Este 7 de septiembre Cochabamba tiene un encuentro con la «nueva música» boliviana. Sonidos raros, estridencias de todos los colores, beats electrónicos y transitores en llamas: el Nuson Fest es un evento imperdible. Sábado, desde las 15:00, en el parque del Arquitecto.
Nuson se define como una comunidad de artistas que promueve “el desarrollo de nueva música”. Pero quizás sea algo más, mucho más.
Como una especie de rueda musical suspendida en el tiempo, el Nuson, con todo lo que representa -festivales, compilados, podcasts- forma una espiral caleidoscópica única en su tipo en Bolivia: sonidos del futuro que juegan a dibujar un pasado, y viceversa.
El próximo 7 de septiembre, en el parque del Arquitecto en Cochabamba, aterriza esta nave sonora, en la tercera edición del NusonFest.
Pero, para ponernos en sintonía, nunca más apropiado, escuchamos los discos NC01 y NC02, ambos disponibles en Bandcamp, y estas son las impresiones que nos han dejado ambos.
Antes de comenzar, para ahorrarnos tiempo, podemos resumir que son dos placas brutales e imperdibles. Sin embargo, en Muy Waso, tenemos mayor predilección por una de ellas.
Para ubicarnos en el espacio, no podemos dejar de hablar de los artes de ambos discos que, de por sí, complementan de manera perfecta la curadoría musical de cada una de las colecciones.
En el NC01 nos encontramos frente a una superposición sicodélica de pies, dedos y uñas estallando en un rojo sangre y fuego, con un fondo casi imperceptible, en el que se adivinan todas las posibilidades del verde. Una evocación sensorial electrotropical.
Y así comienza el primer volumen de los compilados Nuson, con un pandero confundiéndose entre la estridencia de una viola que podría estar marcando un ritmo punketa o folclórico. Entremedio, voces distorsionadas, gemidos y otra vez ese halo efervescente del Trópico. Se trata del bailable “Carolina” de Chicas Delfín.
Casi por la misma ruta del perreo psicotrónico, Miss Solsticio de Invierno + Dr. Casco, en “Peluda”, marcan el beat de un reguetón que se mantiene firme aunque las armonías se derritan alrededor y la melodía parece, ante todo, el mantra de una noche veraniega.
Entre el dreampop y el shoegaze, y también como un ensayo de transición dentro el conjunto del NC01, uno de los mejores referentes del Nuson, Daniel Abud, hace de “Despacio» una placentera experiencia auditiva, con una composición delicada y conocedora de ambos géneros y la riqueza de sus recursos.
De la puta electronics, acaso lxs ganadorxs de nuestro fanatismo absoluto, llevan este viaje sonoro más allá de los límites convencionales e integran de manera magistral el noise, lo incidental y la electrónica, en una atmósfera cálida y marciana. Si nuestro encuentro con los extraterrestres es amigable, esta tendría que ser su banda sonora. “Andar pelados”, titula el track. ¿Entendieron lo de amigable?
Luego viene una trica de bandas que, aunque no se les pude restar mérito, encajan en formatos mucho más convencionales y menos arriesgados que los del resto. Passto, Challenger y Astronauta Suburbano son bandas que suenan y se bailan muy bien, pero, en el contexto del NC01, quedan flotando por fuera de la órbita del avan(t)gard(e).
Con Rraptosaurios, y un cover a los geniales Calaweras, volvemos al ambiente tropicaloso y sudado gracias a los golpes paradisíacos de un xilófono que de tanto en tanto pone a danzar a un theremin melancólico pero sabrosón. Una combinación tan explosiva como despertar en medio de un bar a las tres de la tarde con la herida de un desamor.
Como queriendo que la fiesta no se acabe, llega Vagastar Bundi con uno de los tracks más interesantes en cuanto a composición. Con una marcada vena jazzística, “Maceta”, el nombre ideal, es como una hermosa selva bonsai, con ramas tan diversas como el calipso, la saya afroboliviana y el surf rock, entre otros destellos, que conserva su belleza en proporciones y tiempos acomodados a la perfección.
Como para abrirle paso, en un gesto premonitorio, al NC02, los Nuevos Románticos rompen por completo con la estructura del disco con “La Cura”. Aquí, nos acomodamos bajo una impronta sombría y taciturna, un ambiente onírico que podría ser el de un universo con grandes seres flotando en la inmensidad desoladora entre clamores de redención. Como una resaca en un domingo de septiembre.
Continuará…