El diario paceño Página Siete publicó en uno de sus suplementos una historiografía/reclamo casca y correctita del ‘suck nacional’. En Muy Waso, en cambio, publicamos algo más acorde a la realidad nashonal, a la vanguardia de la retaguardia, diciendo.
Oscar Martínez
¿Qué se puede decir sobre la antigua histeria del rock Nashonal?
Que Octavia apesta ‘huazo’ con esa música repetitiva y facilona con la que no se cansa de llenar boliches una y otra vez.
Que Track y Dixie, son tan pero tan under que solo se habla y escucha de ellos en chupas especializadas o cuando algún cuate camba te dice que existen.
Que los cuarentones están (estamos) convirtiendo a Loukass en los nuevos Iracundos bolivianos. Mil disculpas.
Que Atajo ya pasó de moda, como los jeans baggies.
Como los jopos.
Como las melenas.
Como el Comunismo.
Como la bondad.
Como Las Velas.
Como decir: súper, de la papa, de la puta u otra cosa de símil calaña
Como las revoluciones.
Como las utopías.
Que el Brillo era menos insoportable cuando usaba alcohol y drogas.
Que lo más chistoso es que sigue hablando como jailón adolescente rebelde noventero (ozá wre de la papa el Kraussss en el Zoca)
Que sus fans -inmensa y multitudinaria cantidad de fans atrapados en la nostalgia- le responden en el mismo tono a sus derrapes egocéntricos en las redes sociales.
Que es todo un fenómeno de masas y masitas con botitas. Pero tiene un gran punto por ser un narcisista, valeverguista, arrogante y mal humorado, lo cual lo convierte en un tipo auténtico, forro, pero auténtico. Entonces, a pesar de todo, es no más lo más respetable que hay por entre estos cerros olvidado del jet set mundial.
Que Ciudad Líquida aparece y desaparece.
Que Ra Beat la rompe cuando se abuena con su dealer y cuando no… bueno, mejor lean el artíoculo y saquen sus propias conclusiones.