Las trabajadoras del hogar bolivianas no solo tienen empleos precarizados, sino que deben sobrellevar las tareas de cuidado de sus propias casas. Con doble y hasta triple jornada, con tareas casi siempre invisibilizadas. Sus lideresas y organizaciones sindicales luchan por el reconocimiento del aporte de su trabajo al sostenimiento de la vida y la economía.
“Vamos, vamos, compañeras. Unidas, como una sola, vamos a conquistar nuestros derechos”, se oye en el tercer estribillo de la canción “Laboriosa”.
Gregoria Gabriel, exsecretaria ejecutiva de la Federación Nacional de Trabajadoras Asalariadas del Hogar de Bolivia (Fenatrahob), compuso este huayño para su gremio. Tiene, además, otras cinco canciones que invitan a zapatear y a luchar por los derechos de «las doras».
Música que invita a reflexionar sobre la sobrecarga de las tareas domésticas, a denunciar los sueldos devengados y la violencia.
La doble y triple jornada
Cuando las trabajadoras domésticas trabajan ¿quién se encarga de las labores de su hogar?
“Para una trabajadora del hogar las labores domésticas son de doble y triple jornada”, responde Juana Durán, Secretaria de Prensa y Propaganda de la Fenatrahob.
Las mujeres que realizan trabajos domésticas a cambio de un salario, hacen lo mismo, de manera casi paralela, dentro de sus hogares.
“Nos levantamos temprano, dejamos los alimentos cocinados y despachamos a los hijos (a la escuela). Lavamos y hasta en la noche planchamos. Al día siguiente, volvemos al trabajo”, cuenta Juana.
Trabajan en la casa de alguien más y regresan a casa para seguir trabajando.
Trabajos de cuidado
La encuesta sobre actitudes y percepciones Tiempo para cuidar de Oxfam Bolivia, en 2018, evidencia que más del 95% de personas no recibe ningún tipo de compensación monetaria o incentivo por parte de su familia para realizar trabajos de cuidado. Labores que sostienen la vida y la economía.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), 117,735 personas son trabajadoras del hogar. El 94.3% de esta población es mujer. Solo el 5.7% son hombres. Así también, el 33.4% de las trabajadoras del hogar son jefas de familia, el 29.5% son esposas o convivientes y el 23.3% son hijos o hijas.
Por un lado, las trabajadoras del hogar se ocupan de un trabajo asalariado y socialmente desvalorizado. Por el otro, las tareas domésticas y de cuidado dentro de sus hogares son consideradas “propias” y “naturales de las mujeres”.
Paradójicamente, las labores domésticas y de cuidado dentro del hogar se conciben como un “no trabajo”, y están lejos de ser asumidas como una tarea remunerada y de corresponsabilidad.
Precariedad laboral
Gregoria Gabriel recuerda que “salía (de casa) a las 06:00 para llegar a las 07:00 al trabajo. Salía del trabajo a las 16:00. Luego regresas a tu casa y, otra vez, tienes que retomar el trabajo de tu hogar”.
Además, las asalariadas del hogar se enfrentan a la precariedad laboral con salarios que oscilan entre los 500 y 1.200 bolivianos, sin beneficios sociales de ningún tipo.
En un ámbito en el que históricamente existe desigualdad entre varones y mujeres, el cuidado y las labores del hogar recaen en las mujeres. Aun cuando estas acceden a trabajos remunerados.
“Gracias a nuestro trabajo otras personas pueden ejercer sus profesiones en sus fuentes laborales”, agrega Gregoria.
Son trabajos esenciales pero invisibles, coinciden las lideresas sindicales de las trabajadoras del hogar.
Labores invisibles
“A mí me despidieron un 30 de marzo. Por pedir descanso», cuenta Juana Durán.
Ella solicitó su día libre, como corresponde por ley, pero el lunes siguiente su empleadora la despidió. “Puedes descansar nomás, luego arreglamos”, le dijo en un tono irónico, recuerda Juana.
Este hecho le motivó a denunciar públicamente la injusticia y convertirse en líder sindical por más de dos años en la Fenatrahob.
Precisamente, este jueves, las trabajadoras del hogar gozarán de una jornada de descanso por el Día Nacional de la Trabajadora y el Trabajador Asalariado del Hogar. Este día libre no debe afectar el pago normal de sus salarios.
Juana Durán trabajó durante tres décadas como trabajadora del hogar. El 2015 se afilió en Cochabamba a la Fenatrahob. Desde entonces se convirtió en líder de la organización.
Sabe que, al igual que ellas, existen otras mujeres que sufren constantes violaciones a sus derechos laborales. “Por eso elegí el sindicalismo, para ayudar a mis compañeras”, confiesa Juana.
Juana asesora a sus compañeras en el respeto y cumplimiento a sus derechos. Las acompaña en sus denuncias ante el Ministerio de Trabajo.
Derechos ignorados
Gregoria Gabriel, la exejecutiva de la Fenatrahob, es orureña y trabajó con dos familias durante 20 años en Cochabamba.
Para ella, el trabajo del hogar es un trabajo múltiple y, muchas veces, ingrato. Es una labor cargada de episodios de discriminación, violencia y explotación.
Por ejemplo, cuenta Gregoria, el plato y el vaso en los que desayunaba jamás debían estar junto a los utensilios de sus empleadores.
Además, Gregoria considera que la explotación laboral que suelen sufrir las trabajadoras del hogar, afecta en su calidad de vida y la de sus familias.
“El menú de la semana para los hijos es arroz con huevo. Así te descuidas de tus propios hijos para cuidar de otros”, lamenta Gregoria.
Son trabajos que, al final del día, te dejan cansada y sin ganas. “Pero eso a nadie le importa”, insiste Gregoria.