón, serpientes y otros animales.
También es común que, para algunos chané, los aña guasú estén conectados con los mbaekuá. Ellos son brujos “especialistas del daño” y poseen secreto que les son concedidos por “criaturas terribles”. Seres que ningún otro tipo de chamán se atrevería a invocar. Entre ellos, el Aña Guasu.
En Jujuy, Argentina, los Aña Guasú también son entendidos como los iya o «dueños» de los blancos, es decir de los terratenientes. Los «dueños» son criaturas místicas tutelares. Según muchas culturas de los llanos y el Chaco, todas las cosas sobre la tierra tienen un «dueño».
Esta última concepción es, de alguna forma, una demonización del hombre blanco. En el relato jujeño, el Aña Guasú debe ser alimentado por trabajadores. De esta forma se pone en marcha y acelera la producción agroindustrial.
Fuentes
- Sarra, Sonia Elizabeth. (2020). De la predación del diablo al fin de esta humanidad: cosmopolítica en la zafra del Noroeste Argentino. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología.
- Newbery, Sara; Rocca, Manuel María. (1976). El carnaval chiriguano-chane. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología.
- Oliveto, Guillermina. (2010). Chiriguanos: la construcción de un estereotipo en la política colonizadora del sur andino. Memoria Americana.
- Bossert, Federico; Villar, Diego. (2004) «Acusaciones de brujería entre los chané». Las cosmovisiones del mal y el temor en las cosmovisiones aborígenes de América. Ciafic.
- Varios autores. () Celebrando las lenguas originarias de América. Clacso.
- Morando, María Agustina. (2018). Producción misionera sobre la lingüística chiriguana. Anthropos.
- Morando, María Agustina. (2017). Visiones de los religioso entre los chiriguano: la lexicografía franciscana entre los siglos XVIII y XIX. Anuario de Estudios Bolivianos Archivísticos y Bibliográficos.
- Bossert, Federico; Villar, Diego. (2014). Máscaras y muertos entre los chané. Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano.
- Sarra, Sonia Elizabeth. (2016). Historias entreveradas. Los guaraní en Calilegua (Jujuy). Tiraxi Ediciones.
- Villar, Diego. (2005). La religión chané. Facultad de Filosofía y Letras UBA.
- Díez, Álvaro. (2012). Estado del arte sobre la cultura guaraní de Bolivia. Crespial.