El término «homosexual» fue creado en el año 1868 por el activista austriaco Karl-Maria Kertbeny para defender que las relaciones entre personas del mismo sexo no debían ser sentenciadas con la muerte. Es decir, esta palabra nace como una reivindicación política frente a la nomenclatura violenta que se usaba en la época como desviado, invertido y sodomita. Gracias a la resistencia del activismo a nivel mundial se fueron derribando las leyes anti-sodomía.
El sistema de opresión empieza a definir la homosexualidad ya no como una degradación moral que debía ser duramente castigada, sino como una PATOLOGÍA. Es decir, el asunto pasa a ser tutelado por el aparato de verificación médico-psiquiátrico y por ello serie de discursos, prácticas y regulaciones disciplinarias convierten la homosexualidad en una enfermedad a la que debía encontrarse una CURA.
Las terapias de curación, que ahora están prohibidas en varios países, se han caracterizado por su nivel de maltratos y vejámenes hacia nuestra población. Fueron los activismos LGBTI que lograron en el año 1990 que la OMS sacara la homosexualidad de los manuales de enfermedades mentales, en 2018 pasó lo propio con las nociones trans.
La historia del 17 de mayo es la historia de la patologización de nuestros cuerpos en beneficios de la salubridad heterosexual del sistema patriarcal, los crímenes de odio son los resabios más violentos de ese proceso. Ser marica, marimacha o trava sigue siendo muy difícil frente a la homo-lesbo-bi-transfobia neoliberal y cristiana de nuestro tiempo.
Pero no solo los homosexuales y las personas trans han sido patologizadas por el sistema médico-patriarcal, sino también otros sujetos e identidades que salen por fuera de la norma heterosexual y capitalista. Debemos comprender que las prácticas y lógicas culturales de exclusión que someten a estos cuerpos disidentes, no están alejadas de los procesos históricos que construyen al cuerpo como sano o enfermo, eficiente o deficiente, por lo tanto la patologización de las nociones LGBTI no es indistinta de la patologización de otros cuerpos subalternos.
El sometimiento de estos cuerpos tiene que ver con negarles el acceso al Estado, paralizarlos con la violencia y eliminarlos del aparato de representación político en beneficio del cuerpo sano, productivo y heterosexual. Por lo tanto lo que hace falta es una alianza entre cuerpos históricamente patologizados, excluidos y deficientes para poner en deterioro el sistema patriarcal; necesitamos que maricas y discapacitados, transexuales y tuberculosos, lesbianas y sifilíticos, indígenas y trabajadoras sexuales, travestis y afrodescendientes, gordos y transgéneros, podamos idear un conjunto de estrategias y resistencias que permitan construir un mundo libre de opresiones.
Por eso reivindicamos el 17 de mayo como el día de lucha contra la maricafobia, machorrafobia y travafobia, y nos declaramos enemigas del sistema de opresión hetero-patriarcal, resistiendo desde el arte, la transgresión sexual y la provocación estética y nos atrevemos a redefinir el sentido de esta conmemoración para rechazar la salubridad heterosexual frente a la celebración de nuestras cuerpas raras y disidentes.
La Pesada Subversiva.
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