Elysia Crampton es de las artistas más singulares de la época. Productora y escritora transexual, de orígenes bolivianos-norteamericanos, utiliza el arte como medio reivindicativo para hablar de lo que otros olvidaron o quieren ignorar.
Jhoselin Granados
Elysia Paula Crampton Chuquimia, productora, compositora y música reconocida por su extraordinario trabajo de dance/electrónico en el que convergen temas LGBT, política y distintos componentes de culturas andinas, amazónicas y pueblos indígenas iberoamericanos.
Una referente de la escena indie que logra teletranspotar a quien la oiga a su universo fuera del tiempo y el espacio. Crampton, es creadora de ambientes sonoros intensos que recorren recuerdos, pronostican futuros, y viajan por lugares no conocidos del planeta tierra.
Desde el 2015 publicó cinco álbumes que han sido aclamados por la crítica especializada:
– American drift (2015), Primer EP de la artista, el material lleva imágenes de rocas, montañas y terremotos. Conceptualmente, es el retorno a la tierra y una mirada atenta a su geología accidentada.
– Demon City (2016), cuyo arte de portada representa al «Ukurunku», una deidad trans. El álbum rescata historias de Bartolina Sisa, la revolucionaria indígena brutalmente asesinada en 1750, y de Veronica Bolina, una mujer trans brasileña agredida y desfigurada por la policía en 2015.
– Spots y escupitajos (2017), una serie de minicanciones que produce la sensación de escuchar el álbum completo en un parpadeo. Material caótico pero cautivante.
– Elysia Crampton (2018), álbum homónimo a la artista, expone la historia de Ofelia Espinoza (también conocida como Carlos), la mujer trans aymara que en las décadas de los 60 y 70, junto a otras «maricas», como se autoproclamaban, revolucionaron la figura de la china morena en la morenada.
– El quinto álbum, llamado ORCORARA 2010, fue lanzado en versión digital en mayo de este año, pero su versión física estará disponible a partir de junio.
Su identidad como mujer trans aymara (mestiza) está reflejada en todo su trabajo, su abordaje teórico y conceptual ofrece un nuevo paradigma para el potencial político de la música electrónica, el diseño de su música está apegado a conceptos filosóficos muy profundos de la cosmovisión andina.
Lo último: ORCORARA 2010
Disco dedicado a la vida de Paul Sousa, un bombero preso que trabajó años contra los incendios forestales en la Sierra Nevada de California; además menciona los trabajos de la herbolaria nativa americana, Sage LaPena, y la científica sudamericana, Gretel Mendizabal Nolte.
“Este álbum sigue el trauma intergeneracional, fugitivos de la violencia cristiana en un crepúsculo llamado Puruma (salvaje, virginal), que regresa a Mama Cocha (diosa de los mares), el mar que los teóricos llaman Ningún Lado”, descripción en la portada del álbum digital ORCORARA 2010.
A inicios del siglo XX, el gobierno de los EEUU prohibió terminantemente las quemas de maleza y detritos que tribus indígenas de las montañas de Sierra Nevada realizaban de forma controlada en determinadas temporadas. Los incendios no disminuyeron; los bosques de California secaron a causa del calentamiento global y fueron ferozmente devorados por el fuego en los últimos años. Ante la situación, trabajadores penitenciarios combaten las constantes llamas cobrando menos del salario mínimo junto a algunos bomberos capacitados.
Originalmente, es la banda sonora de una instalación que Crampton debutó el 2018 en el Centro de arte Contemporáneo de Ginebra durante la Bienal de la Imagen en Movimiento. La música está diseñada para escucharse en medio de una habitación oscura con una luz palpitante y difusa; las estimulaciones visuales junto al diseño sonoro del álbum, pueden estimular sensaciones y generar ambientes de transe.
«Te confundí con el crepúsculo / Confundiéndome contigo» canta Fanny Pankara Chuquimia en la canción ‘Crest’ del álbum Orcorara 2010
Doce impactantes pistas de profunda belleza con poder sinestésico; cuenta con las colaboraciones de Jeremy Rojas, Shannon Funchess, Embaci y Fanny Chuquimia. Las canciones del disco transcurren por silencios, sonidos de la naturaleza, pianos, guitarras, sintetizadores, y voces que recitan el crepúsculo. La magia se logra con la atención paciente en los detalles.
Es un disco para sentir y pensar, una confrontación con la naturalización de hechos violentos con los que convive el ser humano, el cuestionamiento a los hábitos adquiridos y la crítica a la hegemonía que tienen sistemas opresores y coloniales.
Ni uno, ni mundo, ni cuerpo, ni dios, ni salvación, ni cero; solo un incesante acercamiento hacia, con, y como el gran misterio, Gran Cóndor, por Gracia, Tatamama. Jallalla