‘Nunca subí el Provincia’ forma parte de la selección oficial internacional que Luis Ospina dejó preparada para el XI Festival Internacional de Cine de Calí y será proyectado este miércoles 8 de julio en el Cineclubcito Boliviano, donde también podrás disfrutar de una charla con su director.
Isabel Collazos Gottret
En Nunca subí el Provincia (2019), estamos sentados junto a Ignacio Agüero y miramos a través de su ventana al mundo. Nos podemos identificar con las transformaciones sociales y urbanas de su vecindario. También con la nostalgia del pasado que se manifiesta en afectos y ausencias. Una invitación a observar lo que nos rodea, como si fuera lo más importante, como si, de un momento al otro, nuestro mundo pudiese desaparecer.
Sobre esta mirada y su nostalgia, en el marco de su más reciente trabajo, conversamos a continuación con el reconocido cineasta chileno. Además, si quieres participar de la proyección/conversatorio con Ignacio, te dejamos el enlace de inscripción. Recuerda conectarte temprano, el aforo virtual es limitado.
-En la película se puede observar un relacionamiento cercano y simpático con tus vecinos entrevistados. ¿Qué piensan ellos de tu oficio de cineasta?
Hay muchos otros vecinos y dependientes de almacenes y de la pastelería y otros que me han visto filmando y con quienes mantengo una relación. Muchos de ellos se han ido y algunos, como Peter O’toole, han muerto. Es triste saber que a muchos no los volveré a ver.
De verdad no sé qué pensarán de mi oficio como cineasta. Me imagino que, como mi equipo es muy pequeño (somos, a lo más, tres o cuatro personas) y el equipamiento técnico es igual, no llama para nada la atención. Pensarán que no soy verdaderamente un cineasta, porque la imagen del cineasta es siempre más aparatosa e impresionante. Entonces, me tranquiliza saber que, por lo menos, para ellos, soy un buen vecino. Y más: mantenemos una relación de respeto y afecto.
-En ‘Nunca subí al Provincia’ hay mucho material del vecindario que precede la construcción del edificio. ¿En qué condiciones se generó ese material? ¿Lo utilizaste en otra película o ya tenías el proyecto en mente antes?
Ese material se generó sin ningún plan ni propósito determinado, sino como un afán y necesidad de poseer los lugares y las personas y, finalmente, el tiempo.
Por ejemplo, una de mis películas anteriores (Aquí se construye, 2000) se generó a partir de numerosas filmaciones de casas siendo demolidas, filmadas sin el propósito de hacer una película, sino por las ganas de retener imágenes en estado de desaparición. Filmaciones hechas por mí, solo con cámaras pequeñas y baratas, del tipo «home movie».
Fue en la película El otro día (2012) que usé por primera vez este tipo de material y ahí descubrí que era un material muy expresivo, y que de todos modos incorporaría en las películas que vendrían después. Justamente, el haber sido filmadas sin propósito, completamente fuera de su función como plano de una película prevista, es lo que les da un valor expresivo particular, una inocencia de categórica verdad.
https://www.youtube.com/watch?v=y-n_f8d7VDM
-La cartografía del vecindario oscila entre una tesis de sociología urbana y la nostalgia del pasado (el paisaje y los afectos). ¿Cómo dialoga la investigación con la emoción?
Es una buena pregunta que no sé responder bien. En todo caso, no hay noción de investigación, o no hay investigación consciente. Lo que hay es una obsesión por asir el espacio. Creo que el cine es un acto de posesión, de atrape, de captura del espacio y de las cosas. Al quedar atrapados, o ser poseído, hay un alivio en la ansiedad por comprender la propia vida.
Esto es también una obsesión: atrapar, poseer, para comprender, aprehendiendo la materia. Esta es la cordillera, la esquina, el barrio, la gente, los rostros, el tiempo, todos materia que compone la propia experiencia de vida o materia que compone la vida. La cartografía urbana que mencionas es una herramienta de la biografía.
La emoción está en el cine, que es la materia que puede contener y desplegar una cartografía al mismo tiempo espacial y temporal. Ahí está la emoción, pues el cine puede descubrir, a través de las imágenes y su conjugación, modos únicos de hablar de la experiencia de vivir, produciendo, ante la sensibilidad del espectador y también, principalmente, del realizador: revelaciones sobre su existencia.
Entonces, la emoción está más precisamente en esa revelación, para lo cual la cartografía del vecindario ha sido una forma de acercarse a lo esencial.
-El horizonte, representado por la montaña que es cubierta por un edificio, me produce una sensación de encierro, del estrechamiento de las fronteras y perspectivas. ¿Hasta qué punto determina nuestro entorno la forma en la que observamos nuestra realidad?
Bueno, esta pregunta bien puede ser el inicio de una investigación académica conducente a una maestría. Lo que se ve en la película es un barrio en transformación y la película misma es un estudio, una observación del entorno. Pienso que lo que queda de esa observación es, justamente, las partes de una transformación, es decir, un antes y un después.
Creo que la película puede contribuir a estimular la imaginación del espectador, a imaginar la historia de su propio entorno, sea cual fuere el lugar donde vive y a pensar en ello.
Por ejemplo, podemos pensar en el tipo de comunidad que formamos, una que no es capaz de saber el nombre del panadero que por 40 años surtió de pan a todo el barrio ni saber cuándo murió ni donde está enterrado. Entonces, creo que más que determinar, el entorno, la forma en que observamos nuestra realidad, puede hacernos pensar en cómo llegó a ser lo que es, cómo se seguirá transformando y cómo pudo haber sido de otra manera.
Y esto ya es propiamente político, cuando nos preguntamos de qué forma son decididas las transformaciones que afectan nuestras vidas. Del mismo modo como un mapuche, en la Araucanía, ve cómo su territorio se transforma en plantaciones de árboles monocultivo.
-Como cineasta ocupas un rol donde, inevitablemente, a partir de tus decisiones cinematográficas, participas en la legitimación de “lo que merece” ser contado, quiénes escuchados y bajo qué condiciones. ¿Es algo que tomas en cuenta al momento de desarrollar un proyecto o consideras que no debe alterar el proceso creativo?
La verdad es que no tomo en cuenta mi rol como cineasta al momento de hacer una película, pero sí sé que en el primer encuadre ya está esa decisión de lo que merece ser contado, pues el cine, y el arte en general, tiene esa capacidad de valorar lo que antes no lo ha sido, o de valorar lo que se pensó que era banal, que no tenía ninguna importancia.
Lo interesante es que el encuadre y su duración (una película), determina qué es lo más importante del mundo en un momento determinado. En un momento lo es la esquina de mi casa, por muy banal que sea. En un momento, la esquina de mi casa es el centro del mundo.