Nuestrxs amigues del Cineclubcito alistan una muestra homenaje para el recientemente fallecido Luis Ospina. Varias películas del colombiano podrán ser disfrutadas en los fortines cinecluberos de cinco ciudades. El documental Agarrando Pueblo es uno de los filmes en programación. Si no sabes de ella, te dejamos una gran reseña para saber de qué hablamos.
Víctor Guimarães
Luis Ospina no fue un cineasta cualquiera. No es uno más que se va en estos tiempos tan impropios para los inventores radicales. Su obra es múltiple e inmune a totalizaciones, pero con Carlos Mayolo hizo una película que, en mi vida de espectador de cine, ha correspondido a un cambio estructural de paradigma como, quizás, ninguna otra.
Agarrando Pueblo (1977) no es solamente una obra maestra. Hay demasiadas obras maestras en el mundo. Agarrando Pueblo es una película que, si uno la ve por una sola vez con la debida atención pasa a mirar todo el cine (repito: todo el cine) de una manera radicalmente distinta.
Agarrando Pueblo es una película capaz de producir anticuerpos. Después de verla, uno no es más capaz de aceptar ciertas imágenes como normales. El cuerpo aprende a combatir ciertos virus que se infiltran en la carne de las imágenes.
Todas las veces que una cámara se pone a filmar una zona miserable del mundo, el ojo inmediatamente recurre a Agarrando Pueblo como un miope recurre a anteojos para ver el mundo. Y los anteojos permiten ver más de cerca cosas que, para los que no la han visto, se ven borrosas.
Permiten ver que la pornomiséria está ahí, renovada, por todos lados, como un virus que sufre mutación constante.
Este año, cuando estuve en Berlín frente a la celebración unánime que los críticos gringos hacían a Roma, de Alfonso Cuarón, era como si yo escuchara nuevamente los gritos enfurecidos de Luis Alfonso Londoño como un murmullo a decirme: hay que resistir a eso, hay que combatir el virus.
Si esas personas hubieran visto Agarrando Pueblo, entenderían inmediatamente que no hay otra reacción posible sino el rechazo completo frente a Roma para un crítico latinoamericano que conoce el cine de Ospina.
O el de Birri. O el de Glauber. O el de Sganzerla. O el de Mario Handler. O el de Sanjinés. O el de Carlos Álvarez. O el de Ugo Ulive.
Agarrando Pueblo es un antídoto frente a las imágenes de tipos como Fernando Meirelles, Iñarritu, Szifrón, o los misántropos campeones de Cannes que ni siquiera tengo ganas de ver, o tantos otros virus que nacen todos los días y son acríticamente celebrados.