El reporte de The Lancet Countdown da cuenta de lo cercana que es la crisis climática ahora. No se trata ya de solo efectos en rincones lejanos del planeta, sino de la salud de millones de personas, siendo las mujeres las más afectadas.
La crisis climática es irreversible y será agravada por el impulso a la «recuperación económica» post pandemia.
Sin embargo, la crisis climática está relacionada directamente con el deterioro de la salud de millones de personas. Desde muertes por olas de calor, a la migración de endemias, microplásticos en la sangre o gente muriendo por respirar aire contaminado.
Los efectos de la crisis climática ya no están solo en el lejano Amazonas o en alguno de los polos, sino en nuestros propios cuerpos.
Desigualdad de género
Las imposiciones patriarcales de género hacen a las mujeres especialmente vulnerables ante la crisis climática. Más aún a las que se encuentran en situaciones económicas desfavorables.
Las mujeres son 40% más afectadas por la exposición a la contaminación del aire doméstico, ocasionado por la falta de combustibles y tecnologías limpias. Lo que deriva en cardiopatías, neumonías, accidentes cardiovasculares y cáncer de pulmón.
Esto debido a que, a nivel global, las mujeres y niñas realizan tres cuartas partes de las tareas de cuidado no remuneradas, según informa Oxfam.
Muchas de las mujeres que viven en áreas rurales llegan a invertir hasta 14 horas al día en trabajos de cuidado no remunerados. Esto las aleja de la actividad social, política, laboral y la posibilidad de estudiar. Además de afectar su salud en múltiples niveles.
Estas circunstancias les dificultan salir de la pobreza y también las arroja, desproporcionalmente, hacia la inseguridad alimentaria.
La violencia sexual y política
Según las Naciones Unidas, el 80% de las personas desplazadas de sus territorios debido a los efectos de la crisis climática son mujeres. Esto las expone a distintos tipos de violencia.
La Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes) señaló en un estudio que, según Amnistía Internacional, seis de cada 10 mujeres y niñas que transitan de México a Estados Unidos son violadas. Es te abuso es tan habitual que los traficantes de personas las obligan a recibir una inyección anticonceptiva antes del viaje.
Pese a todos esos factores de vulnerabilidad muchos de los estudios que se hacen sobre la crisis climática no contienen indicadores de género.
Según The Lancet Countdown solo el 6% de todos los artículos científicos publicados en 2020 sobre la crisis climática y salud tenían indicadores diferenciadores de género.
Esta carencia también es visible en variables respecto a edad, etnia, procedencia y clase.
Asimismo, muchas de las mujeres que se hacen defensoras ambientales son asesinadas.
Mongabay reportó que el 2019 se asesinaron a 212 personas defensoras de la tierra y el medio ambiente.
Por otro lado, según se lee en el reporte de The Lancet Countdown, se comprobó que en cuanto más espacios de poder y decisión gubernamental ocupen las mujeres mejores son los resultados en la aplicación de políticas ambientales.
Una mayor representación de mujeres en los parlamentos está directamente asociada a mejores y más fuertes respuestas a la crisis climática.
Sin embargo, solo 41 de los 196 jefes de delegación en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) de 2019 fueron mujeres.
Olas de calor y vulnerabilidad
En enero de este año la BBC también reportó temperaturas récord en Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil.
Buenos Aires superó los 40°C, Uruguay se acercó a los 44°C y en el estado brasileño Rio Grande del Sur la temperatura estuvo entre 10°C y 15°C por encima del promedio de 25 grados.
Este aumento agresivo de la temperatura tiene origen antropogénico, es decir, fue provocado directa o indirectamente por el hombre.
El planeta es un 1.2°C más caluroso que en el periodo preindustrial (1850-1900), y las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) son 50% más altas.
Según la ONU, las personas que habitan los países con IDH (Índice de desarrollo humano) bajo o medio han incrementado su grado de vulnerabilidad a las olas de calor en los últimos 30 años.
Son específicamente vulnerables los y las trabajadoras agrarias, quienes al no tener acceso a planes de salud o medios de refrigeración durante su jornada sufren deshidrataciones severas, problemas renales y una disminución notable en la esperanza de vida.
El aumento de la temperatura y las sequías resultantes también están afectando la seguridad alimentaria de millones de personas.
Se espera una reducción de producción para el maíz (6%), el trigo de invierno (5.4%), la soja (5.4%) y el arroz (1.8%) en relación con el periodo 1981-2010.
Migración de endemias
Otro grave problema de la crisis climática reside en el desplazamiento de enfermedades infecciosas y transmitidas por mosquitos fuera de las áreas geográficas tradicionales. Donde normalmente aparecían y eran contenidas por los planes de salud estatales.
Enfermedades endémicas como la malaria incrementaron el número de meses con condiciones adecuadas para su transmisión en un 39 % entre 1950 y 1959, y entre 2010 y 2019. Además de desplazarse de las zonas bajas a poblaciones de mayor latitud y que normalmente no estaban amenazadas por el mal.
Del mismo modo, el potencial epidémico del dengue aumentó en un 13% (Aedes aegypti) y 7% (Aedes albopictus) a nivel mundial. Desplazándose de América Central, América del Sur, el Caribe, África y el sur de Asia hacía países con IDH alto.
Aunque este desplazamiento no cambia la situación de vulnerabilidad de las personas que habitan los espacios tradicionales de transmisión del dengue, ya que la fortaleza de los sistemas de salud juega un papel importante.
El 2020, Deutsche Welle reportó que ese año la transmisión de dengue en Bolivia fue la mayor de la década. Tan solo hasta febrero se tenían siete mil casos sospechosos, 1.,500 casos confirmados y 10 fallecidos.
La Vibrio cholerae (cólera) responsable de 100 mil muertes al año también incrementó su área de incidencia entre 2003 y 2019.
Así, enfermedades antes controladas mediante planes de vacunación y prevención comenzarán a tener migraciones inesperadas.
Siendo afectadas las poblaciones de países con IDH medio o bajo, debido a sus sistemas de salud y planes de contención deficientes.
Este rebrote de epidemias también provoca un incremento y sobrecarga en las labores de cuidado que brindan, principalmente, las mujeres.
Polución a gran escala
Pese al Acuerdo de París, se estima que el proceso total de descarbonización del sistema energético tardará aproximadamente 150 años.
Este retraso se debe en gran medida a que los estados siguen subsidiando los combustibles fósiles.
Para el 2018, 65 países de los 84 revisados por The Lancet Countdown aún brindaban algún tipo de subsidio a combustibles fósiles.
Los países con IDH muy alto son lo que destinan más recursos a este tipo de subsidios. También son los responsables del 45% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En Bolivia, el costo de la subvención de combustible incrementó de 1.424 millones de bolivianos en 2016 a 4.330 millones en 2021.
Estos subsidios consumen grandes cantidades de los presupuestos nacionales. Si se destinaran a la inversión en energías alternativas o la implementación de planes de salud preventivos, reducirían los efectos de la crisis climática en la población.
Las muertes asociadas a la contaminación del aire en los países con IDH medios y bajos son un 50% más que las de los con IDH muy alto.
Siendo los principales emisores de dióxido de carbono en el mundo China, Estados Unidos, India, Rusia, Japón, Irán y Alemania.
Mejores protocolos de seguridad nacional ante desastres naturales, reforzar los sistemas de salud de países vulnerables y apostar por energías renovables salvaría millones de vidas. Aunque las economías desarrolladas y emergentes no consideren eso como una prioridad.