Bolivia vive una crisis económica profunda que afecta directamente a las familias trabajadoras.
Los precios han subido 23,96% en el último año, mientras que los alimentos cuestan 37,79% más. Esta no es una «falsa alarma», como insisten algunos políticos del oficialismo. Es la realidad que vemos en las calles y sentimos en el cotidiano.
Según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2023, el 80,8% de los trabajadores bolivianos están en la economía informal, la tasa más alta de América Latina. Esto significa que ocho de cada 10 trabajadores no tienen contratos formales, seguro médico ni derecho a jubilación.
Las mujeres están aún peor: 83% trabajan informalmente según el mismo informe de la OIT.
El modelo económico boliviano -muy lejos de los vítores de la supuesta «izquierda» y las «renovadas» derechas en la política boliviana- se basa en un capitalismo extractivista: vender materias primas sin procesarlas.
Según datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), durante años de bonanza, el 83% de las exportaciones fueron hidrocarburos y minerales sin procesar.
Ahora que nos convertimos en importadores netos de combustibles, según el Banco Central de Bolivia (BCB) gastamos $2.381 millones en 2024 para importar combustibles, cubriendo el 86% del diésel y 54% de la gasolina que consumimos, la crisis golpea fuertemente a los sectores populares.
Con ese contexto, los principales candidatos presidenciales, obviamente, no cuestionan el modelo que realmente nos condujo al escenario actual. Maquillan medidas de shock social bajo tecnicismos financieros y prometen, demagógicamente, soluciones inmediatas.
En medio de la retórica empresarial, ninguna propuesta que pueda trasladarse a las calles, a la vida cotidiana de lxs millones de bolivianxs que nos enfrentamos a un escenario electoral desolador.
Pese a todo, compartimos un análisis cuantitativo y otro cualitativo (ver debajo del panel de datos) sobre el más reciente simulacro de «debate electoral».
*Aclaración metodológica sobre los datos a continuación: respecto al primer análisis, hicimos ajustes en la metodología para medir más ampliamente la cantidad de ataques directos, interrupciones, acusaciones y descalificaciones personales. Eso explica la divergencia entre ambos análisis.
📊 Análisis Cuantitativo Comunicacional
Debates Presidenciales Bolivia 2025 - Red Uno vs Unitel
⏱️Tiempo de Participación - Debate Red Uno (Primero)
⏱️Tiempo de Participación - Debate Unitel (Segundo)
🥊 Análisis de Agresividad Verbal
Jorge Tuto Quiroga
Debate Red Uno
Debate Unitel
Ataques directos y acusaciones constantesManfred Reyes Villa
Debate Red Uno
Debate Unitel
Más agresivo en el primer debateSamuel Doria Medina
Debate Red Uno
Debate Unitel
Estrategia más medida pero confrontacional💬Palabras Más Recurrentes (Top 7)
📋Análisis de Tópicos - Jorge Tuto Quiroga
📋Análisis de Tópicos - Manfred Reyes Villa
📋Análisis de Tópicos - Samuel Doria Medina
🎯Referencias al Oficialismo (MAS/Evo/Arcismo)
Jorge Tuto Quiroga
menciones totales
Estrategia de oposición directaManfred Reyes Villa
menciones totales
Críticas puntuales al modeloSamuel Doria Medina
menciones totales
Enfoque en fracaso económico📊Comparativa de Participación entre Debates
🔍 Resumen del Análisis
📝 Metodología del Análisis
Tiempo de Participación: Calculado basándose en la extensión de intervenciones y timestamps disponibles en las transcripciones.
Ataques Verbales: Contabilizados como acusaciones directas, interrupciones agresivas, y descalificaciones personales hacia otros candidatos.
Análisis de Tópicos: Categorización temática basada en frecuencia de menciones y tiempo dedicado a cada tema específico.
Palabras Frecuentes: Identificación de términos más utilizados excluyendo conectores y artículos.
Referencias al Oficialismo: Contabilización de menciones a "MAS", "Movimiento al Socialismo", "Evo Morales", "masistas", "arcismo", "modelo masista", "socialismo del siglo XXI" y referencias indirectas al gobierno actual y al de gestiones pasadas.
Fuentes: Transcripciones completas de debates Red Uno (07/07/2025) y Unitel (20/07/2025), analizadas de forma cuantitativa y cualitativa.
Análisis a las propuesta de Jorge «Tuto» Quiroga
¿Qué hay detrás de los $12.000 millones que promete a través de créditos internacionales?
Los organismos como el FMI sí prestan dinero, pero siempre con condiciones durísimas que han fracasado históricamente.
En Argentina, las políticas del FMI contribuyeron a «la contracción de actividad económica con una pérdida de 20% del PIB entre 1998 y 2002», mientras el desempleo superó el 20% y los salarios reales cayeron 18%.
Según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Bolivia tiene el segundo riesgo país más alto de Latinoamérica, esto significa que cualquier préstamo de este tipo de organismos vendría con intereses altísimos y exigencias con una carga social que recae sobre las trabajadoras y los trabajadores. Estos mecanismos suelen comprometer la soberanía nacional, en beneficio de grandes capitales transnacionales, a través de negocios que solo engordan a la casta empresarial y política de los países en los que se implementan.
¿Y qué pasa con su supuesta «revolución digital» con blockchain?
Esta promesa ignora las imposibilidades técnicas y los graves impactos ambientales de la tecnología blockchain.
En un país con una infraestructura de conectividad limitada, incluso por factores geográficos como la mediterraneidad, y la falta del capital humano y financiero necesario, esta propuesta parece tener como única intención usar demagógicamente un término en boga entre ciertos grupos demográficos.
Por otra parte, la tecnología blockchain consume cantidades masivas de energía y gran parte de estos recursos provienen de fuentes no renovables.
La promesa de Tuto no solo es técnicamente inviable, también resulta paradójica, considerando que enfrentamos una profunda crisis energética y un alto déficit fiscal según datos del BCB. Es decir, puede resultar atractiva para un «criptobro», pero no resiste ni la evaluación más superficial.
Análisis a las propuesta de Manfred Reyes Villa
La farsa de los $10.000 millones «adelantados» por el litio
Quizás esta sea la promesa electoral más descabellada. Para evaluarla, analicemos los precios internacionales y las experiencias de otros países productores.
Primero, las condiciones del mercado global: Chile, el segundo mayor productor mundial, mantiene solo 25% de participación en el mercado global pese a tener las mayores reservas procesables.
Segundo, la extrema volatilidad del precio internacional: según datos de Trading Economics, el litio alcanzó máximos cercanos a USD 84.000 por tonelada en 2022, pero cayó a USD 12.000-14.000 en 2024.
Es decir, el precio del litio no solo es volátil, sino que ha demostrado caídas constantes en los últimos años.
Un ejemplo concreto, nuevamente, es el de Chile. Según datos de SUBREI Chile, en 2024, las exportaciones chilenas de litio alcanzaron los $2.895 millones. Esto equivale a un 57% menos ingresos que en 2023, atribuyen la variación a la disminución del precio internacional.
Volviendo a Bolivia, es necesario resaltar que producimos apenas 600 toneladas anuales. La promesa de Reyes Villa apunta a vender 1 millón de toneladas por adelantado. 1,600 veces más de lo que producimos actualmente. Técnicamente imposible.
La promesa de Reyes Villa omite torpemente la variabilidad de los precios internacionales y sobreestima la capacidad industrial y productiva actual y futura de Bolivia.
Peor aún, Reyes Villa parece desconocer que el litio representa solo 7% del costo total de las baterías, mientras el cobalto representa 60% del costo del cátodo.
O sea, los países realmente beneficiados son aquellos que procesan el litio en productos de alto valor, no los que venden materia prima (¡hola, capitalismo extractivista!).
¿Y lo del combustible a 5 pesitos?
Esta promesa debe evaluarse contra los precios internacionales.
El precio mundial promedio del diésel es USD 1.13 por litro, mientras Bolivia lo vende a USD 0.54 por litro.
Según análisis económicos locales, el precio internacional del diésel para importación privada es de aproximadamente 8,59 Bs/L.
Vender a 5 Bs/L seguiría requiriendo subsidios masivos cuando, según el BCB, Bolivia ya gastó $2.381 millones en 2024 en subsidios a combustibles, representando más de la mitad del déficit fiscal del país.
Además, Reyes Villa quiere encajar bonos de carbono
Al igual que «Tuto» Quiroga, Reyes Villa agarra un término de moda para hacer demagogia.
Pero más allá de la inviabilidad técnica, subrayemos que esta promesa representa una forma particularmente insidiosa de greenwashing.
Múltiples investigaciones han revelado que «más del 90% de los créditos de carbono por deforestación evitada del mayor certificador son inútiles», siendo considerados «créditos fantasma» que pueden «empeorar el calentamiento global».
Los proyectos de bonos de carbono frecuentemente causan «daños severos a comunidades indígenas y locales a través de acaparamiento de tierras y destrucción de ecosistemas». Es decir, se profundizarían las amenazas que los gobiernos de Movimiento Al Socialismo han promovido en su alianza con los poderes económicos regionales.
Además, Bolivia aún está en pañales en lo que incumbe a este mercado emergente. Prometer $5.000 millones sin abordar las fallas sistémicas del mercado de carbono es engañar a la población con soluciones falsas que perpetúan la destrucción ambiental.
Análisis a las propuestas de Samuel Doria Medina
¿Solucionar todo en 100 días?
Esta promesa, también llena de demagogia electoral, contradice toda evidencia histórica sobre resolución de crisis económicas estructurales.
Argentina ha estado en crisis económica estructural desde los años 1980, con más de 40 años de lucha económica.
Incluso con graves ajustes sociales y la profundización de desigualdades sistémicas, los cambios requieren incluso décadas. El mito de la 21060 y Víctor Paz Estenssoro no puede seguir alimentando la idea de recetas mágicas. Los ajustes que vivió Bolivia en los 80 se arrastraron crudamente hasta entrados los años 2000.
Sin mencionar que mucho de aquel «milagro» neoliberal estuvo alimentado por la inyección de dólares de una pujante «industria» del narcotráfico.
Las crisis económicas profundas requieren reestructuraciones fundamentales que toman años, no días. Prometer soluciones en 100 días es demagogia pura que subestima la complejidad de los problemas estructurales.
«Se les acaba la fiesta» y el supuesto ahorro
Doria Medina sugiere que cortando gastos en «viajes, viáticos y autos» se resolverá el déficit fiscal.
Sin embargo, según datos macroeconómicos oficiales, el gasto público total de Bolivia representa 19.28% del PIB, y el déficit fiscal alcanzó 9.7% del PIB en 2023. Los gastos administrativos menores representan una fracción mínima del gasto total. La promesa parece ser una calca del populista Javier Milei.
El problema principal son los $2.381 millones en subsidios a combustibles confirmados por el BCB que alimentan especialmente a sectores depredadores como la minería y la agroindustria.
El problema es la concentración de riqueza con la venia y el apoyo del Estado, no los gastos en oficina.
CUÁLES SON LOS TEMAS QUE NO DISCUTEN
La crisis del modelo extractivista
Ningún candidato aborda seriamente la dependencia del modelo extractivista boliviano, que incluye no solo hidrocarburos y minería, sino también la agroindustria de monocultivos en Santa Cruz.
Bolivia sigue siendo un país que exporta materias primas y importa productos manufacturados.
La agroindustria cruceña, basada en monocultivos de soja, reproduce el mismo patrón extractivista que los hidrocarburos o la minería: exportar commodities sin valor agregado mientras se importan productos procesados, generando dependencia externa y vulnerabilidad a los precios internacionales.
Las comunidades que viven cerca de los proyectos extractivos sufren contaminación y desplazamiento, especialmente las mujeres, que se han convertido en las principales defensoras del territorio ante la falta de respuesta estatal.
El empleo informal y precario fuera de agenda
Según estudios laborales recientes, el 47% de los jóvenes trabajadores ganan solo un salario mínimo o menos, y el 60% trabaja más de 8 horas diarias. Solo el 12% de los jóvenes está afiliado al sistema de pensiones.
La terciarización ha ganado fuerza, con empresas reduciendo su planta y aumentando la subcontratación, mientras proliferan empleos precarios como «promotores de ventas, ayudantes de cocina, meseros» con salarios bajísimos.
Los candidatos prometen crear empleos, pero no aclaran si se refieren a empleos dignos con derechos laborales plenos o si se refieren a empleos con el modelo Yango, en el que los magnates de una plataforma explotan el trabajo de miles de personas urgidas de una fuente de ingresos.
Desenmascarando las falsas soluciones
Los tres candidatos, aunque intentan mostrarse opuestos al gobierno del MAS, ofrecen variaciones que profundizan el mismo modelo fallido: mantener a Bolivia como exportadora de materias primas mientras prometen que «ahora sí» habrá desarrollo.
Además, sus propuestas revelan una desconexión fundamental con las necesidades de las mayorías trabajadoras.
Según el Observatorio de Conflictos de UNIR Bolivia, Bolivia registró 1,074 conflictos sociales en 2024, muchos relacionados con la crisis económica que estos candidatos prometen resolver con recetas que han fracasado en otros países, pese al gran sacrificio que le imponen a los sectores más precarizados y marginados.
La raíz del problema es estructural: Bolivia no controla su destino económico porque sigue dependiendo de decisiones de empresas transnacionales y precios internacionales de materias primas.
Las promesas tecnológicas de Quiroga ignoran los costos ambientales y sociales.
Las ilusiones extractivistas de Reyes Villa perpetúan la dependencia y alientan el greenwashing.
Las «soluciones rápidas» de Doria Medina niegan la complejidad de los problemas estructurales.
El pueblo boliviano merece candidatos que propongan transformaciones reales del modelo económico, no variaciones cosméticas del mismo extractivismo que nos ha llevado a la crisis actual.




