Charly García cumple 70 años este sábado 23 de octubre. Para celebrar a unos de los músicos más brillantes de América Latina, te traemos un acercamiento a un trabajo «literario» del músico argentino que tal vez no conocías. Ah, sí. También tenemos un regalo para vos (guiño, guiño).
En el mismo día del cumpleaños del bigote bicolor sortearemos un ejemplar original del libro Líneas Paralelas, una edición especial que solo tuvo 10 mil ejemplares. Esta obra recopila partituras, reflexiones, letras y dibujos originales realizadas por Charly. Una pieza de colección.
Para participar solamente debes cumplir dos requisitos, llenando este formulario. Si se te antoja, abajo te dejamos los textos que abren el libro. Provecho.
A menos que ignoremos la física, sabemos que las líneas paralelas no se tocan o cruzan y que su destino es andar por siempre cerca, pero no juntas.
Una ambulancia aúlla, alguien la escucha y nota que el canto de la sirena empieza a decaer y hacerse más grave sin que haya habido ninguna modificación mecánica y sin haber sido manipulada de cualquier forma.
El cielo no es azul. Una broma puede ser una tragedia entre la emisión de una onda sonora, lumínica o lo que sea. Lo que escuchamos en el caso de la ambulancia es algo que atravesó el aire u otros elementos como el agua, gases, etc. y en el trayecto cambió su afinación, su forma, su alma.
En el espacio, los universos -o lo que sea que haya ahí afuera- todo es silencio. Hendrix podría estar tocando «Voodoo child» y nadie lo escucharía.
Ubiqué las líneas paralelas como las de un tren o pista de lanzamiento de naves espaciales. Estas dos líneas son notas: Sol y Re. Dos notas (número insuficiente para formar un acorde base inamovible de la música que fue, es… y será?)
La tercera define el alma del acorde ya que si es mayor, transmite alegría. Y ya que si es menor (un semitono abajo), provocará tristeza.
En estas palabras introductorias les quiero hacer saber que esto no es una teoría para destruir la música y que todo lo que se ve o se escucha, hay que tomarlo como a una película de Woody Allen don- de algo absurdo o imposible, se da por sentado ya que estamos ante un cuento de música-ficción y en el fondo una alegoría sobre los seres humanos. Sobre los que cantan, sobre los que escuchan, y la relación de esas líneas paralelas que se necesitan para existir. Y lo más importante: el espacio.
Gracias por venir al estreno de «Líneas Paralelas»
(Artificio Imposible)
Les dejo un pensamiento del ya citado Hendrix: «La música no son las notas, es el espacio que hay entre ellas».
Charly García
Nota del editor de Líneas Paralelas
Líneas Paralelas es el libro de un libro, de un libro original, único, que existe y se prendió fuego. Se trata de un diario de viaje, de un mapa de ruta en el que Charly García decidió volcar, durante semanas, el día a día previo a sus shows.
Por eso, cada una de sus páginas es el testimonio en sí mismo de un estado de las cosas que se mide en minutos. Todo cambia en el ida y vuelta entre lo que pasa y lo que se viene: lo que es, al segundo dejó de serlo. Así de sencillo y de contundente.
Ese es el vértigo que se puede ver en sus colores, figuras y collages, y es también el que se deja leer en sus textos, se entiendan o no.
Por eso, algunas partes del libro se transcribieron y otras quedaron tal cual estaban en el original por decisión de su autor, como tiene que ser. Es parte del acuerdo —del juego— entre quien escribe, pinta y recorta, y el que mira y lee: lo que se entiende, se entiende, y lo que no, se inventa (o se imagina, que es más o menos lo mismo).
Y es que todo suma en un libro pensado y construido de esta manera. Incluso el fuego que estuvo a punto de hacerlo humo y pena apenas terminado mientras secaba sus tintas sobre una estufa.
Los rastros se pueden ver en los bordes de algunas páginas: de ser un efecto buscado, habría sido imposible de lograr, sin embargo, un descuido, el azar y un rescate a tiempo hicieron lo suyo. Eso también es parte de la magia de ese mundo que hace de Líneas Paralelas un «artificio» por momentos «imposible».
No hay un orden de lectura del libro, no tiene un sistema a seguir, ni una guía. En ese sentido es un artificio sano. Se trata solo de sumergirse en ese espació que existe entre aquello que corre o sucede junto por un tiempo (colores, sonidos, ideas, son más o menos lo mismo), a esperar que el infinito ocurra.
Y eso, dicen los que saben, es música, de la buena.