Llega a cochabamba, gracias a las gestiones de Cinéclubcito, la más reciente película sobre la vida en el exilio del cantautor uruguayo Alfredo Zitarrosa, una importante figura contestataria durante los años de dictadura en Uruguay y América Latina. Te compartimos cinco canciones para conocer su lucha y obra.
El cantautor uruguayo Alfredo Zitarroza, exiliado por la dictadura de su país (1973-1985) y luego prohibida su música en argentina y chile por el contenido de denuncia de sus letras, regresa hoy en el film de Melina Terribili, Ausencia de mí. Un recorrido por la vida del uruguayo en el exilio a través de grabaciones caseras y material íntimo que proporcionó su familia.
La película, estrenada en 2018, se proyectará el miércoles 14 de agosto a las 19:00 en La libre, librería social (Av. Humboldt casi Calancha), gracias a las gestiones de Cinéclubcito. La entrada es liberada.
1. El violín de Becho
Dedicada a su amigo Carlos «Becho» Eizmendi, primer violín de la orquesta sinfónica del SODRE (Uruguay). Cuenta la leyenda que, al regresar de su viaje por Europa, Becho alquiló una casona en la ciudad vieja, en Paraná entre Juncal y Ciudadela, donde se daban cita todos los músicos de aquél momento. Entre ellos estaba Alfredo Zitarrosa que, de tanto escuchar a Becho con una melodía muy reiterada, resolvió hacerle una letra que llamó «El violín de Becho». Herlinda Lovisetto, madre de Becho Eizmendi, fue fundadora del Liceo de Lascano, batllista y simpatizante del Partido Colorado, fue destituida de su cargo por el gobierno cívico-militar del Uruguay por ser la madre de quien había inspirado a un artista prohibido, Alfredo Zitarrosa.
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2. Guitarra negra
Guitarra negra es un disco que cuenta la experiencia de Alfredo Zitarrosa en el exilio, atravesada por la historia del Uruguay. Su primera edición es del año 1977, cuando Zitarrosa viajó por primera vez desde España a México, auspiciado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y grupos folclóricos de ese país. El 8 de julio presentó en el Auditorio Nacional de Chapultepec su conmovedora «Guitarra Negra», el texto más sentido de la obra de Zitarrosa.
3. Candombe del olvido
Compuesto muchos años después, durante su exilio en España, Candombe del olvido también evoca su tiempo de juventud en el Barrio Sur.
4. Chamarrita de los milicos
Chamarrita que rinde homenaje a su padre adoptivo, Carlos Durán, que entre otros oficios había sido policía. El propio Zitarrosa lo explica así: «Fue escrita de un tirón en la mesa de un bar de Bvar. Artigas y 18 de julio, el 27 de enero de 1970. Ese día había nacido mi hija Carla Moriana y yo sentía que le estaba escribiendo al que no pudo ser su abuelo, mi padre adoptivo, Carlos Durán, quien siendo hijo de coronel ‘colorado’, había terminado de ‘milico’ en los años 40. Pobres como éramos, yo recuerdo el gran revólver de mi padre, descargado, que él guardaba en un cajón del ‘trinchante’, después de quitarse ‘las correas’, cada noche o cada mañana, según las guardias. Las balas, siempre separadas, olían a todas las cosas que allí guardaba mamá. Yo no podía imaginarme de qué modo se abrían, ni qué demonios tendrían adentro que eran tan peligrosas. Pero eran, esas balas y ese revólver, el lujo subalterno de aquella humilde casa, una prenda del Estado -así me decían- que mi padre portaba como una penitencia no exenta de cierto orgullo vacilante».
5. Doña Soledad
Fue el primer candombe que compuso Zitarrosa y tuvo destino de clásico. Apareció por primera vez en un simple editado en Uruguay en 1968, como promoción del álbum que saldría posteriormente «Yo sé quién soy». Con hondo contenido social, se transformó en uno de los candombes más versionados por numerosos intérpretes. En una de sus actuaciones, dijo Zitarrosa presentando esta canción: «El candombe que seguidamente vamos a interpretar está dedicado a un personaje de la realidad que yo veía limpiar la vereda de mañana, cuando vivía en el Barrio Sur de Montevideo. De tardecita la veía sentada tomando mate. Vivía en un lugar llamado ‘Medio Mundo», que era un gran caserón ubicado en la calle Cuareim, allá en Montevideo, con un patio central y varias escaleras, donde vive un importante número de familias de raza negra». («…») «Pero la canción habla del vintén y de un personaje de la realidad cuyo nombre bien pudo ser el que lleva la canción: Doña Soledad».