Despidos masivos, descuentos injustificados y un gremio confinado al silencio, son algunas de las pistas de lo que sucede con lxs trabajadorxs de la prensa. Sobre eso, y una urgente necesidad de reinventar el oficio, charlamos con Guadalupe Tapia, quien recientemente fue cesada de La Razón, en plena pandemia, junto a más de 90 personas, por una decisión empresarial.
Esther Mamani
“Soy periodista desde hace 15 años. En los últimos nueve, trabajé en La Razón y llegué a ser dirigente sindical, pero Carlos Gill y Claudia Benavente decidieron que todo terminara ayer y de la peor manera”. Así inicia la publicación de Facebook de Guadalupe Tapia, la representante del Sindicato de Trabajadores de ese medio. Escribió el post unas horas después de haber sido despedida.
Tapia trabajó en medios como la radio Erbol, El Diario, La Prensa y el Nacional de Tarija, para luego dar su salto a uno de los matutinos más importantes del país: La Razón. Este mismo medio impreso despidió hace pocos días a 93 trabajadores, sin desahucios, usando como pretexto el artículo 339 del Código Civil.
“El efecto de fuerza mayor en materia laboral involucra la no necesidad de pago de desahucio debido a que no se trata de una rescisión sin causa forzosa o un despido injustificado”, puede leerse en la carta de rescisión leído a través de una videoconferencia a lxs afectadxs. Sin embargo, debido a la crisis desatada por la pandemia y su cuarentena, el Ministerio de Trabajo prohibió los despidos injustificados en el país.
Comunicado 14/2020#QuédateEnCasa pic.twitter.com/XU3YlwRWeb
— Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsión Social (@MinTrabajoBol) April 8, 2020
La Razón alegó problemas económicos críticos, pero, según dicen sus trabajadores, no entregó los estados financieros de este extremo pese a que el Sindicato de Trabajadores solicitó este informe desde hace meses.
Tapia fue protagonista de los entretelones de esta crisis y portavoz de sus colegas. Sus palabras son contundentes, necesarias ante un cómodo silencio de buena parte del gremio periodístico y perfilan una urgente necesidad de reinvención dentro de nuestro oficio.
Como obreras de la información, dejamos sus declaraciones a continuación de manera textual.
Sabemos que la entrevista es un género periodístico que suele ocuparse de grandes personalidades y Guadalupe Tapia lo es, porque entre cientos de silencios cómplices ella gritó y lo hizo fuerte, pidiendo el cumplimiento de los derechos de sus compañerxs.
¿Cuándo inicia tu liderazgo en el sindicato de trabajadores de La Razón?
Fui posesionada como dirigente sindical un 2017. Asumí el reto apoyada por mis compañerxs, porque siempre participaba de las asambleas y cuestionaba lo que hacía la anterior dirigencia. Asumí sin ninguna experiencia y en todo este tiempo puedo destacar que tenía una visión distinta de como se ve desde fuera dirigir un sindicato.
Antes del cargo yo intentaba no meterme, no participar, no hacerme conocer porque había esa impresión de que era mal visto (el ejercicio sindical). Ya estando ahí comprendí que el trabajo es defender los derechos laborales y, además, denunciar los excesos que se pueden cometer desde la parte administrativa. Justo estaba con mi embarazo y ha sido todo un reto asumir esa responsabilidad.
¿Qué acciones legales tomaron como sindicato? ¿A qué instancias acudieron luego del despido masivo?
Ni bien nos posesionaron pedimos una reunión con la gerencia para presentarnos y decir que nuestra intención no era trabar sus políticas administrativas, sino coadyuvar a que el ambiente mejore y se tomen las mejores decisiones, de manera concertada.
Sin embargo, hubo una actitud de represalia. El anterior ejecutivo fue cambiado de sección abruptamente y tuvimos que empezar la pelea para que se lo vuelva a poner en su espacio de trabajo mediante el Ministerio, porque los diálogos internos no dieron resultados.
Eso molestó mucho a la directora y desde ese 2018, hasta mayo de este año, no nos volvimos a reunir con Claudia Benavente. El gerente de la empresa era Pablo Rossel, nos atendió pocas veces, siempre fue cerrado al escuchar nuestras demandas y sugerencias.
Luego entró Armando Ortuño, con quien hubo más cercanía, pero teníamos problemas por el retraso de salarios, los pagos de los bonos. Había muchas notas que iban y venían, reuniones internas hablando de estos temas. Sabíamos desde hace 4 años que se tenía que reducir el personal. Ahí empezó nuestra verdadera representación.
Enviamos esas copias (de las reuniones y notas enviadas a Gerencia) al Ministerio de Trabajo, pero no hubo respuesta porque no teníamos personería jurídica. Estábamos en esos trámites, eso legaliza tu participación en la empresa aunque también estamos reconocidos por la Federación de la Prensa de La Paz.
La Razón, como mucho otros medios, es una empresa. ¿Por qué esperar lealtad de los empresarios de la información?
Nosotros empezamos una gestión que no buscaba trabarles, pero no querían escucharnos. Se quebró la comunicación con Claudia (Benavente) y las comunicaciones con los gerentes eran como hablar con cualquier mando medio que no tenía poder de decisión.
Ahí empezó el conflicto interno, saltaron problemas, observaciones y la gente empezó a perder la paciencia. Al principio los colegas opinaban que era mejor no hacernos problema, mantener la imagen porque la imagen es lo más importante para un medio de comunicación.
Con todos los acontecimientos de noviembre se puso en riesgo la vida de los periodistas, sin que a la gerencia le importara cómo estábamos trabajando y eso fue uno de los detonantes sobre cómo estaban manejando (la empresa).
Ahí empezamos a hacer un planteamiento sobre la forma de administración que llevó Claudia Benavente. Recién empezamos a reaccionar, pero ya con acciones de hecho. Emitimos el pronunciamiento público, usábamos nuestras redes sociales para decir lo que estaba ocurriendo. Había un poco más de libertad (dentro del periódico) para decir lo que uno pensaba tomando en cuenta que cambió el Gobierno.
Antes de la pandemia hicimos una huelga, llegamos a hablar con el dueño, Carlos Gil, quien ha tenido que responder ante todo el conflicto interno. Todo eso quedó en la nada y nos sorprendieron con esto último.
¿Por qué crees que es peligroso el silencio del gremio periodístico sobre un abuso que no solo sucede en La Razón, sino también en otros medios de comunicación?
Asistir a una asamblea es mal visto y hay esa percepción de parte de los trabajadores, que hacen que ellos no se involucren en temas que les competen, que son de su interés. A partir de eso tienen sindicatos débiles, por tanto también las Federaciones. Entonces hay una crisis en cadena que inicia desde las personas.
Muchxs colegas en la redacción fueron solidarixs, pero otrxs decidieron no involucrarse hasta el final. Tiene que ver con una conciencia personal, no pensar que es ir a hacer la guerra al empresario, sino un mecanismo para defenderte en el marco de las reglas.
Yo cometí muchos errores por no conocer esas reglas, pero la Ley del Trabajo no debería ser conocida solo por abogados laboralistas sino por todos nosotros (los periodistas).
Nosotros trabajamos para que se conozcan tema de corrupción, de ilegalidad, tratar de defender a los débiles cuando hay excesos de las autoridades y es inconcebible que no podamos defendernos.
Eso pasa por no entender que las demandas no son un capricho, solamente estás pidiendo que se cumplan las reglas del juego. Otros, por comodidad, prefieren no involucrarse, quizás para no sentirse etiquetados (por la gerencia). No solamente es una ausencia de participación de las personas en general, sino del gremio periodístico.
Recuerdo cómo en noviembre fue muy complicado hacer cobertura porque nos agredían los de izquierda, de derecha y las organizaciones sindicales no tenían credibilidad para agrupar a nadie, por eso hubo un pronunciamiento para pedir respeto a nuestro trabajo de periodistas autoconvocados.
Pero eso ha sido al extremo, eso deberíamos pedirlo siempre y deberíamos pelear porque se cumplan (nuestros derechos), no solamente en momentos conflictivos. Cualquier cobertura puede resultar peligrosa y deberíamos indicar (a la población) que estamos tratando de cumplir con nuestro trabajo y si nos consideramos profesionales obviamente de forma equilibrada.
¿Qué viene luego del despido, para el sindicato y para ti?
Estamos viendo cómo va a proceder la empresa para cancelarnos, para cerrar esta relación contractual. Yo espero seguir ejerciendo, pero no necesariamente con un medio (de comunicación), claro que es mejor por la amplificación de tu mensaje, pero cuando una está preparada puede seguir escribiendo.
Me tengo que reinventar. Todos pensamos en cómo se podría hacer ese «reinvento». Por la crisis de los medios, es difícil pensar en saltar a otro medio. Y si aun así no hubiese resultados yo voy a seguir trabajando por mi lado, me gusta mi trabajo, me gusta escribir. Amo mi trabajo, me gusta el periodismo. Tendrá que ser desde otra perspectiva.
Si se trata de comer, de tener ingresos, yo no me corro, tengo buena mano para la comida. Puedo abrir un puestito, porque una tiene que sobrevivir, una tiene que ver de dónde sacar porque la crisis nos va a pegar a todos. Voy a tener que ver cómo mantener este amor por el oficio (periodístico).