El proceso de registro para un seguro de salud para trabajadoras del hogar dura menos de 15 minutos y exige pocos requisitos. Sin embargo, los empleadores no se sienten obligados a cumplir con esta responsabilidad. Las trabajadoras del hogar exigen que sus derechos laborales se respeten.
Rufina Santos tiene 58 años y su cuerpo la obligó a «jubilarse». La artrosis detuvo sus actividades laborales. En 2015, Rufina tuvo que dejar de ejercer como trabajadora del hogar. Gracias a su esfuerzo, Rufina consiguió una casa propia. Pero el costo fue tan alto que también incluyó su salud. “De joven no sientes nada, haces todo porque estás fuerte”, cuenta Rufina.
La Federación de Trabajadoras del Hogar de Bolivia (Fenatrahob) ayuda a Rufina a gestionar su indemnización. “Fue de mutuo acuerdo cuando le han dicho que se vaya, porque no se iba a curar. Para los empleadores fácil es decir ándate y si (las trabajadoras) se curan no les importa”, denuncia Juana Durán, Secretaria de Prensa de la Fenatrahob. Rufina calcula su trayectoria laboral junto a unas ocho familias. Con una de ellas incluso tuvo que trasladarse a Santa Cruz por un año y tres meses.
Desde que el Gobierno promulgó el Decreto Reglamentario 4589 en septiembre de 2021, solo seis mujeres, de más de 17.000 afiliadas, se beneficiaron con un seguro médico en la Caja Nacional de Salud (CNS) según registros de la Fenatrahob.
Las trabajadoras del hogar bolivianas esperaron cerca de diez años para la aprobación del decreto. Pese a que ese derecho ya estaba normado en la Ley del Trabajo Asalariado del Hogar.
“Los empleadores tienen que hacer un pago como de 200 bolivianos cada mes, pero es un tema de voluntad también. Algunos están retirando (despidiendo) a las compañeras que piden el seguro”, explica Juana Durán.
La primera afiliada a la CNS
Justina Cayo Ibañez fue la primera trabajadora del hogar del país que se afilió a la CNS. El proceso duró menos de 15 minutos, tiene validez en las nueve administraciones regionales y 11 agencias distritales de la aseguradora. El gerente general de la CNS, Herland Tejerina, informó que la institución elaboró un manual para simplificar los requisitos.
Para el registro, el empleador solo debe acudir con su carnet de identidad, factura de algún servicio básico (agua o luz), croquis del domicilio y una declaración jurada. Se trata de un documento en el que empleador y trabajadora confirman que existe la relación obrero patronal, el salario, condiciones en las que trabaja y el tiempo.
«No tenemos patrones»
Rufina, oriunda de Pucarani, prestó servicios de limpieza seis años en su último trabajo. “Como ya me veían cansadita menos tarea me daban. Los hijos de los patrones también ya eran grandes y solitos se hacían sus cosas. A veces hasta a mí me servían una taza de té, de mate”, recuerda.
Sin embargo, desde que comenzó con ese trabajo, exigió un seguro de salud, pero nunca tuvo éxito. En el sindicato de trabajadoras del hogar, al escucharla, hacen una aclaración: “nosotras no tenemos patrones, tenemos empleadores”.
El trabajo doméstico es uno de los oficios más antiguos, con orígenes en la esclavitud y otras formas de servidumbre. La Organización Internacional de Trabajo (OIT) indica, en el Convenio 189, que ninguna de estas labores puede hacerse de forma obligada, sin remuneración económica o con condiciones de esclavitud. “Por eso nuestro trabajo es que las compañeras conozcan sus derechos como sus obligaciones”, dice Juana Durán.
“Las tareas consideradas en el trabajo doméstico pueden variar de un país a otro, pero principalmente involucran cocinar, limpiar, cuidar de niñas y niños, personas adultas mayores y personas con discapacidades, ocuparse del jardín o de mascotas, realizar compras o conducir el automóvil familiar”, detalla el convenio de la OIT.
Rufina Santos lloró mucho cuando tuvo que retirarse, luego de casi toda una vida trabajando y brindando cuidados. Cuando estaba a cargo de niños pequeños, recuerda, le era imposible no generar lazos de afecto.
“Te encariñas y muchas compañeras son como madres sustitutas. Nos dicen que somos de la familia, pero eso nunca puede ser así. No es lo mismo y es un desgaste emocional también”, comenta Juana Durán.
Rumbo al Congreso Nacional
Una de las demandas más esperadas e históricas del sector fue acceder al seguro de salud. Pero, debido a la no obligatoriedad que beneficia a los empleadores en el decreto, son pocas las trabajadoras del hogar que lograron el beneficio.
“Apenas seis de tantas que somos demuestra que todavía no se reconoce nuestro trabajo”, denuncia Marcela Quispe, secretaria ejecutiva de Fenatrahob.
La nueva directiva de la Federación se elegirá el próximo 2 de abril en su Congreso Nacional 2022.
En este encuentro se discutirán diferentes necesidades. Algo urgente para las lideresas sindicales es acelerar el proceso de afiliación para que las trabajadoras del hogar conozcan cuáles son sus derechos.
“Cuando vamos al Ministerio de Trabajo, como Federación, nos atienden mejor. Aquellas compañeras que no son afiliadas están en desventaja porque no hay una capacitación previa de nuestros derechos en la Ley 2450. En La Paz hay cuatro sindicatos: Max Paredes, San Pedro, Sopocachi y Zona Sur”, explica Marcela Quispe.
“Una de las primeras luchas de los sindicatos es hacer respetar las horas de trabajo. Por ejemplo, para hacer cumplir nuestros tiempos. Ocho horas por fuera y diez si vivimos en la casa donde trabajamos. A veces las empleadoras no quieren hablar de las horas de trabajo porque se han acostumbrado a que no haya límite en el horario”, explica.
La Federación instruyó a las diferentes representantes departamentales acudir a radios, medios escritos o canales de televisión para socializar los derechos del sector. En 2018 se hicieron los esfuerzos para realizar una encuesta donde se develó que el 79% de las encuestadas provienen del área rural. La mitad de ellas comenzó a trabajar entre los 5 y 15 años de edad.
Desempleo por pandemia
El 90% de las trabajadoras del hogar perdió su empleo durante la pandemia. Ante la cuarentena rígida y la crisis sanitaria hubo una ola de despidos. Las probabilidades de recuperar sus fuentes de empleo, en la mayoría de los casos, fueron bajas.
Con la campaña “Cuida a quien cuida tu casa”, las dirigentas exigieron al Estado garantizar la estabilidad laboral del sector.
Pese a las disposiciones normativas contra los despidos durante la emergencia sanitaria, las trabajadoras del hogar fueron echadas de sus trabajos.
Durante ese período, la Fenatrahob recibió hasta 20 llamados de auxilio por día. Como el de Rufina Santos, que ya se había retirado, pero que, gracias a su hija decidió reclamar su indemnización. Hasta ahora no la recibió.
Actualmente las llamadas oscilan entre las cuatro y cinco por día, en todo el país. Las trabajadoras del hogar bolivianas, cada vez mejor organizadas, siguen luchando por su gremio y sus derechos laborales.