ACTITUDES FRENTE A LA DESINFORMACIƓN

El cĆ³mo reaccionamos actualmente frente a la desinformaciĆ³n plantea un campo de exploraciĆ³n interesante para encontrar maneras mĆ”s efectivas de fortalecer nuestras habilidades y generar mejores estrategias ante su irrupciĆ³n.

Respecto al conjunto de actitudes que se adoptan frente a la desinformaciĆ³n, existen hallazgos Ćŗtiles para perfilar posibles intervenciones o acciones de fortalecimiento en tĆ©rminos de AMI entre comunicadoras/es, creadoras/es de contenido.

En general, la encuesta demuestra que existen nociones bĆ”sicas sobre los factores clave para identificar desinformaciĆ³n. Por ejemplo,un buen porcentaje es capaz de identificar fĆ”cilmente contenidos potencialmente nocivos. Es decir, responden satisfactoriamente a algunos fundamentos de la dimensiĆ³n AMI de acceso [PDF].

Sin embargo, seis de cada diez personas encuestadas dicen no conocer una herramienta o metodologĆ­a de verificaciĆ³n especĆ­fica.

Esto abre un amplio campo de oportunidades para la creaciĆ³n de programas de fortalecimiento de destrezas mediĆ”ticas e informacionales. Especialmente desde una perspectiva integradora, que permita a sus mismos participantes articular habilidades especĆ­ficas para desarrollar competencias AMI mĆ”s complejas de manera orgĆ”nica. Desde sus contextos y conocimientos previos.

Algunas variaciones por edades

En tĆ©rminos etarios, observamos que las personas mayores de 35 aƱos, dentro de la encuesta, evidencian una mayor predisposiciĆ³n a tomar un rol activo frente a la desinformaciĆ³n.

No obstante, esta tendencia no significa, necesariamente, que tomen acciones frente a ella. A futuro, explorar este tipo de variables, que demandan otro tipo de investigaciones, es un campo de estudio prometedor. Especialmente, considerando que sus hallazgos tambiĆ©n podrĆ­an revelar puntos de acciĆ³n concretos dentro de los flujos de trabajo de comunicadoras/es, creadoras/es de contenido y periodistas.

Aproximadamente el 40 % de las personas mayores de 35 aƱos dice que, al encontrarse con desinformaciĆ³n, reacciona investigando la veracidad y compartiendo los resultados pĆŗblicamente. En cambio, este porcentaje desciende, en promedio, al 27 % en los grupos etarios de menor edad.

Esto puede deberse a diversos factores. Entre ellos la falta de espacio en medios tradicionales, la fatiga digital y los cada vez mƔs comunes perfiles de uso pasivo en redes sociales (como indica este estudio alemƔn respecto a los hƔbitos Gen Z).

Otro factor, acaso mĆ”s preponderante y tangible, podrĆ­an ser los altos niveles de polarizaciĆ³n sociopolĆ­tica y violencia digital que se experimentan en el ecosistema digital boliviano.

Siguiendo esta Ćŗltima hipĆ³tesis, las personas mĆ”s jĆ³venes que participaron de la encuesta (17 a 24 aƱos), antes que apatĆ­a demuestran una reacciĆ³n mĆ”s bien neutral o matizada. Frente al resto de grupos, tienen una mayor inclinaciĆ³n por visibilizar contenidos sospechosos ā€œcon una advertencia de su posible falsedadā€.

Desmentidos y verificaciones

En cuanto a reacciones concretas, el 34 % dijo que, al encontrarse con contenido engaƱoso o falso, nunca o casi nunca hizo un desmentido o verificaciĆ³n ā€œdurante el Ćŗltimo mesā€. Cuatro de cada 10 indicaron que lo hicieron ā€œalgunas vecesā€. Solo dos de cada 10 reportaron hacer desmentidos o rectificaciones, de manera frecuente o siempre que ven contenidos sospechosos.

ĀæQuĆ© factores influyen para que tomen la decisiĆ³n de desmentir o verificar un contenido? Una mayorĆ­a, entre seis a siete de cada 10, seƱala el contar con los datos necesarios para hacerlo. Un 36 % hace referencia a la condiciones materiales para hacerlo (personal, tiempo, herramientas) y a la relevancia o impacto de la posible noticia.